San Roque El médico del pueblo (Primera parte)
Esta devoción para el tarijeño, tiene gran trascendencia. Es la fiesta más popular de Tarija. Es el Santo llamado “Patrón San Roque” más reverenciado desde la Colonia, para quien tiene el pueblo y el campesinado, una mística devoción. Esta tradición se mantiene y se mantendrá a...



Esta devoción para el tarijeño, tiene gran trascendencia. Es la fiesta más popular de Tarija. Es el Santo llamado “Patrón San Roque” más reverenciado desde la Colonia, para quien tiene el pueblo y el campesinado, una mística devoción.
Esta tradición se mantiene y se mantendrá a través de los años, de generación en generación; ¡Es Inmemorial...!
El instrumento resonante de esta fiesta, es la caña; que significa para el tarijeño, su pasado y su presente.
El primer domingo de septiembre se festeja y no el 16 de agosto que es el día del Santo, conforme al calendario de la Iglesia. Se solemniza en esta fecha para darle mayor realce y efectividad.
Anteriormente se festejaba solemnemente tres días y dos en la octava, fuera del encierro. Ahora se ha extendido a un mes de devoción, festejándose los domingos posteriores con el diminutivo de “San Roquecitos” en los barrios de la ciudad. Este Santo está calificado como el “Médico del Pueblo”.
Cuantas veces ha sido necesario sacarlo de su Iglesia, para recorrer por las calles del pueblo, cuando la peste de la “viruela” y el “sarampión” diezmaban su población, muy especialmente a los pobres niños cuando la vacuna antivariolosa no existía.
Cuenta la tradición de un caso patético, que ha estado a la vista de todo un pueblo, para certificar de un caso milagroso del Santo. Vivía en Tarija un caballero muy conocido y estimado; padecía de cierta alteración nerviosa, añadiendo a esto, constantes ataques de dipsomanía. Un día de esos, un fulminante ataque lo postró totalmente, siendo necesario trasladarlo al “Hospital San Juan de Dios” de esta ciudad. Allí se le paralizaron las piernas; es decir el mal lo postró moral y físicamente.
Pasa el tiempo, llega la fiesta de “San Roque”. El día martes de la octava y encierro de la fiesta, tradicionalmente el Santo es llevado al hospital como un caso de auxilio espiritual a tanto decepcionado por los males y por los avatares de la vida.
Entra el Santo al hospital. El enfermo, ya se puede decir abandonado por los rigores de una enfermedad intermitente se hace conducir a los pies del Santo, Querida y venerada imagen. Se postra, llora sin consuelo, reza con fe tan emocionante que altera la tranquilidad de ese ambiente.
Después de que varios enfermos le piden súplicas y milagros por su salud, suspenden las andas del Santo para despedirse de tanto enfermo postrado, y el caballero paralítico se despide con lágrimas en los ojos aferrado ante él para que oiga su clemencia...! Los “chunchos” y la melódica quenilla y el tamboril, se alejan dejando notas de profunda tristeza. Luego, se cierran las puertas de esa Santa casa de todos, encerrando nuevamente al enfermo para que conviva con la: ¡guadaña sobre su cabeza!.
¡Oh! prodigio ...Al par de meses salía del hospital ¡Sano y salvo!. Qué le cabía al resucitado después? Hacer lo que hizo...! Llevar una vida de orden, entregándose íntegramente a las prácticas religiosas ausente de todo vicio, sobre todo del juego que era su perdición!.
De tanto ejemplo así, “San Roque” es el médico de los pobres y también de los calaveras...!
El barrio de San Roque, tiene su templo en la parte más alta de Tarija.
Los antecedentes históricos, dicen que desde esa altura, los campesinos llamados “Tomatas” defendían y rechazaban valerosamente las invasiones “Chiriguanas” venidas desde el valle de “Santa Ana”, a veinte kilómetros de Tarija. Debido a este favorable resultado, se consolidó para siempre esta altura.
Como un tributo de esta heroica hazaña, se colocaron las primeras piedras para edificar los cimientos del templo, llamándolo “San Roque”, nombre del peregrino de “Montpelier”.
Desde ese tiempo colonial data el Santuario, terminado hace muchísimos años, por el reverendo
Padre Franciscano, Columbano Puccetti, de grata recordación para Tarija por su infatigable labor y espíritu generoso en amparo de las clases desvalidas. ¡Honor para él...!
La vestimenta del Santo es un tanto singular, contraria a la que debería ser en su calidad de peregrino, como refiere su vida. En muchas ocasiones se ha tratado de cambiarle su vestimenta de acuerdo a su tradición; pero las gentes se oponen tenazmente, permaneciendo con el atuendo de costumbre. Lleva túnica y capa bordada con hilos de plata fina, cuello almidonado, corbata, rozón, en la mano izquierda tiene un calzado asido de una cadena, de allí cuelga una ollita de plata fina.
La ollita simboliza el depósito de las pestes. De la mano derecha pende una cadena pequeña engarzada al collar de un perrito, mordiendo un pan, En toda la vestimenta tiene cuantiosos objetos de valor que los devotos le colocan al pedirle una súplica. Muchas prendas de estas representan el órgano afectado que debe ser curado ¡Esa es la fe! Y eso debe perdurar...!
“San Roque”, es el Santo más popular del Departamento de Tarija y su fiesta es colorida, siendo su instrumento típico la “caña”, nostalgia del recuerdo que para el tarijeño representa esta música melódica, el viejo recuerdo del hogar solariego, la gran casona...¡Tarija!
La caña es un instrumento típico de cuatro metros de largo, tiene en la punta un cuerno fabricado por el propio campesino de una cola de vaca que modula el esfuerzo musical del tocador. Es un instrumento de viento
La devoción de este Santo se ha extendido hasta poblaciones vecinas de la hermana República Argentina. Desde allí acuden atraídos por milagros sobrenaturales que dispensa el Santo para rendirle debido culto, trayéndole, los feligreses, varias ofrendas.
El primer domingo de la fiesta, hace años; Tarija se llenaba de campesinos. Todos los moradores del campo se trasladaban a la ciudad ostentando lujosas vestimentas. Era algo bello que hoy se recuerda con cariño y admiración. Los campesinos concurrían a la procesión portando el instrumento de la caña, y las mujeres portaban sus “alféreces”, que consistían en unas varas de madera de dos metros de largo donde ponían adornos con pañuelos de diversos colores y cintas colgando bien adornados.
La caña, era el instrumento sobresaliente de todo ritual que acompañaba al Santo al salir del templo, tocando y formando una estera que se prolongaba hasta cuatro cuadras. Presentaba un espectáculo interesante y emotivo propio de nuestra tierra chapaca, en el cual el turista encontraba interés para sacar fotografías en colores y exhibirlas tanto en el interior como en el exterior de la República.
Hay que agregar a esta manifestación, la solemnidad de los “chunchos”, que delante del Santo van ejecutando sus danzas al compás de una quenilla y tamborcito.
Los “chunchos”, son personas devotas a “San Roque”, que hacen su promesa de salir con un atuendo especial. En el patio de la parroquia se visten con tanto esmero como una novia en el día de sus bodas. Comienzan poniéndose medias largas, zapatos o bien alpargatas, luego el pollerín y el “ponchillo” lujosamente bordados. De los codos cuelgan sendos rosones de cintas de colores, de aproximadamente un metro de largo. La “estalla” o almohadilla en forma de corazón cuelga de la espalda sobre el “ponchillo”. Un pañuelito de colores se prende en el costado del pollerín; otro pañuelo de seda de un sólo color, cubre la cabeza, la nuca y la garganta, y luego un velo transparente cubre la cara.
Algunos adornan con flequillo de “hualcas” que caen sobre el velo. Por último se colocan el “turbante” de plumas erguidas de pavo y teñidas de múltiples colores adornando encima con algunas plumas de “pavo real”.
El “turbante” de medio metro de altura está convenientemente adornado en el cuello con “hualcas” y lentejuelas; lleva un hermoso rozón con un espejito de donde penden cintas de colores a la espalda. La combinación de colores tanto de los “turbantes” como de la vestimenta, varía de chuncho a chuncho; pero el caso es que uno y todos en conjunto lucen bellísimos colores del arco iris. En la mano izquierda lleva la “flecha” consistente en una tablilla con un mazo de plumas de colores y cañitas que al chocar contra la madera, simula el ruido que hace una flecha verdadera. La “estalla”, adornada con “churitos”, “hualcas” y espejitos, representa, sin duda, la vaina para las flechas.
Dicha vestimenta cuesta mucho dinero, pero los promesantes chunchos no se fijan en ello. Han hecho la promesa de salir por uno o muchos años. Hay que cumplirla. ¡Cueste lo que cueste...!
Un mes antes de la fiesta, ejercitaban todas las noches bajo la dirección del desaparecido precursor don “Aurelio Arce” un señor muy apreciado por todo el pueblo, quien desde hace muchísimos años venía ejerciendo esta devoción, como una recomendación dejada por sus antepasados. Hoy continúa asimismo bajo la dirección de sus hijos. Gracias a Don Aurelio y sus dignos hijos, la tradición de los “chunchos” se mantiene viva y da lustre y brillo a la fiesta de “San Roque”. ¡Honor para él y su familia!.
Acompañan al Santo, los “chunchos”, todos los días de procesión, ejecutando danzas que son difíciles de describir.
El día martes de la octava, es el encierro de la fiesta, viene gente de todas las regiones del agro al igual que los del pueblo, acompañan a la procesión formando un oleaje de gentío en colores de arco iris. El Santo visita ese día todo los templos y el Hospital “San Juan de Dios”, es una impresionante caravana de feligreses. Esta procesión es la más larga, dura todo un día. Los “chunchos” cantan en cada templo y en el Hospital, estrofas apropiadas de despedida hasta el año próximo, con una tonada triste que arrasa el alma de los devotos.
Ellos cantan.
De tu novenario Santo
ya llegó el último día,
con qué corazón me aparto,
Roque Santo Peregrino.
Tu calzado es la luna,
tu vestido es el sol,
manto bordado de estrellas
corona del mismo Dios.
Olvidado de las gentes,
sólo en un monte viviste,
un perro con pan te asiste,
conque la vida sustentas.
Adiós Padre Soberano
Adiós, Soberano Padre
échanos tus bendiciones
pa’1 año vendré a cantarte...!
Hoy me despido llorando
Roque Santo Peregrino,
Adiós, soberano Padre
Adiós, Glorioso Divino...
Esta tradición se mantiene y se mantendrá a través de los años, de generación en generación; ¡Es Inmemorial...!
El instrumento resonante de esta fiesta, es la caña; que significa para el tarijeño, su pasado y su presente.
El primer domingo de septiembre se festeja y no el 16 de agosto que es el día del Santo, conforme al calendario de la Iglesia. Se solemniza en esta fecha para darle mayor realce y efectividad.
Anteriormente se festejaba solemnemente tres días y dos en la octava, fuera del encierro. Ahora se ha extendido a un mes de devoción, festejándose los domingos posteriores con el diminutivo de “San Roquecitos” en los barrios de la ciudad. Este Santo está calificado como el “Médico del Pueblo”.
Cuantas veces ha sido necesario sacarlo de su Iglesia, para recorrer por las calles del pueblo, cuando la peste de la “viruela” y el “sarampión” diezmaban su población, muy especialmente a los pobres niños cuando la vacuna antivariolosa no existía.
Cuenta la tradición de un caso patético, que ha estado a la vista de todo un pueblo, para certificar de un caso milagroso del Santo. Vivía en Tarija un caballero muy conocido y estimado; padecía de cierta alteración nerviosa, añadiendo a esto, constantes ataques de dipsomanía. Un día de esos, un fulminante ataque lo postró totalmente, siendo necesario trasladarlo al “Hospital San Juan de Dios” de esta ciudad. Allí se le paralizaron las piernas; es decir el mal lo postró moral y físicamente.
Pasa el tiempo, llega la fiesta de “San Roque”. El día martes de la octava y encierro de la fiesta, tradicionalmente el Santo es llevado al hospital como un caso de auxilio espiritual a tanto decepcionado por los males y por los avatares de la vida.
Entra el Santo al hospital. El enfermo, ya se puede decir abandonado por los rigores de una enfermedad intermitente se hace conducir a los pies del Santo, Querida y venerada imagen. Se postra, llora sin consuelo, reza con fe tan emocionante que altera la tranquilidad de ese ambiente.
Después de que varios enfermos le piden súplicas y milagros por su salud, suspenden las andas del Santo para despedirse de tanto enfermo postrado, y el caballero paralítico se despide con lágrimas en los ojos aferrado ante él para que oiga su clemencia...! Los “chunchos” y la melódica quenilla y el tamboril, se alejan dejando notas de profunda tristeza. Luego, se cierran las puertas de esa Santa casa de todos, encerrando nuevamente al enfermo para que conviva con la: ¡guadaña sobre su cabeza!.
¡Oh! prodigio ...Al par de meses salía del hospital ¡Sano y salvo!. Qué le cabía al resucitado después? Hacer lo que hizo...! Llevar una vida de orden, entregándose íntegramente a las prácticas religiosas ausente de todo vicio, sobre todo del juego que era su perdición!.
De tanto ejemplo así, “San Roque” es el médico de los pobres y también de los calaveras...!
El barrio de San Roque, tiene su templo en la parte más alta de Tarija.
Los antecedentes históricos, dicen que desde esa altura, los campesinos llamados “Tomatas” defendían y rechazaban valerosamente las invasiones “Chiriguanas” venidas desde el valle de “Santa Ana”, a veinte kilómetros de Tarija. Debido a este favorable resultado, se consolidó para siempre esta altura.
Como un tributo de esta heroica hazaña, se colocaron las primeras piedras para edificar los cimientos del templo, llamándolo “San Roque”, nombre del peregrino de “Montpelier”.
Desde ese tiempo colonial data el Santuario, terminado hace muchísimos años, por el reverendo
Padre Franciscano, Columbano Puccetti, de grata recordación para Tarija por su infatigable labor y espíritu generoso en amparo de las clases desvalidas. ¡Honor para él...!
La vestimenta del Santo es un tanto singular, contraria a la que debería ser en su calidad de peregrino, como refiere su vida. En muchas ocasiones se ha tratado de cambiarle su vestimenta de acuerdo a su tradición; pero las gentes se oponen tenazmente, permaneciendo con el atuendo de costumbre. Lleva túnica y capa bordada con hilos de plata fina, cuello almidonado, corbata, rozón, en la mano izquierda tiene un calzado asido de una cadena, de allí cuelga una ollita de plata fina.
La ollita simboliza el depósito de las pestes. De la mano derecha pende una cadena pequeña engarzada al collar de un perrito, mordiendo un pan, En toda la vestimenta tiene cuantiosos objetos de valor que los devotos le colocan al pedirle una súplica. Muchas prendas de estas representan el órgano afectado que debe ser curado ¡Esa es la fe! Y eso debe perdurar...!
“San Roque”, es el Santo más popular del Departamento de Tarija y su fiesta es colorida, siendo su instrumento típico la “caña”, nostalgia del recuerdo que para el tarijeño representa esta música melódica, el viejo recuerdo del hogar solariego, la gran casona...¡Tarija!
La caña es un instrumento típico de cuatro metros de largo, tiene en la punta un cuerno fabricado por el propio campesino de una cola de vaca que modula el esfuerzo musical del tocador. Es un instrumento de viento
La devoción de este Santo se ha extendido hasta poblaciones vecinas de la hermana República Argentina. Desde allí acuden atraídos por milagros sobrenaturales que dispensa el Santo para rendirle debido culto, trayéndole, los feligreses, varias ofrendas.
El primer domingo de la fiesta, hace años; Tarija se llenaba de campesinos. Todos los moradores del campo se trasladaban a la ciudad ostentando lujosas vestimentas. Era algo bello que hoy se recuerda con cariño y admiración. Los campesinos concurrían a la procesión portando el instrumento de la caña, y las mujeres portaban sus “alféreces”, que consistían en unas varas de madera de dos metros de largo donde ponían adornos con pañuelos de diversos colores y cintas colgando bien adornados.
La caña, era el instrumento sobresaliente de todo ritual que acompañaba al Santo al salir del templo, tocando y formando una estera que se prolongaba hasta cuatro cuadras. Presentaba un espectáculo interesante y emotivo propio de nuestra tierra chapaca, en el cual el turista encontraba interés para sacar fotografías en colores y exhibirlas tanto en el interior como en el exterior de la República.
Hay que agregar a esta manifestación, la solemnidad de los “chunchos”, que delante del Santo van ejecutando sus danzas al compás de una quenilla y tamborcito.
Los “chunchos”, son personas devotas a “San Roque”, que hacen su promesa de salir con un atuendo especial. En el patio de la parroquia se visten con tanto esmero como una novia en el día de sus bodas. Comienzan poniéndose medias largas, zapatos o bien alpargatas, luego el pollerín y el “ponchillo” lujosamente bordados. De los codos cuelgan sendos rosones de cintas de colores, de aproximadamente un metro de largo. La “estalla” o almohadilla en forma de corazón cuelga de la espalda sobre el “ponchillo”. Un pañuelito de colores se prende en el costado del pollerín; otro pañuelo de seda de un sólo color, cubre la cabeza, la nuca y la garganta, y luego un velo transparente cubre la cara.
Algunos adornan con flequillo de “hualcas” que caen sobre el velo. Por último se colocan el “turbante” de plumas erguidas de pavo y teñidas de múltiples colores adornando encima con algunas plumas de “pavo real”.
El “turbante” de medio metro de altura está convenientemente adornado en el cuello con “hualcas” y lentejuelas; lleva un hermoso rozón con un espejito de donde penden cintas de colores a la espalda. La combinación de colores tanto de los “turbantes” como de la vestimenta, varía de chuncho a chuncho; pero el caso es que uno y todos en conjunto lucen bellísimos colores del arco iris. En la mano izquierda lleva la “flecha” consistente en una tablilla con un mazo de plumas de colores y cañitas que al chocar contra la madera, simula el ruido que hace una flecha verdadera. La “estalla”, adornada con “churitos”, “hualcas” y espejitos, representa, sin duda, la vaina para las flechas.
Dicha vestimenta cuesta mucho dinero, pero los promesantes chunchos no se fijan en ello. Han hecho la promesa de salir por uno o muchos años. Hay que cumplirla. ¡Cueste lo que cueste...!
Un mes antes de la fiesta, ejercitaban todas las noches bajo la dirección del desaparecido precursor don “Aurelio Arce” un señor muy apreciado por todo el pueblo, quien desde hace muchísimos años venía ejerciendo esta devoción, como una recomendación dejada por sus antepasados. Hoy continúa asimismo bajo la dirección de sus hijos. Gracias a Don Aurelio y sus dignos hijos, la tradición de los “chunchos” se mantiene viva y da lustre y brillo a la fiesta de “San Roque”. ¡Honor para él y su familia!.
Acompañan al Santo, los “chunchos”, todos los días de procesión, ejecutando danzas que son difíciles de describir.
El día martes de la octava, es el encierro de la fiesta, viene gente de todas las regiones del agro al igual que los del pueblo, acompañan a la procesión formando un oleaje de gentío en colores de arco iris. El Santo visita ese día todo los templos y el Hospital “San Juan de Dios”, es una impresionante caravana de feligreses. Esta procesión es la más larga, dura todo un día. Los “chunchos” cantan en cada templo y en el Hospital, estrofas apropiadas de despedida hasta el año próximo, con una tonada triste que arrasa el alma de los devotos.
Ellos cantan.
De tu novenario Santo
ya llegó el último día,
con qué corazón me aparto,
Roque Santo Peregrino.
Tu calzado es la luna,
tu vestido es el sol,
manto bordado de estrellas
corona del mismo Dios.
Olvidado de las gentes,
sólo en un monte viviste,
un perro con pan te asiste,
conque la vida sustentas.
Adiós Padre Soberano
Adiós, Soberano Padre
échanos tus bendiciones
pa’1 año vendré a cantarte...!
Hoy me despido llorando
Roque Santo Peregrino,
Adiós, soberano Padre
Adiós, Glorioso Divino...