Los sueños de San Roque
El museo de San Roque, también conocido como el museo del chuncho
En 1882 inició la reconstrucción de la iglesia de San Roque. La parroquia se fundó en 1907. La nueva casa parroquial se construyó en 1908. Los Carmelitas llegaron a Tarija en 1956. El 2016 se abrió el museo de San Roque. El 2021 fue la declaratoria de la UNESCO




Laura Tárraga es otra tarijeña que está estudiando antropología. Una de las materias que está estudiando es museología. Me comentó que vivió varios años en el barrio de San Roque y que de niña jugaba en la plaza Campero, frente a la parroquia. Tenía una amiguita que le enseñaba todo tipo de juegos y de la que todavía se acuerda con cariño. La anterior semana fuimos a visitar el Museo de San Roque. La idea era poder preparar una propuesta de mejora y reformulación narrativa del museo. Fuimos con una amiga, Carol Mansilla, con quien estamos compartiendo un taller de investigación cultural.
El padre Milton Murillo nos recibió y nos hizo un lindo recorrido del museo. Fue alucinante. La primera vez que fui al museo fue unos cinco años atrás. Recién estaban comenzando y todavía su narrativa era muy tosca. No tenían ideas nuevas ni novedosas. ¡Cuánto ha cambiado!
Lo primero que hizo el padre Milton antes de subir al museo fue colocarnos unas bolsas negras en las manos y unas estructuras metálicas y de madera. Se detuvo, miró la estructura de madera a la que se le había salido un pedazo, su pata trasera, y con un suspiro llamó a uno de sus ayudantes para que lo reparen. Así cargados pasamos a la casa de al lado. Atravesamos la oficina de la Asociación de Chunchos y el salón parroquial para salir al patio trasero y subir las gradas hacia la antigua casa parroquial, arriba en la colina. Es una estructura de dos alas, con cobertura de ladrillo y un altillo que sobresale al cielo. Siempre he sentido que la antigua casa parroquial tiene una magia particular. El museo original se ubicaba en las primeras dos salas.
Lo primero que hicimos con el padre Milton fue desempacar las bolsas negras, donde se hallaban envueltos como sea tesoros del museo. Y mientras lo hacíamos el padre empezó a renegar contra la Alcaldía. Que el león manda al gato, el gato al ratón y el ratón no tiene a quien mande. Que cuán importante es hacer las cosas bien, firmando recibos y haciéndose responsable de lo que uno se presta. Que cuando le dicen una hora y aparecen tres horas después o directamente no aparecen, le molesta porque es una falta de respeto y una pérdida de tiempo enorme. Y que lo que se promete se cumple.
Resulta que la Alcaldía se había prestado cosas del museo para exponer en la Fexpo y la gestión había sido un desastre. Se habían roto cosas, no se había hecho un inventario adecuado y todo se había gestionado a última hora. Al padre el director de Turismo lo llamó hace más de un mes atrás para explicarle que ahora San Roque era patrimonio cultural inmaterial de la humanidad y que quisieran exponer cosas del museo en la Fexpo. Todo bien, solo que nunca fueron a organizar nada para el préstamo, y cuando se contactaron no fue el director sino su ayudante, luego la ayudante de la ayudante y al final el cargador que no sabía nada. Nunca se firmó un inventario ni un acta de compromiso. Se rompieron cosas y se falló a todos los compromisos que se hicieron. El padre estaba furioso.
Recuerdo que cuando Laura desempacó una de las bolsas negras y se encontró con uno de los trajes antiguos de San Roque mal empacado y todo arrugado casi se pone a llorar y casi lo riñe al padre. ¡Estas cosas se tienen que proteger!
Terminamos de arreglar todo. Yo ayudé a armar y vestir al maniquí del chuncho (es curioso cómo de los presentes, yo era el único que sabía cómo iba la vestimenta). Colgamos los alféreces y empezamos a ver lo que había en el museo. Los trajes, los breviarios, los fragmentos, los instrumentos musicales, las fotos, las historias… Quedamos fascinados. Esta fue la primera vez que entré a la parte de atrás del museo y la realización me golpeó en la cabeza: ¡la antigua parroquia se levanta sobre la punta de la colina de San Roque!
La última sala la acaban de inaugurar para esta fiesta de San Roque. Recuerdo que Edwin Rivera me invitó, un gran investigador del barrio de San Roque al que admiro mucho. Me había dicho que había ayudado a juntar una serie de fotos antiguas para el museo; pero yo no pude ir. Así que esta vez fue mi primera y estuve viendo todo con ojos grandes de admiración. Es realmente increíble todo lo que han podido ir juntando dentro del museo.
Recuerdo que Carol me dijo que “Es lindo que te sorprendan para bien cuando no te lo esperas”. Laura me recordó de que queda mucho por hacer en el museo: darle más campo, contar las historias con más claridad, proteger mejor los tejidos y otros elementos perecederos, ampliar más salas, gestionar una modalidad de visita guiada permanente y limpiar la línea visual hacia la antigua casa parroquial. Pero por Dios, el museo como está ya vale la pena. Representa una ventana al pasado que tiene ese vértigo a lo desconocido. Es mi recomendación más sentida que si pueden, vayan a verlo.