Un movimiento artístico que nació el año 2014
Nereta, el arte público y de protesta que nació en Tarija
“No se puede vivir del arte y menos en Tarija” era la frase que por años acabó con la carrera de muchos artistas, menos con la de Sadid y sus compañeros, pues ahora viven de ello
“No se puede vivir del arte y menos en Tarija” era la frase, el común denominador, que por años acabó con la carrera y los sueños de personas que ni siquiera habían empezado, pues no se les permitió intentar. Mas la rebeldía de un grupo de estudiantes decidió ir contra corriente y fundar desde sus pinturas y brochas, el año 2014, un movimiento artístico denominado Nereta.
Todo aquello fue concebido nada menos que en una de las aulas de la famosa Escuela de Bellas Artes de la ciudad, lugar donde desde el primer día se advertía que vivir de pinturas, dibujos y esculturas era morir de hambre, más para no apagar del todo la llama, seguían enseñando lo básico y soñando en silencio que un día fuese diferente.
Lo cierto era que, lo que se respiraba allí ya era cansancio. Con las instituciones donde se aprehendía arte, con los docentes que no habían tenido la capacidad de hacer valer el oficio y con los mismos gobiernos que no dieron un verdadero espacio para los artistas, para las mujeres, para los ancianos, no era tan inclusivo como profesaba.
En medio de aquel grupo de “ovejas negras” se encontraba Sadid Arancibia, quien no desperdiciaba ninguna oportunidad para decir lo que pensaba. Desde que tuvo memoria, recuerda su infancia en el barrio 15 de Noviembre, el primer asentamiento de Tarija. Vivir allí y ser parte de un entretejido social que luchaba día a día para sobrevivir le dio una visión distinta de la vida.
“Aquí la gente se ayudaba siempre, si alguien tenía un accidente y no tenía plata para hacer algo los vecinos se encargaban de ayudar, todos cuidaban de los niños, para que jueguen en la calle todo el tiempo. Si no teníamos un auto, lo fabricabas o imaginabas cualquier cosa que pueda convertirse en uno. Estudié en el Fe y Alegría Jorge Araoz Campero y tuve la suerte de estar en un colegio inclusivo, si un niño tenía problemas de motricidad, podía entrar ahí, si tenía problemas del habla o de la vista, también, entre todos ayudábamos y nos relacionábamos”.
Esa experiencia de vida llevó a Sadid a creer que en la vida todo era de todos y se debía compartir. En base a ello nace el Movimiento Artístico Nereta, de la lengua Tupi Guaraní, que en su interpretación más cercana al castellano significa “tu pueblo, bien común”, así como lo es el agua, el aire, la tierra. Junto a ello, también se empezó a cuestionar si el arte era un privilegio de pocos o el derecho de muchos.
“Todos pagamos impuestos, éstos recursos son destinados a distintas áreas, entre ellas, la cultura. Pero en la mayoría de los casos, el presupuesto designado a ese sector no se ejecuta como debiera, si falta dinero a otras áreas, de donde sacan es de cultura, o se realizan concursos de pintura donde los premios es dinero, pero qué hacen con los cuadros, los ponen en un depósito bajo llave o en una galería donde la población ni siquiera pueden verlos, pese a que ellos pagaron eso con sus impuestos”, señala Sadid, quien por largos años cuestionó junto a sus compañeros la manera de proceder de las autoridades.
Por ello es que Nereta se acompaña de un lema ya conocido, “Desprivatizando el arte con arte para todos y con todos” y esa es la razón por la que pintan en las calles. Sus murales repartidos en barrios populares como en el centro de la ciudad reflejan las problemáticas sociales, la desigualdad económica, el avasallamiento de los recursos naturales. Se han convertido en portadores de la voz de comunarios de Tariquía contra las petroleras e incluso de cientos de cruceños que rechazaron el megaproyecto hidroeléctrico Las Rositas.
“Llegamos hasta el Botadero Municipal, donde la contaminación abunda, visibilizamos las necesidades, el racismo que aún es un tema de fondo que existe en Tarija. Una vez, pintamos a una chapaca de Iscayachi, pero nos dimos cuenta que no era reconocida como un rostro tarijeño, pues cuando se hace propaganda para turismo se muestra una chapaca rubia, de ojos verdes, no nos damos cuenta que al negar la diversidad perdemos. Lo mismo nos pasa cuando pintamos un weenhayek, un guaraní, un tapiete, la gente no lo reconoce como algo suyo pese a que están compartiendo territorio”, señala Arancibia.
Pero, la inclusión no es el único logro de Nereta, su arte ya ha traspasado fronteras y son parte del Movimiento Internacional de Muralistas (MIM). Con orgullo sostienen que ahora la gente les llama y les pregunta por el costo de su trabajo. Lograr que las personas entiendan que lo que hacen también tiene un valor, responde a una lucha histórica de años, más, las autoridades pareciera que aún no lo comprenden, pues continúan ofreciéndoles pinturas o certificados a cambio de lo que hacen.
El Artista Cospachau, una marca registrada
Ya son cinco años que se lleva adelante el Encuentro del Artista Cospachau del colectivo Nereta Movimiento Artístico, una actividad gestionada por los mismos artistas, la población y sin apoyo institucional.
Actualmente son 12 las personas que forman parte de este movimiento, seis mujeres y seis varones. Y destacan año a año, pues no solo exponen el arte que realizan dentro y fuera de las galerías, sino que lo enseñan y lo intercambian por productos propios de la región: miel, queso, papa y de esta forma garantizan que sus obras sean accesibles para todas las personas y que también las mismas tengan acceso al aprendizaje artístico.