Los olvidos post-nacionalización, 13 años después
Además del Día Internacional del Trabajo, en Bolivia se conmemora el 13 aniversario de la tercera nacionalización de los hidrocarburos, una decisión tomada a los cuatro meses de Gobierno, que venía en la matriz del proceso de cambio luego del referéndum de 2004, pero que hasta hoy pasa por...



Además del Día Internacional del Trabajo, en Bolivia se conmemora el 13 aniversario de la tercera nacionalización de los hidrocarburos, una decisión tomada a los cuatro meses de Gobierno, que venía en la matriz del proceso de cambio luego del referéndum de 2004, pero que hasta hoy pasa por ser la decisión más radical de las tomadas por Evo Morales, normalmente mucho más moderado en la práctica que en el discurso según sostiene el analista Fernando Mayorga.
La “radicalidad” de la medida duró de mayo de 2006 a septiembre, cuando Andrés Soliz Rada, el Ministro de Hidrocarburos que redactó el decreto y montó el operativo en San Alberto, decidió renunciar al cargo tras considerar que el vicepresidente Álvaro García Linera había limitado su autoridad en una decisión sobre activos de Petrobras en Bolivia. Después vino la renegociación de contratos entre Gobierno y Transnacionales, que las convirtió en “operadores” de los campos con obligaciones tributarias y muy pocas en exploración, y que sacramentaron el Anexo D, el de los costos recuperables que anualmente los “socios no patrones” se descargan por las inversiones realizadas y que para algunos seguidores del tema se han convertido en una especie de cajón de gastos reservados donde se descargan desde papel higiénico hasta arriendos de aviones para asuntos privados de la cúpula del Gobierno.
El mapa post – nacionalización tenía unos hitos definidos y que pocos meses después el poderoso Presidente de YPFB, Carlos Villegas, delineaba de memoria: Planta Separadora de Río Grande en 2010, Planta Separadora del Gran Chaco en 2012, Planta de Urea y Amoniaco en 2014 complementaria a Río Grande, planta de Propileno y Polipropileno en 2018 y planta de Etileno y Polietileno en 2022.
El concepto estaba claro, se habían negociado mejores contratos para el Estado con Brasil y Argentina aprovechando la novedad de Evo Morales y la afinidad política con Lula da Silva y Néstor Kirchner y se iba a dar la vuelta a la fiscalidad para aumentar los ingresos del Estado hasta el 82%; pese a que las alegrías del Anexo D lo reducen considerablemente; el objetivo era llegar al final de los contratos con Brasil y Argentina con capacidad de industrialización para poder sustituir ingresos de venta de gas por ingresos de venta de productos industrializados a partir del gas, una tecnología cuestionada en origen pero que en el avance se ha ido haciendo más eficiente.
Después de trece años de la nacionalización, el plan parece extraviado y Bolivia no ha ganado capacidad de negociación ni independencia. Entre 2018 y 2019 se han evidenciado los problemas sobre un cuarteto que se retroalimenta y que en ningún caso parece tener una solución propia.
Industrialización
El plan era industrializar los licuables del gas para, por un lado, contribuir al desarrollo agropecuario, que se logró en parte con la puesta en marcha de la planta de urea, pese a que presenta problemas; y por otro lado, desarrollar la propia industria del plástico a través de las resinas. Para esto estaba pensada la planta petroquímica en el Chaco, que se alimentaría de la Planta Separadora con capacidad de procesar 30 millones de metros cúbicos de gas al día.
El costo de la planta de propileno, más sencilla que la de etileno, se estima en 2.200 millones de dólares y durante un tiempo se garantizó su financiación e incluso se licitó en 2017, pero topó con la corrupción y acabó siendo anulada. Los atrasos que ya habían padecido las plantas separadoras, tanto una como otra, por el mismo motivo, han motivado que a 2019, fecha en la que termina el contrato de venta de gas a Brasil, no haya alternativas a la exportación de gas.
El ministro Luis Alberto Sánchez señaló en febrero del año pasado que hasta que no tuviera certeza de mercados y tecnología no se volvería a licitar.
Exploración
La falta de certezas del Ministro puede estar relacionada con las limitaciones de la exploración. La falta de exigencias a las empresas operadoras, la crisis del sector a nivel mundial y las indecisiones han frenado el avance del “corazón energético” de Bolivia en este sentido. Las reservas entre 2014 y 2018 crecieron apenas 0,35 TCF, hasta los 10,7 TCF, luego de la reposición pertinente, aunque el análisis del informe presentado en agosto de 2018 daba cuenta de una reducción de las reservas probables y posibles, es decir, la inversión en explotación transformó reservas pero no se incorporaron nuevas.
El Ministro Sánchez ha tomado medidas de emergencia, como el fondo de incentivos confiscando el 12% del IDH a municipios y Gobernaciones; la aprobación del fracking en el país y la invasión de reservas naturales como la de Tariquía. El temor es que incluso estos resultados lleguen más tarde de lo necesario.
Mercados
Desde principios de siglo, los dos mercados para el gas boliviano eran Brasil y Argentina, además de un minúsculo mercado local, que ha ido creciendo a medida que se ha ido ganando poder adquisitivo en el país.
La sintonía política de la nueva izquierda bolivariana daba buenas señales de coordinación entre los Gobiernos de Lula-Morales y Kirchner, aunque ninguno de los analistas se explica por qué no se han desarrollado alternativas.
El Ministerio de Hidrocarburos ha señalado dos de forma recurrente en los últimos cuatro años: un ducto a Paraguay – un país con cinco millones de personas y exportador neto de electricidad – que en el mejor de los casos llevaría 4-5 millones de metros cúbicos hasta el conurbano de Asunción; y una conexión de ductos con Perú que permitiera compartir inversiones en licuefacción para competir en el mercado del Gas Natural Licuado de ultramar. Ninguno tiene avances significativos. El pasado lunes el presidente argentino Mauricio Macri hizo un ofrecimiento similar a través de Rosario, que también se pondrá en estudio.
En cualquier caso, la debilidad de alternativas ha hecho que en febrero se concediera una rebaja de volúmenes de compra obligatoria a la Argentina, que con la soga del FMI al cuello y Vaca Muerta desarrollada aceleradamente a base de subvenciones, no ha dudado en utilizar todas las técnicas – incluido el impago desde mayo a noviembre seguido de una reducción drástica de nominaciones de noviembre a enero que ha perjudicado los sistemas de producción - para doblegar la voluntad nacional.
En paralelo, Brasil ha cursado multas contra Bolivia por incumplimiento. En este mes de junio finaliza el contrato formalmente aunque se estima que se alargue porque Bolivia no ha entregado todos los volúmenes comprometidos. Estima que faltan 1,7 TCF. En cualquier caso, la negociación con el nuevo gobierno de Jair Bolsonaro para acordar los términos no será fácil.
Producción
De entre todos los problemas, la producción nunca parecía haber sido un problema, hasta que en este 2019 se han evidenciado los riesgos de un sistema que lleva demasiado tiempo explotando los mismos pozos en los mismos campos.
El record de producción se alcanzó en noviembre de 2016, cuando el país tocó los 61 millones de metros cúbicos de gas producidos al día. Incluso por entonces ya se empezaban a advertir problemas aritméticos: El mercado interno consumía ya unos 12 millones de metros cúbicos al día; Argentina ya podía pedir unos 20 y Brasil siempre tuvo un contrato vigente de 30,5, aunque es cierto que nominaba ajustando al mínimo de contrato de 24 millones de metros cúbicos.
En los años siguientes cayó la producción y se ajustó a los 56-57 millones de metros cúbicos diarios, e incluso algunos proyectos locales se tuvieron que postergar. La crisis ha llegado a finales del año 2018, cuando de producir 51 millones de metros cúbicos en octubre se pasó a 39 en noviembre y 35 en diciembre para después rebotar a 41 en enero. La curva está vinculada al descenso de nominaciones de la Argentina, sin embargo, en febrero también se conoció que Brasil había multado a YPFB por incumplir las nominaciones en 9 de 12 meses del año 2018.
YPFB culpó a Petrobras Bolivia y admitió la caída de producción en San Alberto como uno de los factores fundamentales del incumplimiento, sin embargo, los contratos firmados con los operadores – que contemplan esta posibilidad – también obligaba a tener un excedente del 10 por ciento disponible para eventualidades, como es el caso.
Tarija pierde peso en la producción nacional
Tarija fue el departamento de donde se extrajo la primera gota de petróleo en 1924, en el pozo Bermejo X2. Después contribuyó con los afloramientos del bloque, en Los Monos, Aguaragüe, Sanandita, etc.
Con el resurgir del gas natural a finales de los 90, los grandes campos se ubicaron nuevamente en Tarija: San Alberto, San Antonio- descubiertos por YPFB en tiempos de Jaime Paz Zamora – y Margarita supusieron el motor de la nueva etapa.
Desde 2006, Tarija ha producido más del 70 – 80 por ciento del hidrocarburo del país, y ha cobrado las regalías pertinentes, descontando los costos de transporte, etc., que el Gobierno aplica.
En los últimos años, con la caída de la producción en San Alberto y el incremento de la producción en Incahuasi, además de la entrega de la mitad de las regalías de Margarita a Chuquisaca, la participación ha bajado al 50%.
De los 41 millones de metros cúbicos producidos a nivel nacional en Bolivia, 23 eran de Tarija.
Protagonistas en la gestión de hidrocarburos
Andrés Soliz Rada
Después de una vida dedicada al periodismo militante y la teorización de la izquierda nacional, Soliz Rada se incorporó al gabinete de Evo Morales como ministro de Hidrocarburos, llevando adelante la nacionalización. Antes ya había renegociado los contratos de venta de gas con Brasil y Argentina, recibiendo mejores condiciones para el país.
Renunció en septiembre antes de la negociación de contratos con los operadores y luego de que se limitaran sus funciones.
Carlos Villegas
Ingresó al Gobierno de la mano de Álvaro García Linera y el bloque más pragmático e intelectual. Luego de un fugaz paso por el Ministerio de Planificación y de Hidrocarburos, se acomodó en YPFB desde 2009 hasta 2015, cuando falleció en Chile.
En la etapa de Villegas al frente de YPFB se flexibilizaron los contratos de exportación y de alargaron plazos de la industrialización para fortalecer la gestión pública del Gobierno. En su etapa se culminaron las Separadoras.
Luis Alberto Sánchez
Coincidiendo con la muerte de Carlos Villegas, Luis Alberto Sánchez pasa de la Vicepresidencia de YPFB al Ministerio de Hidrocarburos, desde donde logra poner bajo su tuición a las empresas dependientes, incluyendo YPFB, de donde es presidente del Directorio. Sánchez ha tenido que lidiar con las urgencias, y para ello ha aprobado el fracking, la ley de incentivos y el ingreso en áreas protegidas como Tariquía. Sánchez también ha tenido que lidiar con los problemas derivados de los contratos.
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La “radicalidad” de la medida duró de mayo de 2006 a septiembre, cuando Andrés Soliz Rada, el Ministro de Hidrocarburos que redactó el decreto y montó el operativo en San Alberto, decidió renunciar al cargo tras considerar que el vicepresidente Álvaro García Linera había limitado su autoridad en una decisión sobre activos de Petrobras en Bolivia. Después vino la renegociación de contratos entre Gobierno y Transnacionales, que las convirtió en “operadores” de los campos con obligaciones tributarias y muy pocas en exploración, y que sacramentaron el Anexo D, el de los costos recuperables que anualmente los “socios no patrones” se descargan por las inversiones realizadas y que para algunos seguidores del tema se han convertido en una especie de cajón de gastos reservados donde se descargan desde papel higiénico hasta arriendos de aviones para asuntos privados de la cúpula del Gobierno.
El mapa post – nacionalización tenía unos hitos definidos y que pocos meses después el poderoso Presidente de YPFB, Carlos Villegas, delineaba de memoria: Planta Separadora de Río Grande en 2010, Planta Separadora del Gran Chaco en 2012, Planta de Urea y Amoniaco en 2014 complementaria a Río Grande, planta de Propileno y Polipropileno en 2018 y planta de Etileno y Polietileno en 2022.
El concepto estaba claro, se habían negociado mejores contratos para el Estado con Brasil y Argentina aprovechando la novedad de Evo Morales y la afinidad política con Lula da Silva y Néstor Kirchner y se iba a dar la vuelta a la fiscalidad para aumentar los ingresos del Estado hasta el 82%; pese a que las alegrías del Anexo D lo reducen considerablemente; el objetivo era llegar al final de los contratos con Brasil y Argentina con capacidad de industrialización para poder sustituir ingresos de venta de gas por ingresos de venta de productos industrializados a partir del gas, una tecnología cuestionada en origen pero que en el avance se ha ido haciendo más eficiente.
Después de trece años de la nacionalización, el plan parece extraviado y Bolivia no ha ganado capacidad de negociación ni independencia. Entre 2018 y 2019 se han evidenciado los problemas sobre un cuarteto que se retroalimenta y que en ningún caso parece tener una solución propia.
Industrialización
El plan era industrializar los licuables del gas para, por un lado, contribuir al desarrollo agropecuario, que se logró en parte con la puesta en marcha de la planta de urea, pese a que presenta problemas; y por otro lado, desarrollar la propia industria del plástico a través de las resinas. Para esto estaba pensada la planta petroquímica en el Chaco, que se alimentaría de la Planta Separadora con capacidad de procesar 30 millones de metros cúbicos de gas al día.
El costo de la planta de propileno, más sencilla que la de etileno, se estima en 2.200 millones de dólares y durante un tiempo se garantizó su financiación e incluso se licitó en 2017, pero topó con la corrupción y acabó siendo anulada. Los atrasos que ya habían padecido las plantas separadoras, tanto una como otra, por el mismo motivo, han motivado que a 2019, fecha en la que termina el contrato de venta de gas a Brasil, no haya alternativas a la exportación de gas.
El ministro Luis Alberto Sánchez señaló en febrero del año pasado que hasta que no tuviera certeza de mercados y tecnología no se volvería a licitar.
Exploración
La falta de certezas del Ministro puede estar relacionada con las limitaciones de la exploración. La falta de exigencias a las empresas operadoras, la crisis del sector a nivel mundial y las indecisiones han frenado el avance del “corazón energético” de Bolivia en este sentido. Las reservas entre 2014 y 2018 crecieron apenas 0,35 TCF, hasta los 10,7 TCF, luego de la reposición pertinente, aunque el análisis del informe presentado en agosto de 2018 daba cuenta de una reducción de las reservas probables y posibles, es decir, la inversión en explotación transformó reservas pero no se incorporaron nuevas.
El Ministro Sánchez ha tomado medidas de emergencia, como el fondo de incentivos confiscando el 12% del IDH a municipios y Gobernaciones; la aprobación del fracking en el país y la invasión de reservas naturales como la de Tariquía. El temor es que incluso estos resultados lleguen más tarde de lo necesario.
Mercados
Desde principios de siglo, los dos mercados para el gas boliviano eran Brasil y Argentina, además de un minúsculo mercado local, que ha ido creciendo a medida que se ha ido ganando poder adquisitivo en el país.
La sintonía política de la nueva izquierda bolivariana daba buenas señales de coordinación entre los Gobiernos de Lula-Morales y Kirchner, aunque ninguno de los analistas se explica por qué no se han desarrollado alternativas.
El Ministerio de Hidrocarburos ha señalado dos de forma recurrente en los últimos cuatro años: un ducto a Paraguay – un país con cinco millones de personas y exportador neto de electricidad – que en el mejor de los casos llevaría 4-5 millones de metros cúbicos hasta el conurbano de Asunción; y una conexión de ductos con Perú que permitiera compartir inversiones en licuefacción para competir en el mercado del Gas Natural Licuado de ultramar. Ninguno tiene avances significativos. El pasado lunes el presidente argentino Mauricio Macri hizo un ofrecimiento similar a través de Rosario, que también se pondrá en estudio.
En cualquier caso, la debilidad de alternativas ha hecho que en febrero se concediera una rebaja de volúmenes de compra obligatoria a la Argentina, que con la soga del FMI al cuello y Vaca Muerta desarrollada aceleradamente a base de subvenciones, no ha dudado en utilizar todas las técnicas – incluido el impago desde mayo a noviembre seguido de una reducción drástica de nominaciones de noviembre a enero que ha perjudicado los sistemas de producción - para doblegar la voluntad nacional.
En paralelo, Brasil ha cursado multas contra Bolivia por incumplimiento. En este mes de junio finaliza el contrato formalmente aunque se estima que se alargue porque Bolivia no ha entregado todos los volúmenes comprometidos. Estima que faltan 1,7 TCF. En cualquier caso, la negociación con el nuevo gobierno de Jair Bolsonaro para acordar los términos no será fácil.
Producción
De entre todos los problemas, la producción nunca parecía haber sido un problema, hasta que en este 2019 se han evidenciado los riesgos de un sistema que lleva demasiado tiempo explotando los mismos pozos en los mismos campos.
El record de producción se alcanzó en noviembre de 2016, cuando el país tocó los 61 millones de metros cúbicos de gas producidos al día. Incluso por entonces ya se empezaban a advertir problemas aritméticos: El mercado interno consumía ya unos 12 millones de metros cúbicos al día; Argentina ya podía pedir unos 20 y Brasil siempre tuvo un contrato vigente de 30,5, aunque es cierto que nominaba ajustando al mínimo de contrato de 24 millones de metros cúbicos.
En los años siguientes cayó la producción y se ajustó a los 56-57 millones de metros cúbicos diarios, e incluso algunos proyectos locales se tuvieron que postergar. La crisis ha llegado a finales del año 2018, cuando de producir 51 millones de metros cúbicos en octubre se pasó a 39 en noviembre y 35 en diciembre para después rebotar a 41 en enero. La curva está vinculada al descenso de nominaciones de la Argentina, sin embargo, en febrero también se conoció que Brasil había multado a YPFB por incumplir las nominaciones en 9 de 12 meses del año 2018.
YPFB culpó a Petrobras Bolivia y admitió la caída de producción en San Alberto como uno de los factores fundamentales del incumplimiento, sin embargo, los contratos firmados con los operadores – que contemplan esta posibilidad – también obligaba a tener un excedente del 10 por ciento disponible para eventualidades, como es el caso.
Tarija pierde peso en la producción nacional
Tarija fue el departamento de donde se extrajo la primera gota de petróleo en 1924, en el pozo Bermejo X2. Después contribuyó con los afloramientos del bloque, en Los Monos, Aguaragüe, Sanandita, etc.
Con el resurgir del gas natural a finales de los 90, los grandes campos se ubicaron nuevamente en Tarija: San Alberto, San Antonio- descubiertos por YPFB en tiempos de Jaime Paz Zamora – y Margarita supusieron el motor de la nueva etapa.
Desde 2006, Tarija ha producido más del 70 – 80 por ciento del hidrocarburo del país, y ha cobrado las regalías pertinentes, descontando los costos de transporte, etc., que el Gobierno aplica.
En los últimos años, con la caída de la producción en San Alberto y el incremento de la producción en Incahuasi, además de la entrega de la mitad de las regalías de Margarita a Chuquisaca, la participación ha bajado al 50%.
De los 41 millones de metros cúbicos producidos a nivel nacional en Bolivia, 23 eran de Tarija.
Protagonistas en la gestión de hidrocarburos
Andrés Soliz Rada
Después de una vida dedicada al periodismo militante y la teorización de la izquierda nacional, Soliz Rada se incorporó al gabinete de Evo Morales como ministro de Hidrocarburos, llevando adelante la nacionalización. Antes ya había renegociado los contratos de venta de gas con Brasil y Argentina, recibiendo mejores condiciones para el país.
Renunció en septiembre antes de la negociación de contratos con los operadores y luego de que se limitaran sus funciones.
Carlos Villegas
Ingresó al Gobierno de la mano de Álvaro García Linera y el bloque más pragmático e intelectual. Luego de un fugaz paso por el Ministerio de Planificación y de Hidrocarburos, se acomodó en YPFB desde 2009 hasta 2015, cuando falleció en Chile.
En la etapa de Villegas al frente de YPFB se flexibilizaron los contratos de exportación y de alargaron plazos de la industrialización para fortalecer la gestión pública del Gobierno. En su etapa se culminaron las Separadoras.
Luis Alberto Sánchez
Coincidiendo con la muerte de Carlos Villegas, Luis Alberto Sánchez pasa de la Vicepresidencia de YPFB al Ministerio de Hidrocarburos, desde donde logra poner bajo su tuición a las empresas dependientes, incluyendo YPFB, de donde es presidente del Directorio. Sánchez ha tenido que lidiar con las urgencias, y para ello ha aprobado el fracking, la ley de incentivos y el ingreso en áreas protegidas como Tariquía. Sánchez también ha tenido que lidiar con los problemas derivados de los contratos.
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