Encierro: Emoción y alegría en la despedida de San Roque
-De tu novenario Santo ya llegó el último día, -bis -/Con qué corazón me aparto Roque Santo peregrino. –bis Desde después de su cumpleaños, a primeros de agosto, llevaba tarareando la canción más famosa de estas fechas. Con sus dos años cumplidos, acierta a acabar los versos en ritmo...



-De tu novenario Santo ya llegó el último día, -bis -/Con qué corazón me aparto Roque Santo peregrino. –bis
Desde después de su cumpleaños, a primeros de agosto, llevaba tarareando la canción más famosa de estas fechas. Con sus dos años cumplidos, acierta a acabar los versos en ritmo - ¡Santo! ¡Día! ¡Aparto! ¡grino! - ¡Chunchos! dice al subir la Potosí desde el Obrero y toparse con el mural de Leoni. ¡Chunchos! dice al doblar la casa de Isaac Attié en la Bolívar y General Trigo, cubierta por calaminas decoradas con el motivo de la Fiesta Grande. Otra cosa es en persona. ¡Ja!
A quién volveré mis ojos/sin tu dulce compañía/iremos llorando todos/sin descanso noche y día.
Este año han sido de verdad muchos y de verdad más conscientes. También más tolerantes. Es difícil vivir un festejo como San Roque ocupando la procesión en poner el ojo para criticarlo todo. Los jóvenes bailan. Los viejos bailan. Los niños se agarran a las faldas de sus padres cuando pierden el ritmo. Los alféreces comparten sus mesas. Hay chapacas entre los tamboreros y los quenilleros. El día del Encierro es especial y eso se percibe en el ambiente. También hay empujones, obvio.
Tu calzado es la luna/tu vestido es el sol/manto bordado de estrellas/corona del mismo Dios.
La parada en el Estadio IV Centenario es el momento de los algodones. Los que se acercan por primera vez a la fiesta tardan en entender el gesto. La gente se arremolina alrededor de la imagen y rezan, y por los costados aparecen chapacos de ojotas o señoras de blusa, no importa el atuendo, estiran su brazo y acarician el rostro del santo, luego lo meten rápidamente en la cartera o en un bolsillo. Al principio parece como quien le lanza un pescozón, como un arañazo furtivo, pero es nomás la Fe hecha algodón y esperanza.
Patente puerta del cielo/salud que al enfermo sanas/veamos al Rey de tu hijo/en la corte soberana.
Lo de los mercaderes y el Templo no aplica, o más bien se complementa. En general Bolivia y Tarija es un enorme restaurant al paso y la fiesta de San Roque no es excepción. Carritos de toda forma y color ofrecen desde pollo frito hasta chirriadas. Dulces, choripanes, pipocas, alojita de maní, todo. La economía se mueve y no hay que pasarse de puritano, pero los riesgos son evidentes. Sobre las 21.00, entre General Trigo y Fray Manuel Mingo se prendió un toldo y hubo momentos de pánico que se acabaron controlando. Circuló después que fue una garrafa, etc., sin duda hay que tomar medidas y no solo nota.
En el trono del altar/una estrella resplandece/ése es mi padre San Roque/que en su gloria se aparece.
Mucho antes, la recta final de la Cochabamba es el momento de la verdad. Cuando se entiende la esencia de la fiesta. Los promesantes suben en fila y avanzan apenas un paso, pues el que se queda primero da vuelta y sigue bailando hacia abajo hasta que se encuentra con el Santo, ante el que se arrodilla. Así sucesivamente. Fila interminable. Es ahí donde también los familiares y amigos aplauden, saludan y dan la energía que falta.
Alto y alto los alférez/-celebremos esta fiesta, -bis/una palomita blanca/-con sus paños y sus flechas, -bis
A la mitad de la Cochabamba deja de espachurrarme el cuello y, desde adentro de la acera, pegada a la pared, se vuelve para mirar la interminable fila de chunchos que sube y baja. “¡Plumas!” Desde el primer domingo, que el Mauri le regaló una de su flecha, tema con ellas. Plumas – chunchos – San Roque. El miedo y la fascinación van de la mano en estos asuntos. De momento, racionalizado el concepto, tenemos San Roque para rato.
Glorioso santo San Roque/sois del cielo, sois de la mar/espera ángeles sea cierto/de tu poderosa mano.
Juraría que a las 15.00 ya estaba sentada en la esquina de Méndez y Cochabamba. Y a las 17.00. Y después. Lentes, permanente reciente, luto de últimos días. Mira, mira, mira. Escudriña uno por uno. Concentración extrema. Un chuncho se aparta de la fila un segundo. levanta la mano. Ella también. Él vuelve a la fila. Ella se va.
Olvidado de las gentes/solo en el monte viviste/un perro con pan te asiste/con que la vida sustentas.
Llevan chupas de cuero y melena al viento, el que ha empezado a hacer a la media tarde para alivio de los promesantes. Pasan a toda velocidad – “dólar”, “ya”, “pibe”, “viste”, “grosso”-, pero alucinan con lo que han visto. Tal vez son la avanzada de Los Nocheros, tal vez solo vinieron a intentar deshacerse de los pesos argentinos. En verdad lo de los chunchos promesantes es de exportación y todavía no lo sabemos.
Vuelves al fin a tu tierra/y en una cárcel te encierran/a los cinco años cabales/ya nadie te conocía.
Momento para la política: en la Iglesia se sentaron juntos, que no revueltos, el Gobernador Adrián Oliva, el subgobernador Johnny Torres y el aspirante a presidente Samuel Doria Medina. A la derecha del cardenal Ticona, que oficiaba desde el altar. El alcalde Rodrigo Paz y el presidente del Concejo, Francisco Roas, a la izquierda. El Cardenal ha tenido más eco por lo político que por lo ceremonial en sus pocos días de andadura, pero todo pasa. Desde ayer, la Iglesia de San Roque empieza su camino para convertirse en Basílica Menor, veremos cuan ágil anda el Vaticano con estas cosas.
En la agua pendiente hallaste/la gente apestada y triste/cruces sobre ellos hiciste/y al instante los sanaste.
Diez, cien, mil, diez mil. No hay fórmula para calcular los promesantes que se van colocando en las puertas del templo. Muchos al fin. Entran los cañeros, los reyes del mambo, impresionante instrumento de inexplicable sonido, nuestro nomás. Con ellos el santo San Roque. Mientras se coloca y el padre Garvin empieza con las instrucciones/oraciones/pedidos, la gente busca su pañuelo. La emoción está en la plaza. Y en su momento, con la voz que Dios dio, sin más respaldo que el hombro cercano del compañero chuncho sudoroso y cansado, sin más compás que el de su respiración, diez mil gargantas entonan el estribillo sanroqueño.
Glorioso santo San Roque/con humilde sencillez/aquí nos tienes postrados/de rodillas a tus pies.
Y de verdad se arrodillan, todos, a la vez, y la multitud de gente que ha entrado en la minúscula plaza Campero recorre un metro hacia atrás. En realidad se comprimen porque los puestos de masitas quedan intactos, igual que los mandiles de quienes los atienden.
Aquí nos tienes postrados/de rodillas a tus pies/y no nos levantaremos/hasta que nos perdonéis.
A la mayoría de los fotógrafos aficionados ya se les ha cansado el brazo de sostener el celular, otros lo han bajado conscientemente dispuestos a guardar el momento esta vez sí en la memoria, la de verdad, no esa que se acaba perdiendo cuando cambias de aparato o quemando con un bajón de Setar.
Adiós padre soberano/adiós soberano padre/échanos tu bendición/al año vendré a cantarte/Hoy me despido llorando/Roque santo peregrino/me voy con tu bendición/adiós glorioso y divino.
Las arrugas prolongan el bigote, camisa blanca, me mira de frente y me dice: “Yo siempre bailo”. Soy de papel, no reconoce al periodista, se lo hubiera dicho a cualquiera que le hubiera sostenido la mirada un segundo. Luego llora.
[gallery type="rectangular" ids="59224,59211,59226"]
Desde después de su cumpleaños, a primeros de agosto, llevaba tarareando la canción más famosa de estas fechas. Con sus dos años cumplidos, acierta a acabar los versos en ritmo - ¡Santo! ¡Día! ¡Aparto! ¡grino! - ¡Chunchos! dice al subir la Potosí desde el Obrero y toparse con el mural de Leoni. ¡Chunchos! dice al doblar la casa de Isaac Attié en la Bolívar y General Trigo, cubierta por calaminas decoradas con el motivo de la Fiesta Grande. Otra cosa es en persona. ¡Ja!
A quién volveré mis ojos/sin tu dulce compañía/iremos llorando todos/sin descanso noche y día.
Este año han sido de verdad muchos y de verdad más conscientes. También más tolerantes. Es difícil vivir un festejo como San Roque ocupando la procesión en poner el ojo para criticarlo todo. Los jóvenes bailan. Los viejos bailan. Los niños se agarran a las faldas de sus padres cuando pierden el ritmo. Los alféreces comparten sus mesas. Hay chapacas entre los tamboreros y los quenilleros. El día del Encierro es especial y eso se percibe en el ambiente. También hay empujones, obvio.
Tu calzado es la luna/tu vestido es el sol/manto bordado de estrellas/corona del mismo Dios.
La parada en el Estadio IV Centenario es el momento de los algodones. Los que se acercan por primera vez a la fiesta tardan en entender el gesto. La gente se arremolina alrededor de la imagen y rezan, y por los costados aparecen chapacos de ojotas o señoras de blusa, no importa el atuendo, estiran su brazo y acarician el rostro del santo, luego lo meten rápidamente en la cartera o en un bolsillo. Al principio parece como quien le lanza un pescozón, como un arañazo furtivo, pero es nomás la Fe hecha algodón y esperanza.
Patente puerta del cielo/salud que al enfermo sanas/veamos al Rey de tu hijo/en la corte soberana.
Lo de los mercaderes y el Templo no aplica, o más bien se complementa. En general Bolivia y Tarija es un enorme restaurant al paso y la fiesta de San Roque no es excepción. Carritos de toda forma y color ofrecen desde pollo frito hasta chirriadas. Dulces, choripanes, pipocas, alojita de maní, todo. La economía se mueve y no hay que pasarse de puritano, pero los riesgos son evidentes. Sobre las 21.00, entre General Trigo y Fray Manuel Mingo se prendió un toldo y hubo momentos de pánico que se acabaron controlando. Circuló después que fue una garrafa, etc., sin duda hay que tomar medidas y no solo nota.
En el trono del altar/una estrella resplandece/ése es mi padre San Roque/que en su gloria se aparece.
Mucho antes, la recta final de la Cochabamba es el momento de la verdad. Cuando se entiende la esencia de la fiesta. Los promesantes suben en fila y avanzan apenas un paso, pues el que se queda primero da vuelta y sigue bailando hacia abajo hasta que se encuentra con el Santo, ante el que se arrodilla. Así sucesivamente. Fila interminable. Es ahí donde también los familiares y amigos aplauden, saludan y dan la energía que falta.
Alto y alto los alférez/-celebremos esta fiesta, -bis/una palomita blanca/-con sus paños y sus flechas, -bis
A la mitad de la Cochabamba deja de espachurrarme el cuello y, desde adentro de la acera, pegada a la pared, se vuelve para mirar la interminable fila de chunchos que sube y baja. “¡Plumas!” Desde el primer domingo, que el Mauri le regaló una de su flecha, tema con ellas. Plumas – chunchos – San Roque. El miedo y la fascinación van de la mano en estos asuntos. De momento, racionalizado el concepto, tenemos San Roque para rato.
Glorioso santo San Roque/sois del cielo, sois de la mar/espera ángeles sea cierto/de tu poderosa mano.
Juraría que a las 15.00 ya estaba sentada en la esquina de Méndez y Cochabamba. Y a las 17.00. Y después. Lentes, permanente reciente, luto de últimos días. Mira, mira, mira. Escudriña uno por uno. Concentración extrema. Un chuncho se aparta de la fila un segundo. levanta la mano. Ella también. Él vuelve a la fila. Ella se va.
Olvidado de las gentes/solo en el monte viviste/un perro con pan te asiste/con que la vida sustentas.
Llevan chupas de cuero y melena al viento, el que ha empezado a hacer a la media tarde para alivio de los promesantes. Pasan a toda velocidad – “dólar”, “ya”, “pibe”, “viste”, “grosso”-, pero alucinan con lo que han visto. Tal vez son la avanzada de Los Nocheros, tal vez solo vinieron a intentar deshacerse de los pesos argentinos. En verdad lo de los chunchos promesantes es de exportación y todavía no lo sabemos.
Vuelves al fin a tu tierra/y en una cárcel te encierran/a los cinco años cabales/ya nadie te conocía.
Momento para la política: en la Iglesia se sentaron juntos, que no revueltos, el Gobernador Adrián Oliva, el subgobernador Johnny Torres y el aspirante a presidente Samuel Doria Medina. A la derecha del cardenal Ticona, que oficiaba desde el altar. El alcalde Rodrigo Paz y el presidente del Concejo, Francisco Roas, a la izquierda. El Cardenal ha tenido más eco por lo político que por lo ceremonial en sus pocos días de andadura, pero todo pasa. Desde ayer, la Iglesia de San Roque empieza su camino para convertirse en Basílica Menor, veremos cuan ágil anda el Vaticano con estas cosas.
En la agua pendiente hallaste/la gente apestada y triste/cruces sobre ellos hiciste/y al instante los sanaste.
Diez, cien, mil, diez mil. No hay fórmula para calcular los promesantes que se van colocando en las puertas del templo. Muchos al fin. Entran los cañeros, los reyes del mambo, impresionante instrumento de inexplicable sonido, nuestro nomás. Con ellos el santo San Roque. Mientras se coloca y el padre Garvin empieza con las instrucciones/oraciones/pedidos, la gente busca su pañuelo. La emoción está en la plaza. Y en su momento, con la voz que Dios dio, sin más respaldo que el hombro cercano del compañero chuncho sudoroso y cansado, sin más compás que el de su respiración, diez mil gargantas entonan el estribillo sanroqueño.
Glorioso santo San Roque/con humilde sencillez/aquí nos tienes postrados/de rodillas a tus pies.
Y de verdad se arrodillan, todos, a la vez, y la multitud de gente que ha entrado en la minúscula plaza Campero recorre un metro hacia atrás. En realidad se comprimen porque los puestos de masitas quedan intactos, igual que los mandiles de quienes los atienden.
Aquí nos tienes postrados/de rodillas a tus pies/y no nos levantaremos/hasta que nos perdonéis.
A la mayoría de los fotógrafos aficionados ya se les ha cansado el brazo de sostener el celular, otros lo han bajado conscientemente dispuestos a guardar el momento esta vez sí en la memoria, la de verdad, no esa que se acaba perdiendo cuando cambias de aparato o quemando con un bajón de Setar.
Adiós padre soberano/adiós soberano padre/échanos tu bendición/al año vendré a cantarte/Hoy me despido llorando/Roque santo peregrino/me voy con tu bendición/adiós glorioso y divino.
Las arrugas prolongan el bigote, camisa blanca, me mira de frente y me dice: “Yo siempre bailo”. Soy de papel, no reconoce al periodista, se lo hubiera dicho a cualquiera que le hubiera sostenido la mirada un segundo. Luego llora.
[gallery type="rectangular" ids="59224,59211,59226"]