De San Bernardo a San Roque, el patrono de Tarija
Según el historiador Edwin Rivera Miranda, don Francisco de Toledo, que ordenó la fundación de Tarija, dispuso que llevaría el nombre de San Bernardo, por ser éste Santo, “hidalgo abogado que encarna la pureza de las fantasías religiosas”. Más los pobladores, al decir de los oidores...



Más los pobladores, al decir de los oidores de la Audiencia de Charcas, no podían estar dentro de esas finalidades debiendo tener su “Santo” que los protegiese de los ataques de los salvajes. Así cuentan que designaron a tal finalidad a don Francisco de Chávez la elección del “Patrono” que debía ser el reflejo de sus afectos y alegrías y médico de sus dolencias.
Don Francisco Chávez era el más agudo pensador del Cabildo y el más ingenioso rimador de las frases. De esta manera, vino San Roque a ser el Santo del Cabildo, a cuyo nombre se elevaban al Señor, las oraciones para que extermine las pestes y los males de los pobladores, en esos tiempos la lepra.
Se dispuso los festejos en la forma más resonante. Los indígenas del partido de Canasmoro trajeron sus “cañas”, que entonan la música lúgubre del dolor y que toca las fibras del recuerdo. Los de la Vitoria y Erquis, trajeron la “caja” y el “erque”, que evocan días de claro vivir, cuando los “Orejones” abatían a los chiriguanos, y los “Chunchos” y los “Diablos” venían a engalanar los festejos.
Año a año la fiesta del Cabildo, crecía en fe, el comercio tomó como centro la “Feria”; y la Iglesia tonificaba su propaganda; incrustando en el “chapaco” la adoración a Dios. Días paganos, semanas de intercambio en la vida rural. Después…el comercio tonificaba sus arcas. La sociedad, se estrechaba, se comunicaba. Bailes y toros como en la vieja España le ponían emoción a la fiesta.
“Transcurrieron los años, y las pretensiones de la civilización trató de borrar los ensueños de nuestros antepasados…Después, esas fiestas paganas, esas ferias de la conquista, esos días de bacanal, de explotación comercial y de profanación religiosas, fueron desapareciendo. El siglo las empujó”, dice Rivera.
La historia detrás del leprosario de Lazareto
Para completar la historia de esta tradición se debe hablar también del leprosario ubicado en la comunidad de Lazareto.
Más de un siglo después, los comunarios de la zona recuerdan aún los relatos de sus abuelos sobre la existencia del sanatorio construido por los franciscanos para destinar a las personas aquejadas con el “mal de San Lázaro”, la lepra.
“La construcción la hicieron los franciscanos, con ayuda de gente que han traído de otros lugares”, explica doña Benigna Gareca, cuya familia habita en la zona desde hace varias generaciones y quien oyó las historias de la voz de sus abuelos.
No quedan claras las razones por las que el sanatorio fue cerrado pero existe una leyenda que hace referencia a que los enfermos de lepra fueron asesinados y el sanatorio incendiado.
Hoy sólo quedan las ruinas del sanatorio, el cementerio y la capilla que fue restaurada a iniciativa del municipio de Cercado.
El cementerio se ha convertido en el camposanto de las comunidades vecinas. En un lugar más cercano a la capilla se pueden aún ver las tumbas antiguas en las que se presume fueron enterrados los enfermos de lepra que fallecían en el lugar.
En una de ellas se puede leer 2 de enero de 1920, tallado toscamente en la piedra clavada en el suelo para marcar el lugar.
Diversos letreros van indicando cuáles fueron los ambientes de los que constaba el antiguo “lazareto”, un pabellón de mujeres con su respectivo patio, que según doña Benigna, quien nos guía por el lugar, debió ser un huerto.
También se ha señalizado el sendero que lleva a las aguas curativas que bajan del cerro y caen en pequeña cascada en primavera y que se dice que los enfermos utilizaban para lavar sus heridas que iban sanando gracias al poder de estas aguas.
Pero además se cuenta que San Roque apareció un mes de septiembre durante la colonia y curó las heridas de los enfermos. Los principales beneficiados del milagro habrían sido los guaraníes, quienes desde esa oportunidad fusionaron sus rituales contra la enfermedad a su deidad, Tumpa, con la devoción por San Roque.
Todos estos rastros históricos habrían dado origen a la celebración del Santo Curandero y aunque antiguamente había celebraciones de los otros patronos, San Bernardo y San Juan Evangelista, fue San Roque quien finalmente pasó a ser el patrono preferido de la región.
Aunque la lepra abandonó la ciudad y el antiguo hospital desapareció, la fe sigue intacta. Para demostrarlo, los chunchos representan a los enfermos de antaño, recordando la época en que estos hombres bajaban a la ciudad para pedir limosna, alimento y agua.
La fiesta del patrono
Esta fiesta católica marca el periodo más religioso del año en la ciudad de Tarija, conlleva a un seguimiento del Santo Patrono San Roque como ejemplo de vida para sus fieles, en sentido que este personaje demostró la entrega directa de su persona a la voluntad de Dios en favor de los más necesitados, pese a las grandes calamidades que pasó por su vida.
El pueblo tarijeño celebra la Fiesta de “San Roque” -oficialmente- el 16 de agosto de cada año. Más aún el pueblo recién la celebra el primer domingo del mes de septiembre. La Fiesta está engalanada con la participación de los “chunchos” emblemática y peregrinos que, ataviados con su típica y colorida indumentaria y al son de su rítmica danza, acompañados por músicos populares representados por “cañeros”, “quenilleros”, “tamborilleros” y la guía de “alféreces”, cumplen su Promesa a “San Roquito” y le acompañan los días programados hasta el 10 de septiembre (un día como hoy), fecha que se realizará el “encierro” de la “Fiesta Grande de Tarija”.
En los alrededores de la iglesia de San Roque se venden delicias propias de la celebración como empanadas blanqueadas, rosquetes, hojarascas, aloja de cebada, aloja de maní, entre otros manjares tarijeños.
Alabanza a San Roque
-De tu novenario Santo
ya llegó el último día, -bis
-Con qué corazón me aparto
Roque Santo peregrino. –bis
A quién volveré mis ojos
sin tu dulce compañía,
iremos llorando todos
sin descanso noche y día.
Tu calzado es la luna,
tu vestido es el sol,
manto bordado de estrellas,
corona del mismo Dios.
Patente puerta del cielo,
salud que al enfermo sanas,
veamos al Rey de tu hijo
en la corte soberana.
En el trono del altar
una estrella resplandece,
ése es mi padre San Roque
que en su gloria se aparece.
Alto y alto los alférez
-celebremos esta fiesta, -bis
una palomita blanca
-con sus paños y sus flechas, -bis
Glorioso santo San Roque
sois del cielo, sois de la mar,
espera ángeles sea cierto
de tu poderosa mano.
Olvidado de las gentes,
solo en el monte viviste,
un perro con pan te asiste,
con que la vida sustentas.
Vuelves al fin a tu tierra
y en una cárcel te encierran,
a los cinco años cabales
ya nadie te conocía.
En la agua pendiente hallaste
la gente apestada y triste,
cruces sobre ellos hiciste
y al instante los sanaste.
Glorioso santo San Roque
con humilde sencillez,
aquí nos tienes postrados
de rodillas a tus pies.
Aquí nos tienes postrados
de rodillas a tus pies,
y no nos levantaremos
hasta que nos perdonéis.
Adiós padre soberano,
adiós soberano padre,
échanos tu bendición,
al año vendré a cantarte.
Hoy me despido llorando,
Roque santo peregrino,
me voy con tu bendición,
adiós glorioso y divino.
“Música y Cantos Tradicionales de Bolivia”
Editores: Fernando Arduz, Lorenzo Calzavarini.
Editorial “Luis de Fuentes”.
Tarija – 1999.
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