Rumbo al 17A: Del carnaval de siglas al cuco de Morales
Las opciones siguen abiertas tanto en el bloque popular – con al menos tres candidatos y cinco siglas disponibles – como en la oposición – con Chi, Rodrigo Paz y Jaime Dunn aún sin sigla.



Todo el mundo preveía que lo del 18 de Abril iba a ser de infarto, pero al menos, depararía resoluciones y aclararía ligeramente el panorama. Pues no. El Tribunal Supremo Electoral había elegido ni más ni menos que el Viernes Santo para que las siglas anotaran sus intenciones, bien en alianza, bien en solitario. En todos estos meses de dimes y diretes, de juegos de póker, de traiciones y presiones, muchos políticos habían marcado el 18 de Abril como el día culmen de su particular ascenso al calvario desde donde resucitar como referente, pero lo cierto es que más de uno trastabilló en su descenso a la plaza Avaroa de La Paz. Algunos se quedaron sin la alianza prometida; otros perdieron la oportunidad de un “alquiler pactado”. Los precios de los “taxi partidos”, evidentemente, van a subir.
Sin claridad en la oposición
De entre las alianzas opositoras registradas hubo algunas sorpresas. Tuto Quiroga se adelantó a todos para evitar la trancadera – o respetar los feriados – y se inscribió el jueves con la sigla del Frente Revolucionario de Izquierda (FRI) y la de Demócratas de Rubén Costas. Costas amagó con bajarse cuando la “unidad” con Doria Medina voló por los aires, pero lo cierto es que tenía pocas opciones: tiene cuentas pendientes con el empresario, al que vetó de la papeleta en 2019, y no podía dejar pasar, porque en 2020 ya se quedaron al margen de la elección tras la renuncia de Jeanine Áñez. Demócratas es pues la garantía de que Tuto llegará hasta el final.
También se inscribió la alianza de Samuel Doria Medina, que como se preveía, siempre fue suya, aunque logró asegurar que Luis Fernando Camacho se quedaba con ellos. Doria Medina fue a visitarlo exprofeso a Chonchocoro, aunque fue el movimiento de Demócratas el que le acabó convenciendo. La pelea en Santa Cruz no deja de ser local.
También se anotó el Súmate Autonomía para Bolivia de Manfred Reyes Villa, que siempre tuvo claro su camino y lo sostiene.
También se inscribió una tercera alianza que se puede considerar opositora y que lidera ADN con unos cuantos partidos locales. El nombre es una incógnita, pues consta que negoció hasta el final con el “opositor de moda”, Jaime Dunn, pero otros apostaron con José Carlos Sánchez Verazaín.
En esa alianza de partidos tradicionales pudo entrar también el MNR de Johnny Torres, que ya había saltado hace unas semanas del lado de Samuel Doria Medina, cuyo acuerdo formal presentó en Tarija, pero del que el cementero nunca se apropió: no hubo foto en el Hotel Europa ni llegó a Tarija a recibir el apoyo, ni siquiera en la efeméride del 15 de abril hubo foto.
El MNR también negoció hasta última hora con Dunn y una alianza con ADN le daba incluso cierto relato y estructura para darse a conocer, pero finalmente no se concretó. Tanto desde filas de ADN como del MNR han llovido críticas y acusaciones contra Dunn y sus formas de negociar, lo han tildado de “ladino” y “desleal”, pero lo cierto es que seguirán negociando: El MNR está obligado a concurrir porque no lo hizo en 2020 y ADN, que recuperó la sigla con un procedimiento no tan ortodoxo, podría descansar.
A ninguno se le escapa que detrás de Jaime Dunn está el multimillonario Marcelo Claure, al que le entró un repentino interés por la política nacional y que lo reclutó hace ya muchos meses para coordinar su programa desde el laboratorio de Harvard (EEUU) “Bolivia 360”, que es algo así como su programa electoral, y en esas, sigue habiendo varios partidos inscritos que pueden ser opciones para él, o para el propio Rodrigo Paz Pereira o Chi Hyun Chung, que en principio no han declinado su candidatura todavía, aunque siguen sin sigla.
“Taxi partidos libres”
De entre los partidos inscritos sin candidato, y sin ideología clara, es decir, capaces de servir a unos u a otros, está Nueva Generación Patriótica (NGP), tan neófito como desconocido; el Partido Demócrata Cristiano (PDC), que en 2014 acogió a Tuto Quiroga y en 2019 a Chi Hyun Chung, y el Frente Para la Victoria (FPV), un partido cuasi familiar que primero firmó con Evo Morales y luego lo despachó, quién sabe si como estrategia. Lo que es raro es que de llevar a Morales pasara a llevar a Dunn.
El otro partido libre, que también registró su propia alianza, es Unión Cívica y Solidaridad (UCS) también convertido en valiosa herencia y que administra el alcalde de Santa Cruz Johnny Fernández. Es posible que Fernández se lance a la presidencia, pero también que lo alquile. En 2019 llevó a Víctor Hugo Cárdenas y en 2020 al mismísimo Luis Fernando Camacho, pero en los cinco años de gestión ha vuelto a raíces populares, que son las que le dieron la victoria a la alcaldía y a quien podría ceder el puesto.
Bloque popular
UCS es el último en sonar en un bloque que tiene más opciones que nunca: Se ha anotado el Movimiento Tercer Sistema (MTS) de Félix Patzi, que en esta ocasión ha abierto la posibilidad de ceder espacios en el binomio; también está el Morena de la alcaldesa de El Alto, Eva Copa, que se anotó sin alianza; también se inscriben en ese lado del tablero Pan Bol y el MAS.
Lo que no está claro es quienes serán los candidatos, ni siquiera en el MAS, donde el presidente Luis Arce insiste en que solo es “precandidato”, lo que abre la puerta a todas las negociones posibles.
El candidato de moda en ese espacio es Andrónico Rodríguez, que sigue sin definirse individualmente, pero que sigue enervando al bloque evista: ayer no apareció en la enésima proclamación de Evo Morales en su feudo, Entre Ríos, desatando la enésima campaña de desprestigio contra el joven presidente del Senado. Morales no desvela su estrategia pero insiste en que tendrá partido y será candidato. Aún no ha definido vicepresidente, mucho menos qué pasará cuando la realidad, más allá de las argumentaciones de cada uno, le acabe explotando en la cara.
Andrónico suena en binomio con Eduardo del Castillo, que sería la prueba del algodón de la ruptura con Evo Morales; suena con Mario Cronembold, que aunque ha sido recientemente señalado de “traidor”, es más cercano a ese lado; y suena también con Eva Copa, que tiene su propia sigla, es igual de repudiada por el evismo, blindaría el recambio generacional y, ojo, es la única sin vínculos con Álvaro García Linera, en principio el principal “articulador” de la tercera vía en el masismo.
Como sea, la puja por hacerse con una sigla está en auge. Conviene estos días escuchar a los propios candidatos sobre sus opciones, pues hay demasiada guerra subterránea e intereses mezclados. Todos se juegan mucho en este embate. Sobre todo, Bolivia.