La “Expo Grabado” de 3700
El colectivo orureño 3700 Grabado de Altura trajo una muestra de algunas de las técnicas más representativas de este noble arte.



El grabado es un arte milenario. Se cree que los primeros grabados se hicieron en Mesopotamia utilizando sellos cilíndricos tallados en piedra. En China, también se practicó este arte dando ejemplos de gran belleza.
En todo el mundo y en todo tiempo, se desarrollaron técnicas como el aguafuerte, la xilografía y la litografía, cada una con su carácter creativo, siempre como una manera de reproducir imágenes desde una placa matriz celosamente manufacturada.
Con una larga genealogía, se han hecho famosas las obras de artistas como Albrecht Dürer, Rembrandt van Rijn y Francisco de Goya, y en nuestro continente sobresale el trabajo de grabadores como Guillermo Silva Santamaría, Graciela Rodo Boulanger, José Guadalupe Posada, Edward de Ybarra, Zulema Petruschansky, o Max Aruquipa, por mencionar algunos.
Con más de 40 obras en exposición, el colectivo 3700 Grabado de Altura se inserta en esta tradición y hace un llamado a los artistas plásticos tarijeños para valerse y apropiarse de una técnica por demás noble, ya que despierta en las personas no solo la sensibilidad, sino capacidades creativas y mentales únicas. Los 12 artistas que expusieron sus grabados dan cuenta de ello.

Rescatamos una selección de piezas en las que predomina la xilografía, es decir, el grabado en placas de madera, con algunos ejemplos de aguafuerte (grabado en metal), algrafía (grabado en aluminio en reemplazo de la piedra litográfica), o punta seca, cual es el caso de la obra Imperial, en la que Pamela Ilacio hace un retrato de un músico destacando su instrumento con pan de oro para lograr un trabajo atractivo en técnica mixta.
Obras como Mirada Inocente, Promesante, Trabajo de campo y Anunciador del nuevo día, tienen un estilo más bien realista, naturalista, y son obras en las que los temas y los tratamientos obedecen a una representación de las observaciones que los artistas hacen de la realidad.

Por otra parte, Cosmocentrismo, Señales de vida y Grito de dolor, son claramente obras simbólicas en las que sus autoras han capturado temáticas particulares y personales, valiéndose de fragmentos y colores para condensar ideas en imágenes.
Finalmente, hay obras de las que emerge una voluntad más bien expresiva, como Dama del frío, Reina de un mundo de apariencia, Cuerpo y Mujer andina, en las que el trazo de sus autores, y las decisiones que hacen sobre la forma y el color, otorga a las obras un rasgo discursivo notable.
