Tres poemas inéditos de Antagónica Furry
La poeta conversó con Pura Cepa y autorizó la publicación temprana de estos versos que aparecerán en todo su esplendor en su siguiente libro arte, todavía innominado, pero que tendrá al tiempo como tema central.
Fue inevitable sembrar alguna pausa, cosechar alguna mayúscula, y atender al hilo invisible en el que Antagónica Furry tejió estas imágenes para entregarlas: Al leer estos poemas, quien lea se encontrará, primero, frente a un espejo, frente a una soledad de cuyos ojos brota la incertidumbre. Se encontrará con otra carne, acostumbrada y apasionada. Se verá en travesía, en medio de la masiva otredad, en una turbulencia impensable para una sala de espera, un puerto de paso, con la vida obligada a marcarse a destiempo. Allá van.
Sueño de Ariza
Tan herida que te tiñes de bordó,
tan quebrada como un cerro doliente.
Vienes a mi como un animal cansado,
tan triste como congojas de pésames…
Y es que… las soledades se han citado.
Mi náufraga consciente,
mi fruta de dragón,
mi racimo de hierbas curanderas,
aquí estoy con los pergaminos intactos.
El tiempo tan mudo no previno.
Criatura salina, las soledades se han citado.
Qué ganas de buscarte en barrancos…
Y es que… llegaste cuando mi casa estaba vacía,
solo había escombros, polvo, silencio y libros.
Cientos de libros que no sabía si clasificar como escombros, polvo o silencio.
Que no se haga tarde tu declaración de hecatombe.
Queda por demás decir que mi casa es este amor.
Encuentro
Relámpago iluminado, pronuncias mi nombre.
Hay nubes en forma de conejos.
Decadencia, brillas bajo un sol demasiado justo.
Acción en dosis disoluble,
contrato de pieles en moho.
El crujir de sábanas secas,
manos de aspas,
un encuentro desmenuzado no cesa de ondular difuso.
Tu aura piadosa,
el salitre del jardín.
Ven, y arremolina los deslices,
acaba este festín salpicado con rímel, mi ocaso del bien.
Parpadeo…
Parpadeas…
La vorágine cercena.
Requiebro tu espina con un beso.
Los tiempos danzan.
Suspende tus desdichas con un roce áspero de mis manos calladas.
Este soy, una tregua menguante.
Destiempo
El mundo está atestado,
retumba en ecos feroces.
Siento silencios que aterran,
hay vientos que guardan mi reposo,
hay enjambre de ruidos mudos en mis oídos,
hay maletas vacías esperando saltar.
Parece que lo humano fue disfraz.
Miro mi vida como a una pared calcárea,
agito el pañuelo pidiendo tregua.
Los sentidos comunes fingen dormir.
Aquí estoy entre cactus ardiendo orquestando ser feliz.
Las horas de insomnio tienen pulso.
Esta orilla me da calma…