Vida en Familia
Niños hiperregalados en Navidad: tres claves para que no sea una pelea
Pactar con abuelos, tíos o primos el número y el tipo de obsequios que recibirá el menor durante las fiestas permitirá que viva unos días repletos de ilusión pero dentro de unos límites educativos. La sobreabundancia puede llevar a criar menores caprichosos, poco agradecidos y con poca imaginación
La Navidad es una época muy especial para grandes y pequeños. Unas fechas familiares repletas de costumbres y tradiciones que regalan tiempo para pasar con la familia y los amigos. Días de largas sobremesas, de sabrosa comida, risas, juegos y villancicos. Unas fechas donde se echa mucho de menos a los que ya no están, se analiza lo bueno y lo malo que ha traído el año y se escriben deseos que se quieren lograr en los siguientes 12 meses. Los niños se convierten en los verdaderos protagonistas de las celebraciones. Días mágicos para ellos al ver cómo la ciudad se engalana de luces y ofrece divertidos planes navideños. Niños que esperan planes como visitar ferias, ir al cine o patinar sobre hielo con un buen chocolate caliente, entre otros. Y emoción máxima por la llegada de Papá Noel o los Reyes Magos entre quienes conservan costumbres argentinas o españolas, cargados de regalos y sorpresas que han leído en las cartas escritas con gran emoción.
Pero el número de regalos que recibe un niño en Navidad a veces provoca roces y malentendidos entre los padres y el resto de la familia. Mientras los progenitores piden a los familiares que no sobrerregalen al menor, tíos, primos y abuelos se dejan llevar por la ilusión de ver al pequeño feliz y el deseo los lleva a acabar comprando muchas más cosas de las que este precisa. Un número de regalos excesivo que crea malestar en sus padres y puede provocar discusiones serias.
No es nada educativo que un niño reciba en Navidad demasiados obsequios, haciéndole sentir que consigue todo aquello que desea sin tener en cuenta si lo necesita o no. Un exceso que incluso puede ser perjudicial para el desarrollo del menor y convertirlo en una persona egoísta que únicamente es feliz si se le colma de cosas materiales. Si los abuelos o tíos dejan demasiados presentes bajo el árbol, el niño no dará valor a nada y únicamente se centrará en abrir con prisas todas las sorpresas sin pensar si le gustan o no. En unos días estos juguetes estarán olvidados en un cajón porque a la mayoría no le habrá prestado casi atención. Además, acabará sintiendo que siempre debe conseguir aquello que desea sin esfuerzo. El llamado síndrome del niño hiperregalado le convertirá en una persona caprichosa, poco agradecida y con poca imaginación. También se mostrará furioso o enrabiado si sus deseos no se cumplen y se mostrará celoso por los regalos que reciban los demás. Un chiquillo que dejará de darle valor a las muestras de afecto o a que quieran pasar tiempo de calidad con él si no obtiene algún beneficio y que basará en el consumismo su felicidad. Una superabundancia de obsequios le hará sentir solo, triste e insatisfecho, y le dificultará el desarrollo de una adecuada tolerancia a la frustración. Esto puede provocar que se convierta en una persona muy egocéntrica, con muchas dificultades para desarrollar valores tan importantes como la gratitud, la humildad, la generosidad, la empatía o el respeto.
Antes de las fiestas navideñas, en un ejercicio de conciencia y responsabilidad, las familias deberían reflexionar y llegar a acuerdos para que el menor no reciba demasiados regalos. Hablar desde la complicidad y el respeto de cómo le gustaría a los progenitores organizar los regalos en casa evitará muchas situaciones desagradables. Para intentar minimizar la saturación y evitar así el síndrome del niño hiperregalado será clave llegar a acuerdos y que todos los miembros de la familia los cumplan.
Tres claves para que en la familia los regalos no se conviertan en discusiones y malentendidos:
· Será muy importante que orientemos al niño a escribir una carta de Reyes responsable y que en ella pida únicamente aquellos regalos que realmente necesite o le hagan mucha ilusión. Seguir La regla de los cuatro regalos le ayudará a ceñirse a una cantidad adecuada de deseos. Una prenda o un accesorio para vestir, un juego o un libro que fomente su aprendizaje, algún objeto que necesite para practicar su deporte preferido o para realizar alguna actividad extraescolar y un regalo que satisfaga al máximo su ilusión y lleve tiempo esperándolo. En esta carta también se le puede a dar gracias por todo lo bueno que tiene en su vida y escribir regalos para los demás.
· A través del diálogo y el respeto, los padres deberán explicar a abuelos o tíos que no desean que el menor reciba excesivos regalos porque eso se aleja del estilo de crianza que han elegido. Hablar con ellos sobre la importancia de que le regalen juguetes que no sean bélicos y libres de estereotipos de género será muy importante para evitar broncas y desilusiones. Agrupar los obsequios por temáticas como Legos o Playmobil o realizar un único regalo conjunto, que puede ser una experiencia familiar, ayudará mucho a reducir el número.
· Una buena idea para proponer a los abuelos o tíos es que el presente que elijan para el niño se quede en su casa para que cuando los visite pueda jugar con él. Podemos animarles a que sea un juego de mesa, de cocina o manualidades que fomente la creatividad y favorezca pasar tiempo juntos jugando con él.
Si un niño recibe demasiados regalos esta Navidad no podrá valorarlos ni disfrutarlos y crecerá pensando que debe tener todo aquello que desea. Pactar con abuelos y demás familiares el número y el tipo de obsequio que recibirá permitirá a las familias que Navidad o Reyes se convierta para todos en un día repleto de ilusión y magia dentro de unos límites educativos.
Cuidado con los dulces
Turrones de todos los sabores, mazapanes, almendras garrapiñadas, mantecados, polvorones, panettones tradicionales o con pepitas de chocolate, fruta escarchada, caramelos, pistachos, roscón clásico o relleno de nata, trufa o crema… Durante las fiestas navideñas, las comidas y cenas despliegan en las mesas una gran variedad de dulces que hacen las delicias de los más golosos. Adultos, jóvenes y niños disfrutan con unos manjares que, ingeridos de manera desproporcionada, resultan contraproducentes para la salud. Un consumo que debe ser moderado, porque todos los estudios recientes en Bolivia están advirtiendo de un incremento de la obesidad infantil preocupante.
“La obesidad o el sobrepeso en la infancia es, en el 99% de los casos, nutricional o exógena, es decir, multifactorial. Hay una serie de genes que predisponen al sobrepeso, pero, sobre todo, influyen los factores ambientales”, sostiene la doctora Isabel González Casado, jefa de sección del Servicio de Endocrinología pediátrica del Hospital Universitario La Paz. Entre los elementos que conforman un ambiente obesogénico se encuentran tanto un aumento de la vida sedentaria y disminución de la actividad física como una ingesta excesiva de alimentos, generalmente hipercalóricos, “con alto contenido en grasas, azúcares refinados y sal, chuches, bollería industrial, refrescos y bebidas azucaradas, alimentos prefabricados y comida rápida (hamburguesas, pizzas, snacks, patatas fritas…), y una ingesta de verduras o frutas reducida”, apunta Casado. “Cuando existe un desequilibrio entre la energía ingerida y la que se gasta se produce un incremento del peso”, añade.
La obesidad es una enfermedad crónica con importantes consecuencias para la salud a corto, medio y largo plazo. “No es una cuestión de voluntad”, declara Leis. Esta patología, según explica, se caracteriza por un aumento de la grasa corporal, de la adiposidad, que es un órgano metabólicamente activo que produce sustancias que afectan a todos los órganos y aparatos. Hay enfermedades que se asocian con adiposidad u obesidad, pero, en la mayoría de las ocasiones, se trata de una obesidad poligénica, resultado de la interacción entre genes y ambiente: “Los genes suponen un 20% en el diagnóstico de la obesidad, el otro 80% son el ambiente y los mecanismos epigenéticos”, manifiesta Leis. Esta experta señala que en la actualidad vivimos en un ambiente en el que determinados comportamientos conducen al exceso de peso: “Se come sin hambre, se bebe sin sed, y socialmente se acepta comer en cualquier lugar, a cualquier hora y de cualquier manera. Hay una escasa supervisión familiar de la ingesta de los menores”.
Esta experta señala que en la actualidad vivimos en un ambiente en el que determinados comportamientos conducen al exceso de peso: “se come sin hambre, se bebe sin sed, y socialmente se acepta comer en cualquier lugar, a cualquier hora y de cualquier manera. Hay una escasa supervisión familiar de la ingesta de los menores”
Junto con el cuidado de la alimentación, durante estos días de fiestas es importante no olvidarse de salir al campo, pasear con la familia, montar en bicicleta o patinar. Casado señala que en vacaciones también se puede hacer deporte: “Es mucho más beneficioso física y psíquicamente que estar sentado delante del televisor o de las videoconsolas”.
“Lo quiero, lo necesito, me lo pido”: así se escapa
La Navidad se acerca y con ella otra carrera de obstáculos de la crianza: Ya sabemos que existe el peligro de que nos salgan niños hiperregalados (o sea, que reciban demasiados regalos de golpe, no que los vendan baratísimos en alguna gran superficie por la campaña navideña), pero eso es un problema para el futuro. Porque, de momento, los estímulos están por todas partes y nos quedan unas cuantas semanas hasta la mañana de Reyes. Entonces, ¿podemos exponerlos a la avalancha de novedades jugueteras que luchan por su atención? ¿O debemos mantenerlos puros lejos de todo comercio con luces y música? Porque si dejamos que un niño entre en una juguetería en fiestas navideñas se produce un fenómeno mucho más bestia que si cruza la misma puerta en marzo, por ejemplo. Sus energías se multiplican, su avidez también. Es más distraído y movido que seguir la Fórmula 1 en directo. Lo mira todo, lo toca todo, lo comenta todo. Y, sobre todo, dice cada tres segundos: “Lo quiero, lo necesito, me lo pido”. A ver, lo entiendo, porque yo en una librería o un bufé libre soy igual.
Es normal que los niños lo quieran y lo pidan todo, porque la magia no tiene límites. Por un lado, piensas: ¿para qué darles más estímulos, si ya tienen juguetes de sobra para varios años? Si realmente tus hijos quisieran o necesitaran algo de verdad, con todo el amor de su corazón, lo tendrían bien claro y podrían hacer la carta de memoria, sin consultar ningún catálogo ni visitar ninguna tienda. De hecho, hay familias que hacen una lista abierta con todo lo que les gusta a los niños durante todo el año, para que pidan con esa base y no se dejen marear por publicidades de última hora.
Por otro lado, cuando se visitan jugueterías en verano no siempre estamos fomentando el consumismo. A veces, simplemente, somos padres que ya han agotado todas las ideas de planes, desde los más comerciales hasta los más saludables. Hace calor o llueve y no siempre apetece ir a la naturaleza, participar en talleres constructivos o crear recuerdos emocionantes para el futuro y para Instagram. A veces simplemente necesitamos una manera barata y cercana de pasar el sábado. Que pidan verbalmente lo que quieran en el momento, que si no está escrito en el contrato vinculante que es La Carta, no vale. Y ya sabemos que la misiva puede tener siete kilómetros de largo, pero al final Papa Noel trae lo que quieren, porque son sabios y saben lo que los niños necesitan de verdad. Y, a veces, son medias.
Busquemos la parte positiva de enseñarles a los hijos todo lo que les puede ofrecer el mercado sin que el capitalismo los convierta en esclavos. Esta experiencia te puede servir para fomentar el criterio propio de tus hijos, enseñándoles a aplicar razonamientos de selección como si se tratara de expertos en Recursos Humanos. En la vida siempre hay que elegir, así que cuanto antes empiecen a tener una mirada crítica para valorar lo que les gusta y encaja más, mejor para todos.
Tras el momento fugaz y voraz de corretear por todos los pasillos de las jugueterías y después en casa pasar las páginas del catálogo y marcarlo todo, puedes hacer con ellos el proceso de cribaje. Reuníos con calma, revisando los catálogos uno por uno, y escucha cómo te venden la moto explicando por qué necesitan de verdad cada juguete. Así anticipan cómo jugarían con él o se dan cuenta al momento de que tampoco les gusta tanto. De 50 peticiones, pasáis a 20, y de aquí a sus 10 preferidas. Valorando y razonando cada elección hasta tener los finalistas más deseados