Agenda verde
Más allá del Amazonas: Crecen riesgos en bosques chaqueños y atlánticos
El Gran Chaco Sudamericano y el Bosque Atlántico son dos vastos ecosistemas sudamericanos que enfrentan amenazas significativas debido a la deforestación y la expansión agrícola y cuyo impacto se sentirá en toda la región



Aunque la Amazonía acapara la atención, el segundo pulmón verde de Sudamérica, el Gran Chaco Americano, permanece desconocido para muchos y también los bosques de la región atlántica. El rol de ambos ecosistemas es clave en el continente y las amenazas se multiplican, sin embargo, la atención mundial se centra en la Amazonia dejando el resto en vulnerabilidad.
La región del Gran Chaco Americano es un vasto ecosistema que abarca Argentina, Paraguay, Bolivia y una porción de Brasil, ocupando más de 1.000.000 km², siendo una ecorregión boscosa de excepcional biodiversidad según la Fundación Vida Silvestre Argentina.
La evaluación ecorregional del Gran Chaco revela que el Chaco Seco y Húmedo enfrentan desafíos. En el Chaco Seco argentino, solo el 0,77% de sus 50 millones de hectáreas está protegido, mientras que en el Chaco Húmedo, el 0,56% de sus casi 12 millones de hectáreas cuenta con protección. Las áreas naturales protegidas en distintas provincias argentinas son pequeñas, con control limitado y presupuestos reducidos.
A pesar de la Ley 26.331 de 2007, que protege los bosques nativos en Argentina, decretos como el de Salta en 2010 debilitan las medidas de conservación. El desafío principal en el Chaco Seco es la ganadería y la agricultura, amenazando a un ecosistema vital y a 250.000 indígenas involucrados en la lucha por reclamar sus tierras ancestrales.
Casi una cuarta parte del Gran Chaco en Argentina y una quinta parte en Paraguay desaparecieron entre 1976 y 2011, principalmente debido a la expansión agrícola. La deforestación continúa, convirtiendo aproximadamente el 20% de este bosque en tierras de cultivo o pastoreo entre 1985-2013.
En Bolivia, la situación del Gran Chaco también presenta desafíos significativos. La expansión agrícola y ganadera, junto con la deforestación, amenazan la integridad de este ecosistema. A pesar de ser hogar de diversas comunidades indígenas, la presión sobre la tierra y los recursos naturales ha llevado a conflictos territoriales y a una lucha constante por la preservación de las tierras ancestrales.
La gestión y protección de los bosques chaqueños en Bolivia enfrenta obstáculos, desde la falta de recursos hasta la necesidad de políticas más efectivas. La deforestación ilegal y la explotación no regulada de recursos forestales han contribuido a la pérdida de una parte significativa del Gran Chaco en Bolivia.
“En el caso del Bosque Chaqueño, se trata de un ambiente con característica únicas y una gran diversidad de especies endémicas. Todo eso genera importantes contribuciones a las personas. No se trata sólo de cuestiones materiales, como los frutos que son nuestra comida, sino que brindan sostén a nuestra existencia, principalmente porque cumplen la función de regular el clima y proteger los suelos fértiles. Necesitamos los bosques para sobrevivir, tanto para quienes residen en las ciudades como para las comunidades locales y los pueblos indígenas que habitan en ellos”, explica la investigadora del CONICET en el Centro de Ecología Aplicada del Litoral (CECOAL, CONICET – UNNE) Micaela Camino.
Para la investigadora, es fundamental trabajar en la conservación de los bosques porque, al igual que otros ecosistemas, “nos dan vida y nos permiten conservar la salud”. “Ante la tragedia del cambio climático, necesitamos de los bosques para que regulen el clima, destaca.
Bosque Atlántico: Tesoro bajo amenaza
Más de la mitad de especies de árboles del Bosque Atlántico está amenazada de extinción debido a la deforestación, y ese riesgo es aún mayor para las llamadas especies endémicas, que solo se encuentran en esa región: 13 de ellas posiblemente estén extintas, alerta un estudio publicado en la revista Science por un equipo internacional de investigadores.
El Bosque Atlántico, también conocido como Mata Atlántica, es uno de los ecosistemas con mayor biodiversidad del mundo. Su extensión oscila entre 28 y 30 millones de hectáreas y se extiende a lo largo de la costa de Brasil, penetrando hacia Argentina y Paraguay. Sus remanentes son importantes para la formación de ríos y cascadas, cuyas aguas abastecen a millones de personas que actualmente habitan en sus dominios, más allá de brindar varios otros servicios ecosistémicos.
En el estudio, los investigadores también hicieron proyecciones del impacto de la deforestación en los árboles tropicales del mundo, concluyendo que entre 35 y 43 % de la diversidad de árboles del planeta podría verse amenazada debido únicamente a la deforestación.
“La desaparición de una sola especie de árbol puede desencadenar un efecto cascada con consecuencias impredecibles”: Rita de Cássia Quitete Portela.
Bajo la coordinación del ecólogo Renato de Lima, de la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz de la Universidad de São Paulo, Brasil, se analizaron más de 800 mil registros de herbarios y 1,4 millones de registros de inventarios forestales para estimar las áreas de ocurrencia y el tamaño de las poblaciones de cada especie arbórea del Bosque Atlántico.
Luego se analizaron estos datos según cuatro de los cinco criterios usados por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (Iucn) para determinar el nivel de riesgo de extinción de especies animales y vegetales. La Iucn es la principal autoridad responsable por la clasificación y estudio de especies amenazadas en el mundo.
Según Lima, la mayoría de evaluaciones de conservación de especies utilizan pocos criterios de la IUCN, “lo que hace que se subestime el estado de conservación de las biotas regionales, especialmente aquellas altamente modificadas como el Bosque Atlántico”.
Explica que la utilización de más criterios asociados a la deforestación “aumenta drásticamente nuestra comprensión sobre el grado de amenaza de las especies del Bosque Atlántico”.
Los resultados de los análisis indican que 65 % de poblaciones de las 4950 especies de árboles que se encuentran en el Bosque Atlántico corren riesgo de extinción, sobre todo debido a la deforestación, “mucho más de lo que pensábamos anteriormente”, precisa Lima.
Ese porcentaje aumenta a 82 % si se consideran solamente las especies endémicas (2.025), que crecen sólo en el Bosque Atlántico y en ningún otro lugar del mundo.
“El panorama es muy preocupante”, dice Lima a SciDev.Net. “Si hubiéramos utilizado menos criterios de la Uicn para evaluar el riesgo de extinción de las especies, habríamos detectado seis veces menos especies amenazadas”, evalúa.
Con alrededor de 35 % de la población humana de Sudamérica viviendo dentro de sus fronteras, el Bosque Atlántico ya perdió 80 % de su cobertura vegetal original, sobre todo por la deforestación.
Ambos ecosistemas, menos conocidos pero vitales, requieren atención urgente para preservar su biodiversidad y servicios ecosistémicos esenciales. Su futuro depende de la colaboración efectiva entre sectores público y privado para revertir las amenazas y garantizar la supervivencia de estos tesoros naturales.
Ambos ecosistemas, menos conocidos pero vitales, requieren atención urgente para preservar su biodiversidad y servicios ecosistémicos esenciales. Su futuro depende de la colaboración efectiva entre sectores público y privado para revertir las amenazas y garantizar la supervivencia de estos tesoros naturales.
La extinción de árboles impactará otras especies
Algunas especies de epífitas, como orquídeas y bromelias, dependen del apoyo de los árboles para crecer, de manera que la degradación del Bosque Atlántico podría cambiar la composición y estructura de su ecosistema, comprometiendo interacciones ecológicas que ayudan a regular y equilibrar el clima, proteger pendientes y mitigar desastres, mantener la fertilidad del suelo, la producción de alimentos, medicinas y madera.
Muchos árboles emblemáticos corren el riesgo de desaparecer. El icónico palo de Brasil (Paubrasilia echinata), el árbol que dio nombre al país, fue catalogado en peligro crítico debido a una caída en el tamaño de su población estimada en 84 por ciento en las últimas tres generaciones.
Los árboles de las especies Araucaria angustifolia, la popular araucaria —en ocasiones también denominada pino Paraná o pino brasileño—, Euterpe edulis (palmito dulce) y Ilex paraguariensis (yerba mate) también experimentaron disminuciones de al menos el 50 % en su población silvestre y están igualmente clasificadas en peligro de extinción.
La bióloga Rita de Cássia Quitete Portela, del Instituto de Biología de la Universidad Federal de Río de Janeiro, que no participó del estudio, explica que los árboles integran una amplia y compleja red ecológica de interacciones que involucran también aves, mamíferos e insectos.
“La desaparición de una sola especie de árbol puede desencadenar un efecto cascada con consecuencias impredecibles”, dice a SciDev.Net.
“Hay al menos 50 especies animales en el Bosque Atlántico que se alimentan y contribuyen para la dispersión de los frutos de Euterpe edulis“, detalla. Esta especie tiene gran importancia para las poblaciones caiçaras, que se alimentan de sus frutos, utilizan sus troncos y hojas para construir casas y espacios religiosos.
La expectativa de los investigadores es que las especies de árboles amenazadas en el Bosque Atlántico se incluyan oficialmente en las listas rojas global de la Iucn y nacional del Centro Nacional de Conservación de la Flora (CNCFlora) —referencia brasileña en la generación, coordinación y difusión de información sobre la conservación de la flora local en peligro de extinción— para que tengan algún tipo de protección o control legal sobre su uso.
Los investigadores también proponen la conservación de esas especies en jardines botánicos y bancos de material genético, además de los llamados Planes de Acción Nacionales, instrumentos para impulsar políticas públicas orientadas a la conservación y recuperación de especies amenazadas en Brasil, especialmente aquellas en riesgo inminente de desaparecer.
“Los proyectos de restauración forestal también son herramientas importantes para restaurar poblaciones de especies amenazadas”, agrega Lima.
La degradación del Bosque Atlántico amenaza no solo árboles emblemáticos como el palo de Brasil, sino también especies de epífitas como orquídeas y bromelias, comprometiendo la red ecológica que regula el clima, protege pendientes y sustenta la biodiversidad. Árboles como la araucaria y el palmito dulce enfrentan riesgo de extinción, mientras que la desaparición de especies puede tener efectos cascada impredecibles.
Alarma ambiental por riesgo de extinción de árboles
Un estudio publicado en la revista especializada Science revela que más del 50% de las especies de árboles del Bosque Atlántico, una región con alta biodiversidad en Brasil, enfrentan riesgo de extinción, especialmente las endémicas.
El análisis, liderado por Renato de Lima, utilizó más criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) y alertó sobre la subestimación del riesgo de extinción en evaluaciones anteriores.
Se proyecta que entre el 35 y el 43% de la diversidad de árboles mundiales podría amenazarse por la deforestación. La pérdida del Bosque Atlántico, vital para la regulación climática y servicios ecosistémicos, preocupa a expertos. Los investigadores abogan por impulsar planes de acción nacionales y promover la restauración forestal para preservar la rica biodiversidad del Bosque Atlántico.