Sacar la maleta, comer 12 uvas o barrer la casa: Los ritos del Año Nuevo
Celebrar la entrada del próximo año es común en todos los países del mundo y de todas las culturas, pero en cada región se han desarrollado diferentes costumbres y rituales, muchos divertidos, muchos supersticiosos, pero que tienen algo común: que el siguiente año sea un año próspero
Comer 12 uvas al ritmo de las campanadas del reloj, usar ropa interior de colores, salir corriendo de la casa con una maleta, colocar dinero dentro de los zapatos, barrer o regalar borreguitos para la prosperidad son algunas de las tradiciones que se llevan a cabo en nuestro país para recibir el Año Nuevo.
Las tradiciones, ritos y cábalas para esperar y celebrar el nuevo año se remontan a todas las épocas y culturas. Los ciudadanos se preparan para comenzar un nuevo ciclo de su vida; quieren dejar atrás todo lo malo y comenzar una nueva era.
¿Pero usted sabe cómo surge esta celebración? Desde la antigüedad la celebración del Año Nuevo es una de las más antiguas y universales de las festividades. Desde hace miles de años y en todos los rincones de la tierra se celebra el advenimiento del Año Nuevo con ritos, cábalas, tradiciones y leyendas para todos los gustos, desde las relacionadas con los “amarres” para el amor hasta las que se refieren a los viajes y mejoras económicas, aunque la fecha de esta celebración varía de acuerdo con las culturas y regiones.
Pocos saben que la celebración del Año Nuevo se remonta a hace cuatro mil años, aunque no se adoptó en las culturas occidentales sino hasta hace sólo 400 años. La fiesta comenzó en la antigua Babilonia (hoy Irak) alrededor del año dos mil a.C. Sin embargo, la festividad del Año Nuevo para los babilonios se realiza cerca del final de lo que hoy es marzo, un tiempo lógico para empezar un nuevo año, ya que el invierno había terminado, la primavera comenzaba con su nueva vida y los cultivos se plantaban para el año siguiente.
En la antigua Roma, varios siglos antes de la era cristiana, el año iniciaba el primer día de Martius (actualmente marzo), mes dedicado a Marte, el dios guerrero, pues en esa fecha marcaba el inicio de las campañas militares con la designación de los cónsules.
El año romano tenía sólo diez meses y una duración mucho menor a la actual, lo que generaba un gran desorden. Para corregir esta situación, Numa Pompilius trató de acompasar el calendario romano a las estaciones añadiendo de manera permanente dos meses al final: Ianarius (dedicado a Jano) y Februarius (de februare, purificación), con lo que el año tuvo 355 días, aunque esto tampoco lo sincronizó con el sol.
En el año 153 a.C. el Senado romano decretó que el Año Nuevo comenzaría el 1 de enero para tratar de corregir esta falta de sincronía, lo que no se logró, pues en el año 46 a.C. el año del calendario se encontraba desfasado unos tres meses con respecto de las estaciones.
En el año 45 a.C., el astrónomo griego Sosígenes realizó la reforma definitiva del calendario, por encargo del emperador Julio César, transformándolo de lunar a solar, y ajustando la duración de los meses para fijar la duración del año en 365 días, agregando un día cada cuatro años.
Aunque este calendario, denominado juliano en memoria de Julio César, permaneció vigente durante más de dieciséis siglos, los católicos se resistían a celebrar el principio del año en un mes dedicado a una deidad pagana. Por este motivo, en la Edad Media diferentes pueblos de Europa celebraban el principio del año en fechas relacionadas con las festividades cristianas, como el 25 de diciembre, en conmemoración del nacimiento de Cristo, el 25 de marzo por la Encarnación, o en una fecha variable coincidente con la Pascua.
El inicio del año el 1 de enero se hizo obligatorio en muchos estados europeos a partir del siglo XVI. Se impuso en Alemania mediante un edicto hacia 1500; Carlos IX lo decretó en 1564 en Francia y entró en funcionamiento en 1567; en España se generalizó hacia el siglo XVII, y en Inglaterra hubo que esperar hasta 1752.A pesar del avance que representó el calendario juliano, la diferencia de 11 minutos con respecto del año del trópico provocó que en el siglo XVI hubiese una diferencia de 10 días, por lo que el papa Gregorio XIII estableció la duración del año en 365.2425 días, recortando 10 días al año 1582. A este calendario se le denominó Calendario Gregoriano, y es el que continúa vigente hasta nuestros días.
Rituales
La festividad del Año Nuevo es hoy una exaltación de la unidad familiar. Las personas se reúnen para compartir la mesa con un plato especial y practicar algún rito que conmemore la ocasión.
Los ritos son diversos y aunque caen en el terreno de las supersticiones, consideradas por muchas personas como signo de ignorancia, son comúnmente bien aceptadas por la sociedad, sobre todo porque se les agrega un toque de humor, entretenimiento, risas y buen ánimo.
Pero usted, ¿qué rituales realiza para recibir el Año Nuevo? Algunos de los más comunes son los siguientes:
El de las doce uvas. La tradición establece que en el lugar que ocupará cada comensal se coloca previamente un pequeño frutero o copa con 12 uvas, las cuales se deben comer exactamente a la medianoche, una por una, acompañando cada una de las 12 campanadas del reloj. Al comer cada uva se debe pedir un deseo diferente, repitiendo en voz alta o mentalmente la frase “Voy a ser feliz este año”.
Idealmente las uvas deben ser seis verdes y seis moradas. De esta forma, los anhelos, aspiraciones y sueños se harán una feliz realidad… por lo menos eso dicen las tradiciones.
Las uvas, simbolizan los deseos y proyectos para los 12 meses del año que inicia. Se consideran doce uvas por los meses del año, aunque éste es un número cabalístico que se remonta a los hebreos (12 tribus de Israel) y fue adaptada por los cristianos (12 apóstoles).
Jesús Moya, al igual que la mayoría de las familias tarijeñas acostumbra compartir la mesa con sus seres queridos para recibir el Año Nuevo, y conserva la tradición de las uvas.
“Los hijos tienen ese hábito de agarrar su escoba, sacar la basura y agarrar sus maletas; yo veo la felicidad en ellos, porque simulan que se fueron de viaje”, cuenta. Otro de los rituales relacionados con el Año Nuevo consiste en sentarse y volverse a poner de pie con cada una de las doce campanadas. Según la creencia popular, con resto se atrae el matrimonio.
Pero ¿qué decir de la ropa amarilla? Usar ropa interior de este color es quizás, junto con la de las doce uvas, una de las costumbres más populares. No es raro ver las prendas de ropa interior amarilla en todas las tiendas y calles de Tarija. El color amarillo busca atraer las buenas energías para el año entrante, y la ropa interior de este color es la indicada para asegurar felicidad, los buenos momentos y que no falte la riqueza. La recomendación popular indica que es mejor usarlas por el revés y cambiarlas al derecho después de la medianoche, y que es mucho mejor si fueron un obsequio.
Otro ritual relacionado con la ropa interior es el que consiste en usar calzones rojos o un listón rojo amarrado a la cintura bajo la ropa, para atraer el amor y la pasión.
Aunque menos popular, también existe la creencia de que la ropa interior de color blanco atraerá la paz, la armonía y la unión, y la de color negro traerá la aventura y el sexo durante el año que inicia.
Otro ritual de Año Nuevo consiste en el Cambio de prenda, es decir, que los integrantes de la pareja intercambien una prenda que traigan puesta, lo que les permitirá fortalecer su relación y garantizar que sus destinos estén completamente ligados en el año.
Y quienes quieran viajar mucho el próximo año, no debe olvidar esta noche salir con una maleta a dar una vuelta por la cuadra, para que el 2018 lo convierta en un viajero frecuente.
Y qué decir de barrer con una escoba desde la puerta de la casa hacia la calle: simboliza expulsar del hogar las malas vibras, las penas y la negatividad.
Y por supuesto no se deben olvidar los abrazos y besos que representan el amor y la compañía de la pareja.
Como éstos hay muchos rituales más, pero también hay muchas personas que no llevan a cabo ninguno de estos rituales, pues aseguran que lo más importante es convivir con la familia y agradecer a Dios las bendiciones recibidas durante el año. Éste es el caso de Estefany Marlene y Víctor Herrera Lima.
“Nada más nos ofrecemos a Dios y se acabe todo lo que traemos”,… “nos reunimos los hijos, hermanos y nuestros padres y hacemos el festejo tradicional como el compartir los alimentos”, afirman.
Sin duda algunas familias tienen su propia manera de festejar el Año Nuevo dependiendo de sus tradiciones, creencias y costumbres.
Comer 12 uvas al ritmo de las campanadas del reloj, usar ropa interior de colores, salir corriendo de la casa con una maleta, colocar dinero dentro de los zapatos, barrer o regalar borreguitos para la prosperidad son algunas de las tradiciones que se llevan a cabo en nuestro país para recibir el Año Nuevo.
Las tradiciones, ritos y cábalas para esperar y celebrar el nuevo año se remontan a todas las épocas y culturas. Los ciudadanos se preparan para comenzar un nuevo ciclo de su vida; quieren dejar atrás todo lo malo y comenzar una nueva era.
¿Pero usted sabe cómo surge esta celebración? Desde la antigüedad la celebración del Año Nuevo es una de las más antiguas y universales de las festividades. Desde hace miles de años y en todos los rincones de la tierra se celebra el advenimiento del Año Nuevo con ritos, cábalas, tradiciones y leyendas para todos los gustos, desde las relacionadas con los “amarres” para el amor hasta las que se refieren a los viajes y mejoras económicas, aunque la fecha de esta celebración varía de acuerdo con las culturas y regiones.
Pocos saben que la celebración del Año Nuevo se remonta a hace cuatro mil años, aunque no se adoptó en las culturas occidentales sino hasta hace sólo 400 años. La fiesta comenzó en la antigua Babilonia (hoy Irak) alrededor del año dos mil a.C. Sin embargo, la festividad del Año Nuevo para los babilonios se realiza cerca del final de lo que hoy es marzo, un tiempo lógico para empezar un nuevo año, ya que el invierno había terminado, la primavera comenzaba con su nueva vida y los cultivos se plantaban para el año siguiente.
En la antigua Roma, varios siglos antes de la era cristiana, el año iniciaba el primer día de Martius (actualmente marzo), mes dedicado a Marte, el dios guerrero, pues en esa fecha marcaba el inicio de las campañas militares con la designación de los cónsules.
El año romano tenía sólo diez meses y una duración mucho menor a la actual, lo que generaba un gran desorden. Para corregir esta situación, Numa Pompilius trató de acompasar el calendario romano a las estaciones añadiendo de manera permanente dos meses al final: Ianarius (dedicado a Jano) y Februarius (de februare, purificación), con lo que el año tuvo 355 días, aunque esto tampoco lo sincronizó con el sol.
En el año 153 a.C. el Senado romano decretó que el Año Nuevo comenzaría el 1 de enero para tratar de corregir esta falta de sincronía, lo que no se logró, pues en el año 46 a.C. el año del calendario se encontraba desfasado unos tres meses con respecto de las estaciones.
En el año 45 a.C., el astrónomo griego Sosígenes realizó la reforma definitiva del calendario, por encargo del emperador Julio César, transformándolo de lunar a solar, y ajustando la duración de los meses para fijar la duración del año en 365 días, agregando un día cada cuatro años.
Aunque este calendario, denominado juliano en memoria de Julio César, permaneció vigente durante más de dieciséis siglos, los católicos se resistían a celebrar el principio del año en un mes dedicado a una deidad pagana. Por este motivo, en la Edad Media diferentes pueblos de Europa celebraban el principio del año en fechas relacionadas con las festividades cristianas, como el 25 de diciembre, en conmemoración del nacimiento de Cristo, el 25 de marzo por la Encarnación, o en una fecha variable coincidente con la Pascua.
El inicio del año el 1 de enero se hizo obligatorio en muchos estados europeos a partir del siglo XVI. Se impuso en Alemania mediante un edicto hacia 1500; Carlos IX lo decretó en 1564 en Francia y entró en funcionamiento en 1567; en España se generalizó hacia el siglo XVII, y en Inglaterra hubo que esperar hasta 1752.A pesar del avance que representó el calendario juliano, la diferencia de 11 minutos con respecto del año del trópico provocó que en el siglo XVI hubiese una diferencia de 10 días, por lo que el papa Gregorio XIII estableció la duración del año en 365.2425 días, recortando 10 días al año 1582. A este calendario se le denominó Calendario Gregoriano, y es el que continúa vigente hasta nuestros días.
La festividad del Año Nuevo es hoy una exaltación de la unidad familiar. Las personas se reúnen para compartir la mesa con un plato especial y practicar algún rito que conmemore la ocasión.
Los ritos son diversos y aunque caen en el terreno de las supersticiones, consideradas por muchas personas como signo de ignorancia, son comúnmente bien aceptadas por la sociedad, sobre todo porque se les agrega un toque de humor, entretenimiento, risas y buen ánimo.
Pero usted, ¿qué rituales realiza para recibir el Año Nuevo? Algunos de los más comunes son los siguientes:
El de las doce uvas. La tradición establece que en el lugar que ocupará cada comensal se coloca previamente un pequeño frutero o copa con 12 uvas, las cuales se deben comer exactamente a la medianoche, una por una, acompañando cada una de las 12 campanadas del reloj. Al comer cada uva se debe pedir un deseo diferente, repitiendo en voz alta o mentalmente la frase “Voy a ser feliz este año”.
Idealmente las uvas deben ser seis verdes y seis moradas. De esta forma, los anhelos, aspiraciones y sueños se harán una feliz realidad… por lo menos eso dicen las tradiciones.
Las uvas, simbolizan los deseos y proyectos para los 12 meses del año que inicia. Se consideran doce uvas por los meses del año, aunque éste es un número cabalístico que se remonta a los hebreos (12 tribus de Israel) y fue adaptada por los cristianos (12 apóstoles).
Jesús Moya, al igual que la mayoría de las familias tarijeñas acostumbra compartir la mesa con sus seres queridos para recibir el Año Nuevo, y conserva la tradición de las uvas.
“Los hijos tienen ese hábito de agarrar su escoba, sacar la basura y agarrar sus maletas; yo veo la felicidad en ellos, porque simulan que se fueron de viaje”, cuenta. Otro de los rituales relacionados con el Año Nuevo consiste en sentarse y volverse a poner de pie con cada una de las doce campanadas. Según la creencia popular, con resto se atrae el matrimonio.
Pero ¿qué decir de la ropa amarilla? Usar ropa interior de este color es quizás, junto con la de las doce uvas, una de las costumbres más populares. No es raro ver las prendas de ropa interior amarilla en todas las tiendas y calles de Tarija. El color amarillo busca atraer las buenas energías para el año entrante, y la ropa interior de este color es la indicada para asegurar felicidad, los buenos momentos y que no falte la riqueza. La recomendación popular indica que es mejor usarlas por el revés y cambiarlas al derecho después de la medianoche, y que es mucho mejor si fueron un obsequio.
Otro ritual relacionado con la ropa interior es el que consiste en usar calzones rojos o un listón rojo amarrado a la cintura bajo la ropa, para atraer el amor y la pasión.
Aunque menos popular, también existe la creencia de que la ropa interior de color blanco atraerá la paz, la armonía y la unión, y la de color negro traerá la aventura y el sexo durante el año que inicia.
Otro ritual de Año Nuevo consiste en el Cambio de prenda, es decir, que los integrantes de la pareja intercambien una prenda que traigan puesta, lo que les permitirá fortalecer su relación y garantizar que sus destinos estén completamente ligados en el año.
Y quienes quieran viajar mucho el próximo año, no debe olvidar esta noche salir con una maleta a dar una vuelta por la cuadra, para que el 2018 lo convierta en un viajero frecuente.
Y qué decir de barrer con una escoba desde la puerta de la casa hacia la calle: simboliza expulsar del hogar las malas vibras, las penas y la negatividad.
Y por supuesto no se deben olvidar los abrazos y besos que representan el amor y la compañía de la pareja.
Como éstos hay muchos rituales más, pero también hay muchas personas que no llevan a cabo ninguno de estos rituales, pues aseguran que lo más importante es convivir con la familia y agradecer a Dios las bendiciones recibidas durante el año. Éste es el caso de Estefany Marlene y Víctor Herrera Lima.
“Nada más nos ofrecemos a Dios y se acabe todo lo que traemos”,… “nos reunimos los hijos, hermanos y nuestros padres y hacemos el festejo tradicional como el compartir los alimentos”, afirman.
Sin duda algunas familias tienen su propia manera de festejar el Año Nuevo dependiendo de sus tradiciones, creencias y costumbres.
Otras costumbres singulares en el mundo
En Japón, antes del día de la celebración, acostumbran limpiar las casas por dentro y por fuera. En la víspera de Año Nuevo, a medianoche, un monje hace sonar un gong en un altar local como símbolo del perdón por los errores del año que se va.
En los Países Bajos, para purgar el año anterior y dar la bienvenida al Año Nuevo, los holandeses salen a las calles con sus árboles de Navidad.
En Escocia, los primeros pasos de la gente son para visitar a sus vecinos después de la medianoche y desearles un feliz año.
En Nueva York la tradición consiste en que a las 23 horas con 59 minutos del día 31 de diciembre un millón de personas se reúnen expectantes para presenciar la “Caída de la Bola” de Times Square, que por cierto pesa 5 toneladas y tiene incrustaciones de 2 mil 688 triángulos de cristal Waterford.
En Alemania y Austria, existe la tradición de jugar al Bleigießen, una especie de juego adivinatorio. Hoy en día, venden packs de Sylvesterblei, que consiste en fundir varias figuritas de plomo en un cucharón, una vez hecho esto, se pone el plomo fundido dentro de agua fría para que se endurezca, formando una rara silueta, que simboliza lo que deparará el futuro.
En Irlanda, un país con multitud de supersticiones, la llegada del Año Nuevo se convierte en todo un ritual. En primer lugar ese día no debe cerrarse ninguna puerta de la casa, para aquellos que ya no están con nosotros, puedan pasar libremente a celebrar esas fiestas tan especiales.
Además, la primera persona que salga de la casa en Año Nuevo, debe ser un hombre, moreno y alto para traer prosperidad al hogar, nunca una niña pelirroja que atraería la mala suerte.
Pero la tradición más curiosa de todas, es la de tirar trozos de pan contra la pared para ahuyentar los mala suerte, y traer el buen humor a la familia… ¡las risas están garantizadas!