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Vida en familia

Cómo ayudar a los niños a superar su fobia a los animales

Entre el 2% y el 8% de la población infantil tiene algún miedo irracional y el terror a perros y gatos es uno de los más comunes. Que empiecen a interactuar con mascotas tranquilas y no sobreprotegerles son algunas de las claves para evitarlo. En general pueden responder a eventos traumáticos

Reportajes
  • Carolina Pinedo
  • 06/05/2023 00:29
Cómo ayudar a los niños a  superar su fobia a los animales
Conviene que las primeras interacciones sean con mascotas dóciles
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Las fobias no solo se desarrollan hacia animales como serpientes, arañas o insectos. También se puede tener pánico a aquellos animales que, en principio, suelen parecer más adorables, como los perros o los gatos, y los niños no son una excepción con estas aversiones. Estos terrores pueden desarrollarse por una vivencia traumática o por una experiencia negativa relacionada con el animal al que se tiene fobia, pero también por imitación o predisposición genética.

“Las experiencias traumáticas con animales quedan grabadas profundamente en el cerebro. Pero estas fobias también pueden desarrollarse por aprendizaje, si los padres o personas referentes del niño las tienen”, explica la psicóloga Iosune Mendia. “Además, también pueden darse por creencias adquiridas sobre los animales y su peligrosidad”, prosigue, “o por factores de riesgo medioambientales, como la pérdida de los padres a temprana edad, la sobreprotección, el maltrato físico o los abusos sexuales”.

Cuando el niño tiene un pánico irracional, en este caso a un animal, se trata de una fobia. Entre el 2% y el 8% de la población infantil tiene alguna, según el estudio del año 2002 de la Universidad de Murcia sobre el abordaje terapéutico para este tipo de aversiones. Y si no se tratan se convierten en crónicas. “El miedo se vuelve persistente, excesivo y concreto por la presencia o anticipación de una situación u objeto específico”, incide Mendia. Para esta experta, la fobia a los animales (zoofobia) es uno de los trastornos más comunes de la infancia —se suele desarrollar alrededor de los siete años—, y el animal más temido entre los niños es la araña: “Normalmente, la mayor afectación en la rutina diaria ocurre con la aversión a aquellos animales que están más presentes en el entorno de manera habitual, como en el caso de los perros, con la cinofobia, o de los gatos, con la ailurofobia”.

Sentar unas bases para evitar que el niño desarrolle fobia o miedo irracional a canes y felinos es fundamental. “La mejor prevención es normalizar la relación para que puedan interactuar con perros y gatos desde pequeños, ya que tienen una atracción natural por los animales y es importante que los adultos les supervisen”, aconseja Jaume Fatjó, de la Cátedra Fundación Affinity Animales y Salud del departamento de psiquiatría de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).

La interacción de los niños con perros o gatos desconocidos precisa de una especial atención por parte de los adultos. “Hay que enseñarles a preguntar al cuidador del animal si se pueden acercar y pedirle permiso al perro o el gato, entendiendo su lenguaje, sin invadir su espacio y enseñando al niño a que no se acerque de una manera demasiado efusiva”, continúa el experto. Fatjó también recomienda lo siguiente: “Si el niño se muestra reticente con los perros o los gatos, conviene evitar la interacción con los animales que sean excesivamente efusivos o juguetones, y es aconsejable que los primeros contactos sean con animales tranquilos”.

“El tratamiento psicológico de las fobias a perros y gatos, que son de las que más pueden limitar al niño a la hora de desenvolverse en su rutina diaria, suele tener resultados satisfactorios y rápidos”, asegura la psicóloga en este sentido. Mendia propone como solución la exposición a la situación que provoca la aversión, en este caso a los animales: “El hecho de evitar el estímulo temido mantiene la fobia intacta o incluso la puede agravar, por lo que la solución pasa por enfrentar al niño progresivamente, y siempre con una ayuda de un profesional, a lo que teme”.

Los perros y los gatos son los animales domésticos más presentes en nuestro entorno, tanto en los hogares y espacios públicos como el transporte, la calle o los parques. Por ello, cuando un niño tiene fobia a estos animales tan cotidianos, está más expuesto a enfrentarse a la causa que la provoca. “Un factor que influye para que el menor desarrolle este temor es que sus padres o adultos de referencia muestren miedo hacia ellos y les quieran sobreproteger de estos animales”, añade Fatjó. Otra razón, según explica el veterinario, es “por observación, y también influye la percepción que captan de los adultos con respecto al peligro que puede suponer interactuar con un perro o un gato”.

Cómo actuar ante las fobias

Ciertas pautas ayudan a los niños a manejar sus fobias para que influyan lo menos posible en el bienestar y desarrollo de su vida, como las que menciona el pediatra del Hospital 12 de octubre, Iván Carabaño:

1.     El manejo de la fobia conviene que se trabaje de forma multidisciplinar y se integre no solo al niño y a la familia, sino también a su entorno escolar.

2.     El niño con fobia conviene que sepa que, por muy irracional que sea su miedo, sus padres le apoyan y le van a ayudar a afrontar la situación.

3.     Conviene mostrar al niño de dónde proviene el origen de su miedo y que conozca los mecanismos que lo perpetúan en el tiempo, como cuando le haya picado una avispa y las tenga fobia por ello, lo que no significa que le vaya a ocurrir siempre lo mismo con estos insectos.

4.     Utilizar la exposición gradual a la causa de la fobia, como en el caso de tener miedo a los ruidos potentes e ir escuchándolos poco a poco hasta que se toleren mejor.

5.     El ejemplo de los adultos es clave para prevenir que los niños desarrollen fobias. Si los padres muestran miedos que les paralizan ante determinados estímulos o situaciones, como los lugares cerrados, más conocido como claustrofobia, ofrecen a sus hijos razones para desarrollar miedos irracionales y paralizantes.

 

Fobias en niños ¿Qué son?

Hay tantas fobias como personas y los niños no escapan a ellas. Las hay a situaciones, como los lugares cerrados, a animales como los insectos, a la oscuridad, los payasos o los monstruos. Pero todas ellas tienen en común el tratarse de un miedo irracional e intenso que conduce a evitarlo a toda costa. “Las fobias en los niños son menos frecuentes y se mantienen menos tiempo que en los adultos. No obstante, hay que resaltar que la mayor parte de las fobias presentes en la edad adulta se inician en la etapa infantil. Se estima que entre un 3 y un 15% de los niños tienen alguna fobia. Las más habituales son las relacionadas con los animales, sobre todo los perros, seguidas de las ambientales, como las tormentas y las situacionales, como la agorafobia o pánico a los espacios abiertos”, explica Iván Carabaño, miembro de la Asociación de Pediatría del Hospital 12 de octubre de Madrid.

Fobias infantiles de nacimiento o adquiridas

Los niños pueden nacer con predisposición a tener fobias, pero también pueden adquirirlas a través de sus experiencias vitales. No obstante, conviene distinguir entre fobias y miedos. La fobia provoca una respuesta de malestar en el niño más contundente e intensa. “Entre un 30 y un 50% de los niños presenta uno o varios miedos, como a los extraños, a la separación de los padres, a los monstruos, los fantasmas, la oscuridad, las inyecciones, las catástrofes, las críticas o al rechazo del grupo. Hay cierta predisposición genética a desarrollar tendencia a las fobias, pero también influyen mucho para desencadenarlas cuestiones como la televisión y otros dispositivos móviles con pantallas, como cuando se ven películas de terror sobre payasos o insectos. Asimismo, hay que tener presente cómo es la personalidad de cada niño. Los que son tímidos, inhibidos y retraídos son más proclives a desarrollar fobias”, comenta el pediatra Iván Carabaño.

Los niños con fobias menos contundentes, que no les acarrean estrés y ansiedad desmedidos, “las superan con la edad de manera espontánea, debido al desarrollo neurológico que les permite descubrir técnicas para afrontar sus fobias. Para ayudarles a conseguirlo conviene que el niño se sienta apoyado por los adultos de su entorno y que estos no le den demasiada trascendencia a esos miedos, ya que puede redundar en su fomento. Asimismo, es aconsejable que los niños perciban que los padres se enfrentan con normalidad a lo que a ellos les produce fobia, como enfrentarse a la altura que les da miedo, para así transmitirles seguridad y confianza”, explica Soraya Rebollo Velázquez, psicóloga, especialista en niños y adolescentes.

Respetar los miedos de los niños

Cuando un niño tiene miedo de algo, conviene ser tolerantes con sus fobias y monstruos particulares. Que no se trate de nuestro miedo, no implica que sea irrelevante. Por ello, “conviene evitar obligarles a exponerse a la situación que les produce fobia, no hacer comentarios negativos, como eres un miedica y no regañarles por tener miedo. Aunque, hay una situación concreta que sí requiere de una intervención más contundente. Es el caso de la fobia escolar, a la que es necesario que el niño se enfrente casi a diario. En esta circunstancia, conviene comentar con el profesorado y los profesionales de referencia del centro escolar lo que sucede para poder ayudar al niño a gestionar la situación”, aconseja Soraya Rebollo.

Miedo o fobia

Paso 1: Diferenciar lo que sientes: ¿miedo o fobia?

El miedo es diferente a la fobia.

En el primer caso, es una respuesta lógica a un estímulo externo: el hecho de haber tenido una mala experiencia con un perro que nos haya agredido. Esto genera una sensación de inseguridad.

En el caso de la fobia, es una reacción irracional, que no responde a un proceso lógico, porque no hay una causa que lo desencadene. Expertos indican que algunas personas, incluso, con solo ver la foto del animal del que tienen fobia sienten rechazo y miedo.

Paso 2: Identifica los síntomas

Las personas con fobia a los perros sienten ansiedad extrema cuando están cerca del animal o cuándo piensan en encontrárselo.

Los principales síntomas que experimentan son pánico y temor, latido acelerado del corazón, dificultad para respirar, temblores y una gran necesidad de huir o evitar el estímulo temido. Por tanto, la sintomatología no es diferente a la de cualquier fobia específica, pero los individuos con este tipo de fobia no sólo temen que un perro les dañe, sino que también tienen miedo de la respuesta de pánico que acompaña a un encuentro con estos animales.

Paso 3: ¿Por qué tienes una fobia?

La mayoría de las fobias tienen su inicio en la niñez o adolescencia.

Es posible que aparezca una fobia debido a una creencia irracional. Por ejemplo, si un padre le repite a un hijo que los perros son peligrosos y que atacaron a su abuelo en el pasado.

También puede ser causado por un leve incidente al ver una película de terror con perros o por un documental de la rabia.

Existe cierta predisposición genética a desarrollar fobias. Sin embargo, otros piensan que es un fenómeno puramente aprendido en la interacción con el ambiente, más allá de que ciertas personas tengan una mayor predisposición a la ansiedad.

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