Agenda verde
Las 10 mejores formas de sacar los automóviles de las ciudades
Los vehículos siguen siendo los grandes responsables de la contaminación urbana y uno de los factores que más contribuyen al calentamiento global, por eso, todas las iniciativas tendentes a reducir su uso son imprescindibles.



Pregunta: ¿qué tienen en común las siguientes estadísticas?: La segunda mayor fuente de contaminación climática en Europa. La principal causa de muerte de niños tanto en Estados Unidos como en Europa. Una de las principales causas de contaminación acústica y de contaminación del aire que acorta la vida en las ciudades europeas. Es uno de los principales impulsores de la creciente brecha entre ricos y pobres entre los habitantes de las ciudades.
Respuesta: los vehículos que circulan por nuestras calles, principalmente los turismos.
A pesar de la (lenta) migración a los automóviles eléctricos, las tendencias de consumo están haciendo que la conducción sea aún más irresponsable y desigual. Un análisis reciente ha revelado que las emisiones ahorradas por los coches eléctricos se han visto más que anuladas por el aumento de los vehículos utilitarios deportivos (SUV) que consumen mucha más gasolina.
En todo el mundo, los SUV emiten por sí solos más contaminación por carbono que Canadá o Alemania, y están causando un mayor aumento de la contaminación climática que la industria pesada.
La desigualdad en el uso del automóvil
Los automóviles son intrínsecamente ineficientes y poco equitativos en su uso del suelo y los recursos. Por término medio, pasan 96 % del tiempo aparcados, ocupando un valioso espacio urbano que podría destinarse a usos más beneficiosos, como viviendas y parques públicos.
Y son las personas más ricas las que más conducen: en Europa, el 1 % más rico conduce casi cuatro veces más que el conductor medio, lo que supone un 21 % de su huella climática personal.
Los hábitos de conducción de una minoría imponen altos costes a la sociedad, y esto es especialmente cierto en las ciudades.
Copenhague ha calculado que mientras que cada kilómetro recorrido en bicicleta beneficia a la sociedad en 0,64 euros (cada euro equivale a 1,07 dólares), cada kilómetro en coche supone una pérdida neta de -0,71 euros, si se tienen en cuenta los efectos sobre el bienestar individual (salud física y mental, accidentes, tráfico) y el medio ambiente (contaminación climática, atmosférica y acústica).
Por tanto, cada kilómetro recorrido en el que se sustituye un automóvil por una bicicleta genera 1,35 euros de beneficios sociales, de los cuales sólo se ahorrarían unos céntimos si se cambiara un coche de combustible fósil por uno eléctrico, según este análisis.
Por su parte, los vehículos eléctricos son necesarios, pero no son la panacea. Algunos estudios prevén una reducción relativamente pequeña de las emisiones en la próxima década como resultado de la adopción de los automóviles eléctricos.
Y aunque el tubo de escape de un coche eléctrico no emita nada perjudicial, el desgaste de los frenos y neumáticos del coche sigue generando polvo tóxico y contaminación por microplásticos.
Sea cual sea la forma de propulsión de un automóvil, ¿puede ser un uso eficiente de los recursos y el espacio gastar hasta 95 % de esa energía moviendo el peso del propio vehículo, en lugar de a sus pasajeros y mercancías?
No hay una solución milagrosa
Las investigaciones son claras: para mejorar la salud, cumplir los objetivos climáticos y crear ciudades más habitables, reducir el uso del coche debería ser una prioridad urgente.
Sin embargo, muchos gobiernos de Estados Unidos y Europa siguen subvencionando fuertemente la conducción mediante una combinación de incentivos como subvenciones a la producción de combustibles fósiles, desgravaciones fiscales para los desplazamientos en coche e incentivos para los vehículos de empresa que promueven el coche frente a otros medios de transporte.
Esencialmente, estas medidas suponen pagar a los contaminadores mientras que imponen los costes sociales a la sociedad en general.
Los responsables de las ciudades disponen de un abanico de instrumentos políticos más amplio de lo que algunos creen.
Nuestro estudio ha revelado que más de 75 % de las innovaciones urbanas que han conseguido reducir el uso del automóvil han sido lideradas por los gobiernos locales de las ciudades y, en particular, las que han demostrado ser más eficaces, como las tasas de circulación, los controles de aparcamiento y tráfico y las zonas de tráfico limitado.
Las ciudades con más éxito suelen combinar varios instrumentos políticos diferentes, incluyendo tanto las zanahorias que fomentan las opciones de viaje más sostenibles, como los palos que cobran o restringen la conducción y el aparcamiento.
Estas son las 10 mejores maneras de reducir el uso del automóvil en la ciudad:
1. Peaje de circulación
La medida más eficaz identificada por nuestra investigación consiste en que los conductores paguen por entrar en el centro de la ciudad, y los ingresos generados se destinen a medios de transporte alternativos y sostenibles.
Londres, pionera en esta estrategia, ha reducido el tráfico en el centro en 33 % desde la introducción de esta tasa por el primer alcalde electo de la ciudad, Ken Livingstone, en febrero de 2003.
2. Controles de aparcamiento y tráfico
En varias ciudades europeas, las normativas para suprimir las plazas de aparcamiento y alterar las vías de circulación –en muchos casos, sustituyendo el espacio antes dedicado a los coches por calles sin coches, carriles bici y paseos– han tenido un gran éxito.
Por ejemplo, se ha comprobado que la sustitución de las plazas de aparcamiento por calles sin coches y carriles bici en Oslo ha reducido el uso del coche en el centro de la capital noruega hasta en 19 %.
3. Zonas de tráfico limitado
Roma, tradicionalmente una de las ciudades más congestionadas de Europa, ha inclinado la balanza hacia un mayor uso del transporte público restringiendo la entrada de automóviles a su centro a determinadas horas del día solo a los residentes, además de los que pagan una cuota anual.
Esta política ha reducido el tráfico de coches en la capital italiana en 20 % durante las horas restringidas, e incluso 10 % durante las horas no restringidas, cuando todos los automóviles pueden acceder al centro. Las multas por infracción se utilizan para financiar el sistema de transporte público de Roma.
4. Tasas de aparcamiento en el lugar de trabajo
Otra medida eficaz para reducir el número de desplazamientos en automóviles es la introducción de tarifas de aparcamiento en el lugar de trabajo. Por ejemplo, un gran centro médico de Rotterdam consiguió reducir entre 20 y 25 % los desplazamientos en coche de sus empleados gracias a un plan que les cobraba por aparcar en el exterior de sus oficinas, ofreciéndoles al mismo tiempo la posibilidad de canjear sus plazas de aparcamiento y utilizar el transporte público en su lugar.
5. Planificación de los desplazamientos en el lugar de trabajo
Los programas que ofrecen estrategias de desplazamiento para toda la empresa y asesoramiento para animar a los empleados a poner fin a sus desplazamientos en coche se han utilizado ampliamente en ciudades de toda Europa.
Un importante estudio, publicado en 2010, en el que se evaluaban 20 ciudades del Reino Unido descubrió que 18 % de las personas que se desplazaban al trabajo cambiaron el automóvil por otro modo de transporte después de que se combinaran varias medidas –que incluían autobuses lanzadera de la empresa, descuentos para el transporte público y una mejor infraestructura para las bicicletas–, así como una reducción de la oferta de aparcamiento.
6. Planificación de los desplazamientos en las universidades
Del mismo modo, los programas de desplazamientos universitarios suelen combinar la zanahoria de la promoción del transporte público y los viajes activos con el palo de la gestión del aparcamiento en el campus.
El ejemplo más exitoso destacado en nuestro estudio fue el de la Universidad de Bristol, que redujo el uso del coche entre su personal en un 27 % al tiempo que les proporcionaba una mejor infraestructura para bicicletas y descuentos en el transporte público.
7. Servicios de movilidad para las universidades
La ciudad siciliana de Catania utilizó un enfoque de solo zanahoria para sus estudiantes. Ofreciéndoles un abono de transporte público gratuito y proporcionando conexiones de transporte al campus, la ciudad consiguió reducir en 24 % la proporción de estudiantes que se desplazan en vehículos particulares.
8. Automóviles compartidos
Tal vez resulte sorprendente que el uso de vehículos compartidos sea una medida un tanto conflictiva para reducir el uso del automóvil en las ciudades, según nuestro análisis. Estos sistemas, en los que los miembros pueden alquilar con facilidad un vehículo cercano durante unas horas, han mostrado resultados prometedores en Bremen, Alemania y Génova, Italia, donde cada vehículo compartido sustituye entre 12 y 15 vehículos privados de media.
9. Planificación de los desplazamientos escolares
Dos ciudades inglesas, Brighton & Hove y Norwich, han utilizado (y evaluado) medidas de planificación de los desplazamientos escolares, facilitando asesoramiento sobre viajes, planificación e incluso organizando eventos para estudiantes y padres para animarles a ir al colegio a pie, en bicicleta o compartiendo el automóvil, junto con la provisión de mejores infraestructuras para bicicletas en sus ciudades.
Norwich descubrió que podía reducir el porcentaje de uso del automóvil para los viajes escolares en 10,9 % utilizando este enfoque, mientras que el análisis de Brighton mostró que el impacto era aproximadamente la mitad.
10. Aplicaciones móviles para la movilidad sostenible
Los teléfonos celulares desempeñan un papel cada vez más importante en las estrategias para reducir el uso del automóvil. La ciudad italiana de Bolonia, por ejemplo, desarrolló una aplicación para que los vecinos, incluidos grupos de empleados de empresas colaboradoras, hicieran un seguimiento de su movilidad.
Los participantes competían para ganar puntos por caminar, ir en bicicleta y utilizar el transporte público, y las empresas locales ofrecían a estos usuarios de la app recompensas por alcanzar los objetivos.
La gamificación de la movilidad sostenible suscita un gran interés y, a primera vista, los datos de la aplicación de Bolonia son sorprendentes. Un impresionante 73 % de los usuarios declararon utilizar “menos” su vehículo.
*Este es un artículo de opinión de Kimberly Nicholas, profesora de Ciencia de la Sostenibilidad en la sueca Universidad de Lund.
Tarija en el contexto
mundial de la movilidad
Bolivia tiene características propias que obligan a buscar formas de cambiar las pautas de movilidad aunque sea por motivos diferentes, ya que si bien hay ciudades altamente contaminadas, en términos de país somos neutralizadores de CO2 generado en otros lugares de la tierra.
La mayor exigencia para contribuir a la reducción del uso de combustibles es el de la existencia de la subvención a los hidrocarburos, pues el precio fijado en 3,86 bolivianos obliga al Estado a disponer ingentes cantidades de recursos especialmente en los años en los que los precios están disparados, como los actuales.
En ese sentido, cada desplazamiento que se sustituya es un beneficio tanto para el medio ambiente como para el bolsillo.
En Tarija se han implementado unas pocas medidas disuasorias para que el tráfico llegue al centro, pues es en los embotellamientos donde se producen mayores niveles de polución. El ensanchamiento de aceras y la creación de algunos parqueos a cinco minutos de la plaza principal pretendían contribuir a ello, pero el éxito es relativo. La posibilidad de cerrar totalmente el centro de la ciudad al tráfico privado prácticamente se ha descartado.
Por otro lado, los activistas reclaman más carriles bici, pero lo implementado hasta el momento no solo no se respeta, sino que no tiene las características necesarias para contribuir a la movilidad en bicicleta, pues no se conecta con los barrios ni con los principales lugares que acumulan personal. Tampoco hay parqueos adecuados.
Por otro lado, no existe un transporte público con niveles estándares de calidad, sino que el servicio lo prestan vehículos privados organizados en sindicatos que explotan las líneas y donde apenas los precios están regulados. Aunque algunos choferes han hecho esfuerzos por adquirir vehículos más eficientes, los sindicatos reclaman ayudas que permitan esto sin afectar al precio de los pasajes.