Edgar Ávila falleció a punto de cumplir 92 años
Tarija despide a un referente, el poeta e investigador Edgar Ávila Echazú
Ávila Echazú ha sido un referente de la literatura nacional en varias facetas: poesía, ensayo y novela, además de haber incursionado en las artes plásticas. Sus inquietudes intelectuales también le llevaron a militar políticamente en la izquierda.



Edgar Ávila Echazú era sobre todo un tipo simpático, un tipo genuinamente ocurrente con la solvencia de la intelectualidad, que le desbordaba por los poros, y con la humildad del consecuente.
Nació en 1930 en Tarija y la guerra le pasó por encima rumbo al Chaco, tal vez por eso, junto a la experiencia familiar – su padre, Federico Ávila, fue otro referente cultural y fundador de la Universidad Juan Misael Saracho - se desenvolvió pronto entre el papel y la tinta, escribiendo, versando, investigando y transmitiendo conocimiento, pare después saltar a las pinturas.
“Mi padre era un tipo muy notable, él era muy roussoniano en su concepción de la educación. Experimentó conmigo, cuando me sentía mal en el Colegio -obviamente tenía que sentirme mal, ¡qué chico se siente bien!- me cambiaba de colegio, así que yo he recorrido todos los colegios de La Paz. Después lo nombraron Primer Secretario en la misión al Paraguay, después lo nombraron Primer Secretario en México, ahí estaba el Embajador Finot, luego volvimos al Paraguay y ahí estaba Francovich. Siempre estaba rodeado de escritores, después volvimos. En esa época se le metió entre ceja y ceja que tenía que hacer una Universidad para Tarija, porque toda la juventud se iba para la Argentina, algunos iban a Chile, la ciudad se estaba vaciando y la mayoría de los estudiantes no regresaban, sobre todo los que fueron a la Argentina. A él le preocupaba esa situación como buen nacionalista que era; entonces fundó la Universidad Juan Misael Saracho, empezó a funcionar con la Facultad de Derecho, él quería hacer una Universidad Pedagógica y Agrícola porque decía que es lo que se necesita aquí, que es el futuro del país” recordaba el propio Ávila en una entrevista en 1999 realizada por Omar Rocha.
El resultado de aquello es un chapaco intelectual de proyección nacional e internacional, de hecho, tarijeño de cepa, residió sus últimos años en Cochabamba combatiendo contra las enfermedades que le aquejaban, hasta que el lunes de Carnaval falleció. Incontables ideas hubiera podido trenzar sobre esta coincidencia astral.
A los 22 años Ávila ya estaba instalado en La Paz, estudiando y participando de la emergencia social de la época. Dicen que lo de la pasión por la Historia se lleva en la sangre, pero en el caso de Edgar, también en el cuerpo, pues fue uno de los heridos en los días de la Revolución Nacional, uno de los acontecimientos que marcarían su desarrollo personal y académico.
El crecimiento personal, político y académico de Edgar Ávila en la década de los 50 y 60 es enorme gracias a la influencia de su padre; de aquella época se le recuerda su lucidez, su alineación al realismo mágico en lo literario, y también sus amistades, en particular la que forjó con Jaime Sáenz, el gran referente de la literatura nacional del siglo XX y que influyó decisivamente en su obra.
“Coincidía con eso del Realismo Mágico, con Medina y Oscar Pantoja. Sin yo conocerlo a Jaime Saenz, él estaba haciendo Realismo Mágico. Yo lo conocí cuando estaba por publicar El Escalpelo y lo acompañé a las últimas revisiones en la imprenta. Lo vi desde el 54, me lo presentó Oscar Pantoja, fue una amistad muy grande, muy llena de altibajos como debe ser toda amistad. Nos veíamos en las noches casi a diario, todos éramos amantes de la música. Además introdujimos, porque no había entrado, el Jazz, y nosotros oíamos mucho Jazz, incluso comprábamos discos de Jazz en las radios”.
Formalmente, Edgar Ávila Echazú estudió pintura en la Academia de Bellas Artes de La Paz y pedagogía en la Universidad Juan Misael Saracho de Tarija, donde fue docente y director de Publicaciones e Investigaciones Folklóricas
Es a partir de 1962 que empieza a publicar poesía: Habitante fugitivo (1965); Memoria de la tierra (1967); En cautivos sueños encarcelada (1968) y ensayos literarios como Revolución y cultura en Bolivia (1963); Resumen de la literatura boliviana (1964) donde empieza también a destilar su compromiso social.
“En Revolución y Cultura en Bolivia, arremetía contra todos los intelectuales supuestamente reaccionarios porque estuvieron de espaldas a su pueblo; estaba muy influenciado por el chueco Céspedes. Al Chueco lo conocí en Italia porque él era el ministro y mi padre fue encargado de negocios; se hicieron muy amigos e incluso yo le di muchos libros que él ignoraba, por ejemplo: Conrad, Stevens y no te digo de los poetas. No era muy dado a la poesía. Entonces, nos hicimos muy amigos, él siempre me tuvo mucha estima, tanto que me hizo un prólogo. Ese era el trasfondo ideológico, político de todas las obras que hice, en el fondo está bien, porque había que decir cosas; muchos no decían nada; pero decir te lleva a ser injusto con algunos. No se podía arremeter, por ejemplo, a Franz Tamayo decirle reaccionario. El sí era de una formación cultural de élite, hablaba del indio, del aymara, de las virtudes, pero en su casa tenía pongos y lo consideraba natural. Era como los antiguos rusos, que hablaban de eso y que dieron la libertad al campesinado, pero no hubo una variación” señalaba Ávila en la entrevista de 1999.
Edgar Ávila Echazú se cuenta entre los fundadores del Partido Comunista Marxista Leninista en 1965 junto al también tarijeño Óscar Zamora Medinaceli “Motete” en la localidad minera siglo XX y fue la primera vez que su marcado compromiso de izquierda tomó sigla partidaria, aunque no definitiva.
En 1971 bajo la dictadura “popular” de JJ Torres Edgar Ávila Echazú ejerció como alcalde de Tarija. Tras el golpe de Hugo Bánzer fue uno de los intelectuales más significados en contra de la dictadura, lo que le valió dos años de prisión en Coaiti y los campos de concentración de Viacha y Achocalla y después un estado de alarma permanente, intercambiando clandestinidades y exilios.
Después, en 1979, fue senador de la República de la mano de Lidia Gueiler y agregado cultural en la Embajada de Madrid donde finalmente se tuvo que exiliar tras el nuevo golpe de Estado.
Buenos Aires, Asunción, México, Madrid, Italia y Francia fueron algunos de los lugares donde Ávila Echazú tuvo que residir en su periplo intelectual y político.
Vida y obra
Es a partir de los 80 cuando su obra empieza a engrosar de forma significativa.
En poesía publica Elegía (1979); y Elegía para Jaime Sáenz (1990). En sus novelas: Belinos (1995); “Cantar en las tinieblas” (1996); y Ceniza del viento (2004). En sus cuentos: El códice de Tunupa (1993); Una música nunca olvidada (1994); y Prohibido barrer los parques en otoño (1998). Y en sus ensayos literarios, a los que suma Literatura pre-hispánica y colonial en Bolivia (1974); Historia y antología de la literatura boliviana (1978); y Antología poética (1991).
Una de sus pasiones más importantes fue la de investigar la historia tarijeña, donde completó una docena de estudios de alto impacto y solidez académica que finalmente se publicaron en el libro Historia de Tarija (1992).
Ya en la adultez y con la democracia consolidada, fue seleccionado como miembro de número de la Academia Boliviana de la Lengua desde el 26 de septiembre de 1997. Ingresó a la corporación con la lectura del discurso titulado “El lenguaje y la creación literaria” que fue respondido por el académico de número D. Julio de la Vega Rodríguez. Ocupó la silla con la letra “C”.
Uno de sus temas de estudio más importante ha sido precisamente el folklore y la identidad tarijeña, sobre la que tenía una posición no siempre cómoda para todos: Ese movimiento que tiene como temática la exaltación del Chapaco, sus costumbres. Les llaman folkloristas por el único tema que tienen y desde luego todos son nacionalistas. Mi padre también era un iniciador del nacionalismo aquí, fue uno de los primeros, siguiendo a Mendoza él escribió sus primeros libros con esa visión de revisión de la historia, desde mi punto de vista, fue un crítico nacionalista -lo que hizo después Montenegro-. Vienen luego Víctor Varas Reyes, que también escribió poesía, entre los poetas está Alberto Rodo Pantoja, que para mí, entre todos estos, es el más importante. Hizo dos poesías que son muy lindas, sobre todo muy creativas dentro de esta temática folklórica, muy musicales, cosa que no tienen los demás, sólo tienen aciertos. Está también Edmundo Torrejón, que muy joven se inició y siguió en esa línea, después fue explorando cierto simbolismo. Alberto Sánchez Rosset inicia la narrativa folklórica nacionalista, tiene un cuentito que se llama "Tierra Chapaca" e incluso es uno de los primeros que hace teatro, son narraciones pequeñas sobre costumbres chapacas, del campo y más que todo él explora el lenguaje.
Edgar Ávila, un hombre querido y reconocido
Edgar Ávila Echazú fue un padre de familia numerosa, tuvo cuatro hijos, Diego y Miguel que se han dedicado al municipalismo, en Cercado uno y en San Lorenzo el otro, además de Ilsen y Guiomar, además de numerosos sobrinos y nietos que han destacado también en el plano intelectual.
Fue reconocido como “Personaje Internacional" por la "Asociación Latinoamericana de Poetas, Escritores y Novelistas, reconocido como Personaje del Año por este diario y PlusTLT en el año 2017 y el Pleno del Senado aprobó en 2019 la Declaración Camaral a favor del Lic. Edgar Ávila Echazú, como justo homenaje a su trayectoria literaria y su aporte a la cultura a través de sus obras plásticas, novelas, cuentos y ensayos que dejan ver la riqueza cultural de nuestro Estado Plurinacional.
Fue nombrado miembro de la Academia Boliviana de la Lengua desde 1997, ingresó a la corporación de la literatura del discurso titulado el Lenguaje y la Creación Literaria; publicó doce libros de poesía y una magna obra sobre la historia de Tarija.
La familia Ávila Navajas agradeció las muestras de solidaridad e invitó a los amigos y vecinos en general a participar del velatorio de cuerpo presente que se llevará a cabo este miércoles 2 de marzo a partir de las 11.30 hasta las 15.30 en la calle Avaroa, entre las calles Ejército y Padilla #837, para luego acompañar sus restos mortales hasta el Cementerio General de la ciudad de Tarija.