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La resaca de la COP26

Cinco cosas que hay que saber sobre el Pacto Climático de Glasgow

Concluida con fracaso una de las cumbres del clima en la que se habían depositado más expectativas de cambio, los Gobiernos vuelven a actualizar sus promesas. Bolivia aspira a renovar e implementar su producción eléctrica “verde” con termoeléctricas de ciclo combinado y grandes represas que son cues

Reportajes
  • IPS/Reino Unido
  • 20/11/2021 00:00
Cinco cosas que hay que saber sobre el Pacto Climático de Glasgow
Sala de reuniones de la COP 26
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Las negociaciones sobre el clima de la COP26 de las Naciones Unidas en Glasgow han finalizado y el mazo ha caído sobre el Pacto Climático de Glasgow acordado por los 197 países.

Si el Acuerdo de París de 2015 proporcionó el marco para que los países abordaran el cambio climático, Glasgow, seis años después, ha sido la primera gran prueba de esta marca de agua de la diplomacia mundial.

¿Qué hemos aprendido de estas dos semanas de declaraciones de los líderes, protestas masivas y acuerdos paralelos sobre el carbón, la detención de la financiación de los combustibles fósiles y la deforestación, además del Pacto Climático de Glasgow finalmente firmado?

Desde la eliminación del carbón hasta las lagunas del mercado del carbono, esto es lo que hay que saber:

1. Progreso insuficiente en la reducción de emisiones

El Pacto Climático de Glasgow supone un progreso gradual y no el avance decisivo necesario para frenar los peores impactos del cambio climático. El Gobierno de Reino Unido, como anfitrión y por tanto presidente de la COP26, quería “mantener vivos los 1,5 °C”, el objetivo más fuerte del Acuerdo de París.

Pero, en el mejor de los casos, podemos decir que el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 °C sobrevive con respiración asistida: tiene pulso pero está casi muerto.

El Acuerdo de París dice que las temperaturas deben limitarse a “muy por debajo” de 2 °C sobre los niveles preindustriales, y que los países deben “seguir esforzándose” para limitar el calentamiento a 1,5 °C.

Antes de la 26 Conferencia de las Partes (COP26) de la convención sobre cambio climático, el mundo estaba en camino de alcanzar los 2,7 °C de calentamiento, basándose en los compromisos de los países, y en la expectativa de los cambios en la tecnología.

Los anuncios realizados en la COP26, incluidos los nuevos compromisos de reducción de emisiones en esta década por parte de algunos países clave, han reducido esta cifra a una estimación óptima de 2,4 °C.

Más países han anunciado objetivos netos a largo plazo.

Uno de los más importantes ha sido el compromiso de India de alcanzar las emisiones netas cero en 2070. Este país aseguró que empezaría rápidamente con una expansión masiva de la energía renovable en los próximos diez años para que represente 50% de su uso total, reduciendo sus emisiones en 2030 en 1000 millones de toneladas (de un total actual de unos 2500 millones).

Nigeria, un país en rápido crecimiento, también se comprometió a tener cero emisiones netas en 2060. Los países que representan 90 % del PIB mundial se han comprometido a alcanzar el objetivo de cero emisiones para mediados de este siglo.

Un calentamiento mundial de 2,4 °C sigue estando claramente muy lejos de 1,5 °C.

Lo que queda por resolver es la brecha en las emisiones a corto plazo. Parece que las emisiones globales se estabilizarán esta década en lugar de mostrar las drásticas reducciones necesarias para estar en la trayectoria de 1,5 °C que pide el pacto. Hay un abismo entre los objetivos de cero emisiones a largo plazo y los planes de reducción de emisiones de esta década.

2. La puerta queda entreabierta para nuevos recortes en un futuro próximo

El texto final del Pacto de Glasgow señala que los actuales planes climáticos nacionales, las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, en inglés), están lejos de lo necesario para alcanzar 1,5 °C. También pide que los países vuelvan el año que viene con nuevos planes actualizados.

Según el Acuerdo de París, acordado en diciembre de 2015, en la COP21, se necesitan nuevos planes climáticos cada cinco años. Por eso Glasgow, cinco años después de París (con retraso debido a la covid-19), era una reunión tan importante.

Aplazar los nuevos planes climáticos al año que viene, en lugar de esperar otros cinco años, puede mantener los 1,5 °C con vida durante otros 12 meses, y da a los activistas otro año para cambiar la política climática de los gobiernos. También abre la puerta a solicitar nuevas actualizaciones de las NDC a partir de 2022 para ayudar a aumentar la ambición en esta década.

El Pacto por el Clima de Glasgow también establece que el uso del carbón debe reducirse progresivamente, al igual que las subvenciones a los combustibles fósiles.

La redacción es más débil que la de las propuestas iniciales, ya que el texto final sólo pide una “reducción progresiva” y no una “eliminación” del carbón, debido a una intervención de última hora de la India, y de las subvenciones “ineficientes”.

Pero esta es la primera vez que se mencionan los combustibles fósiles en una declaración de las negociaciones sobre el clima de la ONU.

En el pasado, Arabia Saudí y otros países eliminaron este tema. Se trata de un cambio importante, ya que por fin se reconoce que es necesario reducir rápidamente el uso del carbón y otros combustibles fósiles para hacer frente a la emergencia climática. Por fin se ha roto el tabú de hablar del fin de los combustibles fósiles.

3. Los países ricos siguen ignorando su responsabilidad histórica

Los países del Sur en desarrollo han pedido financiación para pagar las “pérdidas y daños”, como los costes de los impactos de los ciclones y la subida del nivel del mar. Los pequeños estados insulares y los países vulnerables al clima afirman que las emisiones históricas de los principales contaminadores han provocado estos impactos y que, por tanto, la financiación es necesaria.

Los países desarrollados, liderados por Estados Unidos y el bloque de la Unión Europea, se han resistido a asumir cualquier responsabilidad por estas pérdidas y daños, y han vetado la creación de un nuevo fondo de pérdidas y daños, una forma de apoyar a las naciones vulnerables, a pesar de que la mayoría de los países lo reclaman.

Los 20 mayores contribuyentes a las emisiones acumuladas de CO2 1850-2021, en miles de millones de toneladas, desglosados en subtotales de combustibles fósiles y cemento (gris), así como de uso del suelo y silvicultura (verde). Fuente: CarbonBrief, CC BY-NC-SA

4. Las lagunas del mercado del carbono podrían socavar el progreso

Los mercados de carbono podrían suponer un salvavidas para la industria de los combustibles fósiles, permitiéndoles reclamar “compensaciones de carbono” y continuar con su actividad (casi) como siempre.

Seis años después, después de una tortuosa serie de negociaciones, se ha llegado a un acuerdo sobre el artículo 6 del Acuerdo de París, relativo a los enfoques de mercado y no relacionados con el mercado para el comercio de carbono. Se han resuelto las peores y mayores lagunas, pero todavía hay margen para que los países y las empresas jueguen con el sistema.

Fuera del proceso de la COP, necesitaremos normas mucho más claras y estrictas para las compensaciones de carbono de las empresas. De lo contrario, es de esperar que las organizaciones no gubernamentales y los medios de comunicación saquen a la luz casos de compensaciones de carbono en el marco de este nuevo régimen, cuando surjan nuevos intentos de cerrar estas lagunas.

5. Agradezcamos a los activistas del clima los avances: sus próximos movimientos serán decisivos

Está claro que los países poderosos se están moviendo con demasiada lentitud y que han tomado la decisión política de no apoyar un cambio radical tanto en las emisiones de gases de efecto invernadero como en la financiación para ayudar a los países de bajos ingresos a adaptarse al cambio climático y dejar atrás la era de los combustibles fósiles.

Pero su población y, en particular, los defensores del clima, les están presionando mucho. De hecho, en Glasgow se han producido enormes protestas, tanto en la marcha de los jóvenes de Fridays for Future (Viernes por el Futuro) como en el Día de Acción Global del sábado, que han superado ampliamente las cifras previstas.

Esto significa que los próximos pasos de los activistas y del movimiento climático son importantes. En el Reino Unido se tratará de impedir que el Gobierno conceda una licencia para explotar el nuevo yacimiento petrolífero de Cambo frente a la costa norte de Escocia.

Se espera que haya más acciones enfocadas a la financiación de proyectos de combustibles fósiles, ya que los activistas quieren reducir las emisiones privando a la industria de capital. Sin estos movimientos que presionan a los países y a las empresas, incluso en la COP27 de Egipto, no frenaremos el cambio climático ni protegeremos nuestro precioso planeta.

El dato

Desfase

Tras los anuncios de compromisos de reducción de emisiones se estima un incremento de 2,4 grados este siglo, pero se esperaba 1,5

Nota de apoyo

Los particulares acuerdos de Bolivia con el clima

Bolivia es un país que contamina menos de lo que limpiar gracias a sus grandes extensiones de bosque virgen. Diferentes mecanismos de medición le colocan en el puesto 99 de los 189 de Naciones Unidas por emisiones de gases de efecto invernadero, algo que someramente se ha comprometido a mejorar.

El compromiso es forestar hasta 5,5 millones de hectáreas sobre las 45 que se estiman hay en el país, pero aun así, la alta tasa de deforestación registrada en los últimos años merced a los incendios y a la “ampliación de la frontera agrícola” que desean los soyeros, hace que el objetivo sea complejo.

Por otro lado, Bolivia también aspira a producir hasta 12.000 megawatios en 2030, más de 9.000 de ellos producidos por fuentes “limpias”, aunque las dos líneas maestras pasan por implementar centrales termoeléctricas de ciclo combinado a base de gas, y poner en marcha tres grandes centrales hidroeléctricas como la de Rositas, Chepete y Bala, estas dos últimas sobre el río Beni y que han sido altamente cuestionadas por su impacto, ya que se estima que inundarán gran parte del terreno colindante.

Las críticas de la Fundación Solón señalan que no solo la energía termoeléctrica seguirá produciendo gases de efecto invernadero, sino que también las propias represas emiten impacto de ese tipo al concentrar gran parte de vegetación en descomposición.

En la cumbre, el presidente de Bolivia, Luis Arce, llamó a que los países desarrollados asuman su "responsabilidad" en la crisis climática y denunció lo que calificó de "colonialismo del carbono".

"Si los países desarrollados quieren liderar la lucha contra la crisis climática tienen que promover una distribución del espacio atmosférico basada en la equidad, con responsabilidades comunes, pero diferenciadas" y que tenga en cuenta las "responsabilidades históricas" de cada país, dijo Arce.

El mandatario de Bolivia sostuvo que la estructura que están promoviendo los más ricos es en realidad "un nuevo proceso de recolonización mundial" al que denominó "colonialismo del carbono".

Los particulares acuerdos de Bolivia con el clima

Bolivia es un país que contamina menos de lo que limpiar gracias a sus grandes extensiones de bosque virgen. Diferentes mecanismos de medición le colocan en el puesto 99 de los 189 de Naciones Unidas por emisiones de gases de efecto invernadero, algo que someramente se ha comprometido a mejorar.

El compromiso es forestar hasta 5,5 millones de hectáreas sobre las 45 que se estiman hay en el país, pero aun así, la alta tasa de deforestación registrada en los últimos años merced a los incendios y a la “ampliación de la frontera agrícola” que desean los soyeros, hace que el objetivo sea complejo.

Por otro lado, Bolivia también aspira a producir hasta 12.000 megawatios en 2030, más de 9.000 de ellos producidos por fuentes “limpias”, aunque las dos líneas maestras pasan por implementar centrales termoeléctricas de ciclo combinado a base de gas, y poner en marcha tres grandes centrales hidroeléctricas como la de Rositas, Chepete y Bala, estas dos últimas sobre el río Beni y que han sido altamente cuestionadas por su impacto, ya que se estima que inundarán gran parte del terreno colindante.

Las críticas de la Fundación Solón señalan que no solo la energía termoeléctrica seguirá produciendo gases de efecto invernadero, sino que también las propias represas emiten impacto de ese tipo al concentrar gran parte de vegetación en descomposición.

En la cumbre, el presidente de Bolivia, Luis Arce, llamó a que los países desarrollados asuman su "responsabilidad" en la crisis climática y denunció lo que calificó de "colonialismo del carbono".

"Si los países desarrollados quieren liderar la lucha contra la crisis climática tienen que promover una distribución del espacio atmosférico basada en la equidad, con responsabilidades comunes, pero diferenciadas" y que tenga en cuenta las "responsabilidades históricas" de cada país, dijo Arce.

El mandatario de Bolivia sostuvo que la estructura que están promoviendo los más ricos es en realidad "un nuevo proceso de recolonización mundial" al que denominó "colonialismo del carbono".

"Están tratando de imponer sus propias reglas de juego en las negociaciones climáticas para seguir alimentando el nuevo sistema capitalista verde y promoviendo que los países en desarrollo tengamos que asumir esas reglas de juego sin opción alguna", lamentó.

Subrayó asimismo la necesidad de impulsar la transferencia de recursos financieros y medios técnicos a los países en desarrollo.

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