No hay registros actualizados sobre la muerte de ancianos indígenas
Ancianos indígenas, sin recursos, aislados y vulnerables ante el Covid
Uno de los hechos preocupantes que se conoce dentro de estos pueblos en riesgo de extinción es el caso de los Yuqui (en la provincia Chapare de Cochabamba), que en la actualidad cuenta con 346 miembros y gran parte de ellos son ancianos



El COVID-19 se expandió en el mundo en zonas donde la pobreza y los servicios de salud son precarios, lo que visibiliza más la vulnerabilidad de determinados sectores, como los adultos mayores indígenas, que si bien no son registrados de manera específica en los informes oficiales, son golpeados con dureza por la enfermedad.
Fue en febrero de este año que se conoció de la muerte por COVID-19 del anciano y último miembro masculino del pueblo indígena Juma en la Amazonía brasileña. La noticia alertó a los pueblos indígenas, gobiernos y organismos internacionales por el riesgo de los adultos mayores indígenas frente a la pandemia, y por las dificultades que atraviesan para el acceso a la salud, como la distancia, su aislamiento y la soledad en la que viven.
Cuando la enfermedad de COVID-19 comenzó a expandirse por el mundo y particularmente por la región de América del Sur, donde hay una importante presencia de naciones indígenas, desde Naciones Unidas se instó a los Estados Miembros y a la comunidad internacional a "incluir las necesidades y prioridades específicas de los pueblos indígenas para abordar el brote de COVID-19".
“Los pueblos indígenas experimentan un alto grado de marginación socioeconómica y corren un riesgo desproporcionado en las emergencias de salud pública, haciéndose aún más vulnerables durante esta pandemia mundial, debido a factores como su falta de acceso a sistemas eficaces de vigilancia y alerta temprana y a servicios sanitarios y sociales adecuados”, dijo en un pronunciamiento la presidenta del Foro Permanente de las Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas, Anne Nuorgam.
ANF evidenció que en la región de Rurrenabaque, departamento del Beni, casos de decesos y contagios por COVID-19 en pueblos indígenas, y entre ellos ancianos, que en muchos casos enfrentan la enfermedad con medicina tradicional.
“Al principio sentía escalofríos, tenía picazón en la garganta y perdí poco a poco el gusto, ya no sentía los sabores a nada”, relató el dirigente indígena Ramón Cubo de 62 años, habitante de la comunidad Carmen Florida en el municipio de Rurrenabaque.
Dice que decidió aislarse para no estar cerca de sus compañeros porque sabía que la enfermedad era “peligrosa y fácil de contagiar a las demás personas”.
Si bien los países de la región de Sud América no cuentan con datos oficiales y desglosados de casos y decesos en naciones indígenas, en julio de 2020, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) alertó sobre algunos de los factores de riesgo que podrían estar asociadas a altas tasas de mortalidad por COVID-19 entre las poblaciones indígenas que viven tanto en asentamientos remotos o aislados como en áreas urbanas.
Entre estos factores están la desnutrición, el acceso deficiente o falta de sistemas de salud, ausencia de agua potable y saneamiento básico, sumado a la alta carga de enfermedades parasitarias.
“Durante esta pandemia, lamentablemente no hemos tenido apoyo del hospital y mucho menos del municipio. Hemos sobrevivido porque tenemos los recursos naturales”, comentó el representante indígena de Rurrenabaque, Ramón Cubo.
Reconoció que el apoyo que recibieron solo consistió en rastrillajes para la detección de enfermedades, pero sin recibir ningún tipo de medicamento para combatir el COVID-19.
En entrevista con ANF, el director municipal de Salud de Rurrenabaque, Marco Antonio Lozano, aseguró que muchas de las personas de la región, particularmente de pueblos indígenas, optaron por la medicina natural para tratar los síntomas del coronavirus.
Esta región tuvo una variable importante entre la segunda y tercera ola de la pandemia y es el aumento de índice de letalidad hasta el 6%. “Eso quiere decir que hemos tenido más muertes y menos casos curados en la tercera ola y esto se debe a problemas en el abastecimiento de oxígeno”, afirmó el médico.
Este municipio al momento registra 19 decesos y 324 casos confirmados por COVID-19. Lozano destaca que gran parte de los indígenas con síntomas se recuperaron gracias a la medicina tradicional y al aislamiento en el que habitan. Sin embargo, no se cuenta con datos específicos de indígenas ancianos, ya que se sistematizan casos y decesos por género y edad.
“Se hizo rastrillajes, pruebas en varios sectores y eso nos ayudó mucho”, dijo. Sin embargo, dijo, muchos no acceden a estos servicios por la lejanía de las zonas donde viven y la desinformación a causa de los sistemas de comunicación, muchas veces inaccesibles.
A la par, se menciona que en varios sectores hay solo presencia de personas adultas mayores, ya que los jóvenes han preferido migrar de sus territorios para generar ingresos económicos en áreas urbanas, así que los ancianos enfrentan las enfermedades solos.
Los territorios amazónicos que comprenden la Panamazonía son los de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Guyana Francesa, Perú, Surinam y Venezuela.
Para agosto de 2020, la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) había alertado que si bien en los países que conforman la Amazonia no hay datos concretos sobre ancianos afectados por el virus, para esa fecha ya se registraba extraoficialmente la muerte de al menos 200 líderes caciques mayores de la región.
Desde esta instancia también se hizo el llamado a las autoridades de los diferentes países a enfocar medidas y políticas públicas de atención a los pueblos indígenas ante la pandemia, y puntualizar esta gestión en los ancianos “ya que su muerte involucra la pérdida de saberes ancestrales, de lenguas originarias e incluso de pueblos indígenas que están en riesgo de extinción”, dijo Gregorio Mirabal, líder y representante de la COICA.
Vulnerables por la pobreza y la lejanía
En el caso de Bolivia, Adolfo Chávez, Coordinador de Relaciones Internacionales de la COICA, ratificó que no hay datos sobre los pueblos indígenas y la afectación del COVID-19 en sus comunidades, sin embargo, la vulnerabilidad en tierras bajas es mayor por las distancias de estos territorios a los centros urbanos donde funcionan los servicios de salud.
Chávez aseguró que los indígenas de las tierras bajas de Bolivia, en casi un 90% recorren ríos y senderos de herradura por más de dos días para acceder a los poblados más cercanos.
Esto se acentúa para los ancianos indígenas por el riesgo que implica su traslado y por la pobreza en la que gran parte de ellos vive. “Por eso es importante que nuestras abuelas y abuelos sean tomados en cuenta para la atención y para las vacunas”, demandó.
La Defensoría del Pueblo estableció en su informe sobre “El impacto del COVID-19 en pueblos indígenas en el Estado plurinacional de Bolivia”, en la primera ola de la pandemia (2020), que hay aspectos de exclusión social para los pueblos indígenas, debido a la poca capacidad hospitalaria del sistema de salud que en Bolivia alcanza a 12.000 camas para una población estimada en 11 millones.
“Sólo el 25 por ciento de la población más vulnerable cuenta con acceso a la atención de primer nivel con un abordaje solo preventivo de diagnóstico precoz, por lo que la atención del Covid-19 obliga a pueblos indígenas a trasladarse a establecimientos de segundo y tercer nivel en las ciudades capitales, encontrándose con barreras geográficas, económicas y culturales”, detalla el informe.
Uno de los hechos que se conoce dentro de estos pueblos en riesgo de extinción es el caso de los Yuqui (en la provincia Chapare de Cochabamba), que en la actualidad cuenta con 346 miembros y gran parte de ellos son ancianos.
La Defensoría informó que durante los meses de noviembre y diciembre de 2020, a tiempo de trasladarse a centros de salud de primer nivel para ser atendidos por el COVID-19, a estos indígenas se les negó el servicio, “por el temor del personal de salud de contagiarse”.
Asimismo, denunció que las medidas sanitarias para afrontar los contagios, han sido concentradas exclusivamente en el área urbana y ciudades intermedias, por lo que se ha profundizado la desigualdad en el acceso a la salud, “evidenciándose que el 5% de la población yuqui (17 Yuquis – 3 médicos) de una población de 346 personas, ha sido aislada en un recinto sin agua potable, y con el riesgo que su supervisión médica se suspenda”.
“Mi madre murió por Covid en la primera ola el 2020. Fue duro, porque en esos meses no sabíamos qué era ese virus y cómo luchar contra él. Ella vivía cerca de Kalamarka (provincia Aroma, La Paz), y parece que se contagió en una reunión, sólo hablaba aymara y lamentablemente no llegó a tiempo hasta el hospital, por eso siempre les recomendamos a todos que cuiden a los adultos mayores”, detalla Angélica Churqui, hija de una indígena aymara que murió a causa del Covid-19.