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El cuervo y la zorra

– ¡Buenos días, señor cuervo! ¡Qué bello plumaje viste! Desde luego, si su canto es igual a su plumaje… ¡será usted un auténtico primor!- Exclamó la zorra dirigiéndose al cuervo, con cierto tono irónico…

El cuervo, que no lo advirtió y no estaba acostumbrado a que le halagasen, por ser pájaro de mal agüero, abrió rápidamente el pico para mostrar a la zorra su magnífico canto, dejando caer el rico trozo de queso al suelo.

En ese mismo instante, le dijo la zorra:

– No hay que dejarse embelesar por todo aquel que de coba, señor cuervo. La lección que le doy, ¡bien vale este trozo de queso!

Y el cuervo, muy avergonzado, juró que nunca más se dejaría engañar.


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