Para no perder las esperanzas

Hoy en Bolivia la población no tiene un horizonte claro al que aferrarse, es porque, el grupo que guardaba hasta este momento las esperanzas de la gente, cometió errores, faltas administrativas, de estado, políticas, económicas, pero sobre todo porque fallo y rompió con su tejido político social

Fumaba un Derby antiguo mientras observaba las cifras de los últimos estudios de opinión elaborados por la Fundación Friedrich Ebert Bolivia (FES). En mi cabeza bullían mil pensamientos y, entre ellos, se estremecía mi corazón. No siempre tantas cosas confluyen al mismo tiempo... o quizás sí, pero rara vez con esta intensidad.

Han pasado tres semanas desde el último contacto, y hoy solo quedan esperanzas añejas. Pero, ¿qué son, realmente, las esperanzas? Son creencias profundamente arraigadas en el ser humano, fuerzas invisibles que lo impulsan a actuar. Se cree en lo que se anhela: en ese joven de 16 años al que siempre volvemos, buscando proyectar un futuro.

Estas creencias, sin embargo, están golpeadas por un mundo en crisis, con guerras y pandemias, golpeadas por una Bolivia en crisis, son los enfrentamientos en Llallagua, la crudeza de la crisis económica, la falta de combustibles, etc. Etc., las esperanzas se van perdiendo día a día y flota en el aire miedo 34%, rabia 30%, incertidumbre 18%, percepciones sobre el futuro que muestra el estudio de la FES de principios de año en Bolivia.

En medio de esto, aquel joven de 16 años se disuelve, en el tiempo se rompe el punto de inflexión entre lo que se espera y lo que se vive, las semanas se alargan e intuyo que no tener contacto va quebrando la esperanza, a su vez, la esperanza es colectiva, se irradia y siente entre muchos, ante un mundo que nos condena al hedonismo y narcisismo absoluto, cada vez nos cuesta más acercarnos al otro, perdiendo un poco de nosotros mismos, quizás por eso también no volví a saber de ella.

La esperanza es mirar al horizonte, sin embargo, en estos tiempos el horizonte parece atenuarse hasta ser irreconocible, las crisis en Bolivia, siempre permitieron a las mayorías encontrar el horizonte, re encausar sus esperanzas, Álvaro García establece que nos encontramos en un “tiempo liminal”, donde el tiempo social se encuentra suspendido, donde se avanza, sin futuro, donde la orientación y el sentido se encuentran en disputa.

A su vez, la política para García es en esencia “la conducción de las esperanzas” una disputa por los horizontes por los que se puede aproximar la sociedad, aunque es la gente la que siempre terminara definiendo y así definiéndose en momentos históricos épicos de los cuales Bolivia cuenta historias por cientos. Para reencausar mi esperanza, también tendré que buscar un momento épico, donde el hombre juega a ser héroe o a morir en el intento.

Hablaba con un amigo, esas conversaciones de pasillo que se tiene usualmente y me hacía notar los errores que comete uno, me pregunto que ¿si pudiese soportarme a mí mismo? pregunta que me atormento, Si es que hoy en Bolivia la población no tiene un horizonte claro al que aferrarse, es porque, el grupo que guardaba hasta este momento las esperanzas de la gente, cometió errores, faltas administrativas, de estado, políticas, económicas, pero sobre todo porque fallo y rompió con su tejido político social, traicionó  las creencias que tenían unida a la acción de los agentes, con el campo.

Esta traición, se traduce en la inacción, que se refleja en los números que marcan las encuestas, pero también en la inacción de las campañas políticas. También yo cometí errores, fallas que traicionaron las creencias que funcionaban de coraza ante los hechos que atormentaban lo que intentaba construir con capi, entendí que no pudiese soportarme a mí mismo, aunque sé que siempre tendemos a la repetición sobre nosotros mismos, soy yo, pero también es la sociedad.

Byung Chul Han filosofo coreano, establece que pasamos de vivir del miedo a la pandemia, a vivir una pandemia del miedo, el capitalismo se nutre del miedo del individuo que aislado de la sociedad, solo puede producir y satisfacerse, a través, del placer, que en el momento en que el sujeto satisface una necesidad inmediatamente concibe otra, en un círculo demoniaco del cual no se puede salir, a su vez, el miedo solo produce más miedo, sin embargo, el miedo es dialectico en relación a la esperanza, no se puede vivir eternamente con miedo, el miedo dirá Han es incompatible con la democracia, las masas, históricamente asumieron su compromiso por la democracia, eso sí, una democracia auto determinativa que parte de un “querer” ampliado en momentos para toda la sociedad.

Si la democracia es la esencia del bloque nacional popular, entonces podemos afirmar que en Bolivia una porción de la población es antagónica al miedo, esto se reflejan en las luchas heroicas de Katari, Villca, Mallcu, Evo y tantos otros que escribieron con tinta roja la historia del país.

El pueblo puede superar el miedo, se reencontrará más pronto que tarde en sus sindicatos, en sus reuniones de vecinos, centros de estudiantes y retomará la esperanza por una Bolivia libre y digna, es así que asumirá nuevos compromisos con su historia. Ahora me queda claro que el miedo no es innato en mí, ni en vos porque también somos parte de esta historia, aunque el mundo nos haga presente al miedo diariamente, guardo la esperanza de que estas tres semanas hayan sido solo parte de un momento liminal y que no impedirá volver al surco que íbamos abriendo, que la crisis aguarde la esperanza de una nueva época.

Mi esperanza Ester.


Más del autor