Tipping points y cisnes negros

Un conjunto de investigaciones relacionadas con el cambio climático se está concentrando cada vez más en los “tipping points” entendidos como los puntos de inflexión climática, luego de los cuales no se alcanzaría a discernir los grandes impactos del calentamiento global a todo nivel ya que se desencadenarían múltiples de estos puntos de inflexión. La barrera o frontera trazada son los 1.5°C de calentamiento, a los cuales se estaría aproximando irremediablemente nuestro planeta y que ya se superaría en estos próximos años. Se remarca también que cuando se cruzan estos puntos de inflexión, los mecanismos de retroalimentación auto-reforzantes pueden amplificar los efectos del calentamiento global, dando lugar a impactos en cascada desconocidos.

En ese contexto es de remarcar el artículo de James Rising y otros (2022) que hace mención a los eventos de “cisne negro”, entendido como "una clase de impactos que sufren de incertidumbre profunda caracterizados por su naturaleza extrema y consecuencias duraderas. Estos eventos son difíciles de predecir, porque están tan lejos de lo que normalmente observamos y a menudo surgen de inestabilidades interconectadas". Entonces, los "cisnes negros" se refieren a riesgos extremos e imprevistos, difíciles de cuantificar, que podrían tener impactos catastróficos en los sistemas climáticos, ambientales y socioeconómicos. Representan parte de la "incertidumbre profunda" que los autores argumentan debe ser mejor incorporada en las evaluaciones de riesgos climáticos.

Exceder los 1.5°C de calentamiento global puede llevar a impactos significativos como el aumento del nivel del mar, la disminución de biomas biodiversos, la alteración de corrientes marinas y la liberación de carbono por el deshielo del permafrost a través de la activación de puntos de inflexión climática. Los puntos de inflexión climática son umbrales críticos en el sistema climático de la Tierra donde pequeños cambios pueden provocar impactos significativos y, a menudo, irreversibles.

En los últimos meses se han profundizado análisis sobre tipping points específicos somo el aumento del nivel del mar debido a la fusión de las capas de hielo de las regiones polares como Groenlandia y la Antártida occidental y su impacto irreversible en comunidades y ecosistemas. Otros espacios de preocupación al atravesar umbrales de 1.5 grados centígrados son los biomas de la Amazonia y de los arrecifes de coral, que al disminuirse pueden generar consecuencias ecológicas de gran alcance, afectando la diversidad de especies, los servicios ecosistémicos y el ciclo global del carbono.

A todo ello se suma otro tipping point con las alteraciones que se estarían produciendo en las corrientes termohalinas, reguladoras de la temperatura de los océanos y de todo lo que significa en el transporte de nutrientes para la vida marina. Específicamente, el colapso de la circulación termohalina del Atlántico - AMOC se puede entender como uno de los ejemplos de "impactos biofísicos faltantes" que actualmente no están bien incorporados en las evaluaciones económicas del cambio climático. Un potencial colapso o desaceleración drástica de la AMOC podría tener impactos profundos en los patrones climáticos regionales y globales, como señalaron investigaciones recientes. Dado que se trata de un fenómeno con importantes incertidumbres y posibles consecuencias catastróficas, un colapso de las corrientes termohalinas encajaría en la descripción de un "cisne negro".

En ese abanico se incluye la liberación de carbono por el deshielo del permafrost debido al aumento de las temperaturas lo que daría lugar a que la materia orgánica se descomponga, liberando dióxido de carbono y metano a la atmósfera. Este proceso puede crear un ciclo de retroalimentación positiva, donde los gases de efecto invernadero liberados contribuyen aún más al calentamiento global.

Un mundo desconocido de efectos e impactos parecen estar detrás de las nuevas investigaciones sobre el cambio climático y la paulatina confirmación de los reportes científicos del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) hacen ver que los gobiernos, más allá de ser o no los culpables del cambio climático, deben estar preparados para enfrentar escenarios desconocidos y más aún cuando el cambio climático incide sobre, por ejemplo, los eventos extremos de variabilidad climática como El Niño o la Niña.

En un contexto nacional los “cisnes negros” (eventos inesperados) se nos están presentando con torrenciales lluvias e inundaciones o con sequías extremas a lo largo del país que serán una constante en el nuevo contexto global y ante los cuales debemos estar preparados especialmente por los efectos en cascada que generan. Sin embargo, no se debe olvidar que los impactos de estos eventos están siendo cada vez mayores por la actividad humana que a través de acciones destructoras de los ecosistemas, alteración y desestabilización de cuencas aumentan las vulnerabilidades y por tanto los niveles de riesgo y de desastre.


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