Los intereses que primaron en la NO - COP 29
Este año en Baku (Azerbayan) se desarrolló la Conferencia de las Partes (COP 29) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), la cual al final de la misma, por el tipo de acuerdos logrados y no logrados, se la puede calificar como una NO-COP (con pocos resultados trascendentales según el argot de los negociadores) ya que los intereses de los grandes países, históricamente responsables del cambio climático, decidieron en algunos casos presionar en la aprobación de sus temas de interés como el financiamiento climático limitado y los mercados de carbono, pateando el tablero para más adelante en temas sustantivos como los nuevos compromisos de reducción de emisiones, las recomendaciones del primer balance global y la transición justa.
El tema top de la COP 29 se constituyó en establecer el nuevo monto colectivo global que los países desarrollados deberían aportar para que los países en desarrollo logren avanzar en sus metas de mitigación y particularmente de adaptación climática. Lamentablemente, la meta definida para el 2035 se fijó en 300.000 millones de US$/año, la cual está muy lejos de los montos que por ejemplo el Climate Policy Institute estima que debería aumentar alrededor de 632 mil millones de USD anuales a 5 billones de USD hacia el 2030 (CPI 2021b). Es importante remarcar que sólo el 58 por ciento de los países que presentaron sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDCs por sus siglas en inglés) han informado sobre requisitos financieros en sus NDCs más recientes y las estimaciones alcanzaron los 4,3 billones de USD (WRI, 2024), lo que evidencia que existe una brecha aún muy grande para cumplir objetivos y los 300 mil millones de USD anuales son, como una representante de Africa señalo, “una burla a los países en desarrollo”.
Según Nature news (noviembre 2024) “Los países de ingresos bajos y medios, excluida China, se acercaron a la COP proponiendo a los países ricos que necesitaban alrededor de 2,4 billones de dólares anuales a partir de 2030 para ayudarlos a dejar de consumir combustibles fósiles y protegerlos de los efectos del calentamiento global. Esta suma está en línea con las recomendaciones de un influyente informe de científicos y economistas presentado en la COP”. En plena COP, más de 80 países propusieron una cifra de 1,3 billones de dólares. Por tanto, se puede señalar que la promesa de 300 mil millones de dólares al año para 2035 no convencerá a nadie de que se alcancen los 1,3 billones de dólares al año que necesitan los países en desarrollo.
El otro gran tema vinculado a esta decisión es que estos 300 mil millones de USD pueden provenir de diferentes fuentes, tanto públicas como privadas. Donde, el principal interés de los desarrollados es que al menos un 40% provenga de fuentes privadas o de fuentes multilaterales, lo que implicaría préstamos y por ahí endeudamiento para los países en desarrollo; algo que va en contra de los propios principios de la convención.
Lo valioso y rescatable de la decisión y se espera que se cumpla, es aquel párrafo que establece que los países desarrollados deben enfocar su financiamiento en instituciones locales que trabajen en adaptación, apoyar programas de apoyo técnico y al fortalecimiento de capacidades. Y un detalle no menor es que los fondos públicos a ser destinados a través de las Entidades Operativas del Mecanismo Financiero de la Convención deben triplicar sus niveles de desembolsos hasta el 2030.
Como “anillo al dedo” los países desarrollados también aprobaron el artículo 6.4. que tiene relación con los mercados de carbono, por los cuales estos países podrán cumplir sus compromisos establecidos en sus NDCs a través de diferentes tipos de mercado, poniendo nuevamente en tela de juicio si realmente el Acuerdo de Paris es un compromiso internacional para cambiar el uso de los combustibles fósiles o se trata de un “mercado persa” donde se negocian los compromisos de reducción de emisiones. Lo curioso radica en que se aprobaron los mercados, sin previamente aprobar los anexos que establecen los detalles del juego.
Sobre el Objetivo Global de Adaptación, elemento también clave del Acuerdo de Paris, tampoco se llegó a ningún acuerdo, más que planificar en el futuro un taller en versión híbrida sobre las métricas e indicadores para la meta global en Adaptación y volver a discutir este tema en la COP 30 en Belén. Algo similar ocurrió con el reporte del primer Balance Global que debería orientar a los países para ir avanzando en las nuevas ambiciones para hacer posible no llegar al umbral de los 2°C de calentamiento el 2030. Sobre las orientaciones de las nuevas NDCs que deben ser presentadas en 2030, también se ha pateado el tablero para la próxima COP 30 a realizarse en Belén do Para en Brasil.
Bajo ese contexto de discusiones un velo de incertidumbres esta por caer sobre los compromisos asumidos y aun no asumidos y se trata de los roles que empiezan a jugar ciertos gobiernos populistas de derecha como es el caso de Donald Trumph, Giorgia Meloni y de Javier Milei, el primero que ya desconoció el Acuerdo de Paris en su gestión anterior y parece no haber duda que ratifique su posición una vez que asuma el cargo presidencia el año próximo; la segunda que mantuvo una posición intermedia en la COP 29 pero señalo que "de momento no hay alternativa a los combustibles fósiles, debemos tener una visión realista. Debemos utilizar todas las energías a nuestro alcance, no sólo las renovables, también los biocombustibles y la fusión nuclear"; por su parte Milei, decidió retirar su delegación de la COP y demostró ser un “ignorante convencido” para el cual no existe el cambio climático. En contra partida surge el nuevo líder del Reino Unido del ala laborista, el primer ministro Keir Starmer que está apuntalando una implementación y cumplimiento del Acuerdo de Paris habiendo señalado en la COP 29, entre otras cosas, que “el objetivo internacional de Gran Bretaña hasta 2035 es de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en al menos un 81% en comparación con el nivel de 1990” y que “hoy estamos decididos a apoyar a los países más vulnerables a la crisis climática y deseamos apreciar las oportunidades de mañana".
Un reto grande y tal vez definitivo espera al presidente brasileño Luiz Inacio Lula Da Silva y su ministra de medio ambiente, Marina Silva, quienes deberán lidiar la COP 30 el año que viene en Belén y que deberá alcanzar resultados sustantivos por el bien de la humanidad y en particular con los países más vulnerables del planeta al cambio climático entre los cuales se encuentra el nuestro.
(pd. debo agradecer los aportes valiosos del PhD. Mauricio Zaballa a este artículo)
OPR.