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El retorno del virus de la política

A casi un mes de llevarse a cabo las elecciones subnacionales, en donde se elegirán alcaldes, concejales, asambleístas y gobernadores, el virus político están en su punto más alto. Ahí está, ha mutado de un partido político a otro, como una rosca placeña y centralista, ha hecho metástasis creando sus coaliciones al estilo de la vieja política burguesa. Claro, todos sus tentáculos son parte de ella, de la abominable burguesía. Los virus se han juntado sin ninguna propuesta, bajo el único argumento, “no importa si no ganamos con tal de que quien gobierna pierda”.

Todos ellos ya estuvieron en el poder local, regional y departamental, ya tuvieron la oportunidad de dirigir y gerentar sus municipios, alcaldías, gobernaciones… ya disfrutaron desde las diputaciones, senaturías, concejalías y asambleas… algunos de ellos ya estuvieron 15 años como alcaldes y otros van a su reelección como gobernadores, aunque ya estuvieron de diputados, de asambleístas, de concejales o senadores. Ahí están los virus renovados pero iguales, saltando de un partido a otro partido, peor que camaleones, sabiendo mutar muy bien para en cada mutación hacer más daño porque habiendo alcanzado el grado de híper sinvergüenzas no hicieron nada en los 25 años que se solazaron como autoridades.

¿Quién les dijo que quedarse en el poder local, regional o departamental, es un derecho humano? No señores, ha quedado bien claro que pretender ser relegido por más de dos gestiones no es un derecho humano. Si tanto le gusta servir al pueblo, si usted es abogado, abra su bufete y desde ahí puede seguir sirviendo al pueblo atendiendo de manera honesta y gratuita. Si no tiene profesión para poder vivir de ella, vaya y busque un trabajo humilde como todo el mundo.

Ahí está el virus, esa élite política, que es la réplica del poder central que ya gobernó Bolivia, sin haber hecho ningún aporte en los 160 años de vida republicana. Helos ahí esos políticos que ya llevan casi 40 años desde el retorno de la democracia viviendo de la “pega” política, con el dinero de los bolivianos. Ahí están esos virus que se han vuelto inmunes a la crítica, “cara duras” que no quieren dejar el poder y se han aferrado a la mamadera pintados de distintos colores políticos para seguir empobreciendo al pueblo. Ellos son culpables del subdesarrollo de sus regiones, pues poco o nada han invertido en infraestructura, educación y salud, haciendo que la pobreza sea cada día más latente.

El 7 de Marzo habrá que ver con sumo cuidado a quien elegir. Para el mal de ellos, ya los conocemos, sabemos quiénes son. El pueblo y las comunidades en general elegirán al candidato o candidata que esté libre de corrupción, exento de un pasado vergonzante. Basta de seguir votando por los mismos políticos sinvergüenzas, dejemos de ser cómplices de los corruptos que van de partido en partido, haciéndose elegir y reelegir de un cargo a otro, quedándose años en el poder local, regional o departamental casi por siempre.

Hoy están prometiendo la tierra y el cielo… nos preguntamos:  ¿Qué hicieron  en gestiones anteriores? Simplemente nada. Pero ahí está esa rosca placeña, “elite” que se cree dueña de las regiones. A veces pregona a viva voz “federalismo”, ¿Para qué?, si Bolivia es un país descentralizado y con autonomías. Los municipios, las regiones y los departamentos son autónomos, lo único que se debe hacer es implementar la descentralización y las autonomías.

Ahora pregonan “federalismo” porque creen que los municipios, las regiones y los departamentos son sus feudos y para seguir viviendo de ellos sin que nadie los controle, quieren explotar los recursos naturales que pertenecen a todos, lejos de una fiscalización que pueda verlos y denunciarlos

·       Los pueblos, las comunidades, las ciudades y cada uno de los votantes ya sabemos que si seguimos votando y eligiendo a los mismos de siempre, a los que ya llevan 20, 30 y 40 años en el poder local y nacional, nada cambiara en nuestras regiones. Es  necesario comenzar a desterrar a los viejos políticos que ya tuvieron la oportunidad de administrar nuestros pueblos, municipios y departamentos. Tomemos conciencia que necesitamos nuevos líderes locales, sin pasados oscuros, sin ninguna historia que los vincule al pecado sempiterno de la vieja clase política: la corrupción. 


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