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Elecciones en tiempos del virus y la corona parte III

Continuando con la trilogía “Elecciones en tiempos del virus y la corona”, llegamos al final de la misma. 

No me voy a cansar de decir que hoy más que nunca surge la urgencia de una nueva generación de líderes que aglutinen al campo y la ciudad, que impulsen un gran frente sin mancha y sin pasado. Una generación de jóvenes patriotas, jóvenes millennials, formados en las aulas de las academias de líderes. Líderes que pueden ser: aborígenes, citadinos, indígenas, periurbanos, de clase media, sin discriminación, sin odios ni racismo, jóvenes con visión de país, que nos lleven hacia el nivel de desarrollo de los países del primer mundo, bajo el principio de respeto a la Constitución Política del Estado, respeto pleno a los Derechos de los Pueblos Indígenas y, como es de suponer, el respeto pleno a los Derechos Humanos.

Ahí están los presidenciables en carrera tras la corona, cada uno de ellos prometiendo la tierra y el cielo. Sin vergüenza, alguno de ellos ha olvidado que somos un país laico, se pavonea con el crucifico y la biblia en la mano, mientras lleva en la voz y en el gesto la hipocresía.

La biblia es utilizada para atacar y golpear al adversario. Qué ironía más torpe la de utilizar la religión para agredir al prójimo. Sin escrúpulos, sólo se trata de conseguir la corona, la silla presidencial.

Ahí están los virus bajo la forma de candidatos a diputados o a senadores: algunos de ellos agarrados de la manga del pretensioso presidenciable, moviendo bien sus ensarradas fichas para seguir chupando la sangre del pueblo, para seguir viviendo con el dinero que cada uno de los bolivianos aportaron con su trabajo. Los vampiros llevan 20, 30 o 40 años en la pega política pasándose de un partido a otro, emigrando de alcalde a senador o de diputado a concejal, de corrupto a analista y a santito de nuevo.

Me pregunto ¿en que momento buscaron una fuente laboral en ejercicio de una profesión para la que hayan estudiado para su sustento? pues simplemente “nunca” lo hicieron, descubrieron que se vive bien como parásitos y viven como parásitos sonriendo.

Ahí están de gobernadores o ministros, desde hace más de tres lustros. Las fotos de la prensa lo atestiguan. De seguro volverán a ser candidatos para seguir empobreciendo a sus propios seguidores. Son culpables del subdesarrollo de sus regiones en donde hay carencia de hospitales y centros educativos y donde crece una pobreza latente, visible y dolorosa. Nunca invirtieron en infraestructura hospitalaria ni en educación ni en nada. Alguno de ellos cogobernó con el gobierno de turno, saltando de izquierda a derecha y de derecha al centro, eso le hace ser cómplice en todo tiempo de la falta de inversión en sus regiones, pero van a pedir votos para sus jefes eventuales con la intención de ganar una jugosa pega por enésima vez.

 Uno de ellos será el o la presidente de Bolivia.

Habrá que ver en octubre a quién elegir con pinza. El pueblo mayoritariamente escogerá seguramente al que parezca el mejor candidato, al que crea que lo representa con dignidad, al que supone mejor preparado para llevar los destinos de Bolivia hacia un país igualitario sin odios ni racismo, al que prometa formar un gobierno de tecnócratas con hombres y mujeres preparados en las aulas de educación superior.

Ojalá el elegido forme un gobierno de tecnócratas que convoque a los jóvenes millennials, para asumir las conducciones y los destinos de la nueva Bolivia que queremos.

Hay que aclarar que lamentablemente ya hay algunos jóvenes participando en política, jóvenes que se contaminaron y agarraron muy pronto la “mañuderia” de la vieja manera de hacer política y que hay hombres y mujeres que ya son “viejos” pero aportaron al engrandecimiento de Bolivia. Dentro la academia, enseñan y forman en las aulas, hombres y mujeres cuyas mentes lúcidas son aún nuestra esperanza, son viejos con pensamientos de gente joven; a ellos también habrá que convocarlos para dirigir el futuro gobierno de tecnócratas.    

Queremos una Bolivia sin odios ni racismo, queremos respeto a la carta magna, a los derechos de los pueblos indígenas y finalmente, respeto pleno a los derechos humanos. Todo lo demás llegara por añadidura.

Debemos aprender de nuestros propios errores y de nuestra historia: no más caudillos. Hay engendros de caudillos con la biblia en la mano incentivando el odio, en racismo, la homofobia, utilizando la religión para crear divisionismo entre los bolivianos.  Dios quiera que ellos no sean los elegidos.


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