García Linera, el hombre solitario
Evo Morales no lo ha perdonado. Su último giro discursivo y la teoría de los “dos liderazgos”, con la que al final pedía dejar a su excompañero de fórmula ser candidato a las primarias no ha resultado suficiente para el expresidente y así se lo hizo saber en un tuit de esos caníbal, en el que lo llamó “falso analista”, pero sobre todo lo despedazó con calificativos como “saboteador”, “enemigo del instrumento” y un aún más doloroso: “que se aprovechó de la lucha indígena”.
García Linera aterrizó en el Instrumento Político de la Soberanía Popular (IPSP) de la mano de esos asesores comunicacionales del momento que aunque le daban mucha importancia a lo indígena a partir del censo de 2001, estaban convencidos de que era necesario blanquear el binomio para llegar a clases medias pero también para poder sostener un relato discursivo de alguna forma progresista.
De entre los nombres barajados, al final fue el de García Linera el que resultó más oportuno. Procedía de una familia eurodescendiente de clase media alta adinerada de Cochabamba, de esas de buenos colegios y personal de servicio, pero se había significado en las últimas luchas ideológicas, en particular en la indigenista, pues con Felipe Quispe fue cofundador del Ejército Guerrillero Tupaj Katari (EGTK) en 1986 por lo que fue detenido y estuvo preso, tiempo que utilizó para completar su formación teórica y apuntalar su perfil academicista que le fue tan útil durante los años en que hizo dupla con Morales.
Los más negacionistas del cambio indígena teorizaron durante años sobre que García Linera era el poder en la sombra que movía a Morales, una apreciación que los hechos demuestran falsa. Lo que sí supo es ganarse la absoluta confianza de Evo Morales, lo que seguramente es el objeto de la crítica por “aprovechador”.
La primera parte de la gestión, de 2006 a 2010, García Linera tuvo un perfil más técnico, aunque rápidamente se empezó a encargar de supervisar los grandes negocios del Estado: fue él quien acabó parando los pies a Andrés Soliz Rada en su intención de desarrollar la aplicación del decreto de nacionalización y fe él quien, una vez forzada la renuncia, se encargó de renegociar los contratos de servicios petroleros que tan felices hicieron a Repsol y sus socios. Pronto esta práctica se extendió a otros sectores igualmente estratégicos.
En aquella época García Linera también destacó por su capacidad de acomodación intelectual en función a las necesidades pragmáticas de la gestión que en parte han acabado arrastrando al propio Evo Morales a sus indefiniciones. Pasó, por ejemplo, con la defensa cerrada de la autodeterminación indígena, matizada después con el asunto del TIPNIS, por ejemplo, en general todo el discurso de la Madre Tierra. Por lo general, sus teorías nacían después de que el pragmatismo de la política definiera, como en el caso de una de sus más conocidas, la del “punto de bifurcación”.
Lo que sí supo hacer el exvicepresidente Álvaro García Linera fue crear una guardia pretoriana alrededor de Evo Morales en el gobierno limitando el acceso de muchos dirigentes y otras viejas glorias del nacionalismo de izquierda en el país. Una suerte de gestapillo que fue liquidando cualquier clase de liderazgo alternativo y a cualquier ministro que mostrara mínima iniciativa. Ni qué decir de aquellos que mostraran crítica.
García Linera fue muy eficiente en ese trabajo, lo que le fue correspondido con la absoluta confianza de Morales, que nunca planteó un cambio y que ligó su destino a él incluso en el referéndum de 2016. Era tal vez su forma de corresponderlo.
García Linera carga una leyenda negra que dice que es el hombre de los grandes negocios, el que maneja al exdiputado Valdivia - el que se quedó con Gravetal -, el que hizo los negocios con Carlos Gill para quedarse las Ferroviarias, La Razón, la de que es el dueño de San Cristóbal y últimamente se le adjudicó hasta el Banco Fassil. También que todo esto ayudó en la “salida” hacia México y otros etcéteras.
Como sea, García Linera se había retirado de la primera línea y parecía concentrado únicamente en su cátedra en Buenos Aires y haciendo ciertos pinitos como asesor en Chile, pero desde principios de año decidió volver a aparecer en la actualidad boliviana.
Sin duda a Morales no le ha gustado. Veremos si tiene capacidad de reinventarse.