Hay plan para tumbar a Montes
Acercándonos a la mitad de la legislatura y a pesar de los esfuerzos del gobernador por restarle importancia a los movimientos en la Asamblea Legislativa Departamental o por imponer el marco de la “coordinación”, Ferrufino mediante, con el gobierno nacional, su colaborador más político dentro de la alianza Unidos, Mauricio Lea Plaza, lo tiene claro: Hay plan para tumbar a Óscar Montes.
Lea Plaza sabe de lo que habla y no solo porque lleve 30 años en política activa y los ocho últimos partiéndose la cara en el legislativo, a veces a favor y otras veces en contra del ejecutivo: el movimiento dentro de la bancada de Unidos para voltear las fuerzas en la Directiva no fue espontáneo sino, a su criterio, el paso central para desarrollar una agenda de desestabilización en el departamento.
En total fueron cinco los asambleístas de Unidos que optaron por romper la disciplina de partido y el pacto con la bancada Indígena, que le daba mayoría para controlar el ente, y sumarse a los votos del MAS para cambiar la Directiva. El pacto incluyó la presidencia de Alan Barca y la justificación de buscar una acción más concentrada en las provincias – los cinco “tránsfugas” son de provincias – que en teoría no estarían siendo atendidas como se debe por el gobernador.
Esta justificación, en todo caso, no es solo teórica y ya ha provocado choques, como con los ítems de salud, y se prevé reunir los apoyos suficientes para volver a cambiar la Ley de proyectos concurrentes con los municipios, más conocida como Ley del 1%, que se impuso en la anterior legislatura pero que en esta se modificó para sustraerle la parte sustancial: se eliminaron los débitos automáticos que truncaron definitivamente la gestión de Oliva.
En los próximos días se prevén más choques del estilo, impulsando leyes con un fuerte matiz territorial que meta en dificultades la gestión mientras que la agenda deliberativa no contempla los asuntos más espinosos para el MAS, como el retorno de la insistencia para explorar en Tariquía.
Montes, en la mira del MAS
Más allá de algunas interpretaciones de sus críticos acérrimos, de sus rivales en el espacio político, y de algunos movimientos en los que sus intereses y los del MAS han coincidido, como cuando ambos voltearon el Concejo de Rodrigo Paz en la pasada legislatura, Montes sigue siendo un elemento incómodo para el Movimiento Al Socialismo (MAS) y no un aliado de excepción como en ocasiones se desliza.
Montes viene de una tradición mirista socialdemócrata, aunque de a poco se ha ido alineando a la derecha. En 2019 se alió con los Demócratas y después apoyó el gobierno de Jeanine Áñez, que sigue defendiendo como legítimo sin miramientos ni cálculos. Rompió cuando vio que electoralmente aquello era un suicidio, pero no ha apoyado las tesis de golpe como le exigen en el MAS para darle algo de aire.
El Gobernador de Tarija es algo así como el decano de la política ejecutiva en el país, con más experiencia que la mayoría de los que disputan el primer plano nacional y por descontado entre las autoridades locales o departamentales, incluyendo a Reyes Villa o Johnny Fernández. Todo el mundo sabe que prioriza hacer gestión a hacer política y eso le ha permitido su supervivencia en momentos incluso difíciles. El problema es que la Gobernación no es la Alcaldía, que no hay apenas plata y que poco se puede hacer entre tanta deuda. También que el Montes de hoy está al final del camino. En el MAS nadie quiere verlo haciendo política a estas alturas. Por si acaso.