¿Queda vía secesionista en Santa Cruz?
Pasan las semanas y no parece quedar ni sombra del proceso soberanista puesto en marcha por Rómulo Calvo a finales de 2022, poco antes de concluir su mandato, y luego de forzar hasta el infinito un paro cívico por los matices del Censo de Población y Vivienda que acabó por desgastar a las pocas fuerzas que le quedaban al gobernador Luis Fernando Camacho.
Los propios cívicos cruceños ponen cara de incrédulos cuando son cuestionados por las conclusiones del cabildo del 13 de noviembre de 2022, pero en aquella ocasión se invocó el derecho internacional a la libre autodeterminación de los pueblos para abrir un proceso que desembocara en una nueva “relación de Santa Cruz con el Estado”, salvaguardándose además la unilateralidad del proceso.
Alguna vez Luis Fernando Camacho dijo que aquella comisión se reunió y avanzaba, pero que los nombres eran “secreto”.
Después Camacho fue a la cárcel en una operación de alto vuelo, con una detención muy poco ortodoxa y traslado en helicóptero en modo secuestro. Así parece que le gustan las cosas al ministro Eduardo del Castillo, que ha heredado el gusto pro Rambo de su antecesor Arturo Murillo. Entre que la gente estaba cansada del paro alargado hasta el extremo, entre que era fin de año y se venía Carnaval y entre que la gestión no le estaba saliendo demasiado bien, algunos dicen que el gobierno le hizo “un favor” a Santa Cruz y al propio Camacho.
Lo cierto es que la resistencia en la calle duró poco más que hasta fin de año y que cuando el alcalde Johnny Fernández preguntó en serio qué hacer con los carnavales, Camacho cayó al olvido.
Por entonces el Comité Cívico estaba en elecciones y aún hubo un cabildo más en el que se pidieron varias cosas, particularmente la liberación de Camacho pero también del resto de “presos políticos” y se amenazó con ir al revocatorio de Arce si no se lograba. Se le puso hasta fecha.
Después ganó la elección Fernando Larach y todo su “rollo” de cruceñizar Bolivia y “enamorar” al país, y tanto los planes secesionistas como el propio revocatorio se fueron por el sumidero sin dejar ni rastro.
Camacho nació a la vida pública en medio de los tremendos incendios de la Chiquitanía que caldearon el ambiente preelectoral de 2019. Se hizo famoso liderando la protesta que acabó con Evo Morales renunciando y subiéndose a un avión rumbo a México, pero no tardó en volver a tomar las riendas de su proyecto principal: la campaña presidencial que llevó hasta el final tenía por objetivo apuntalar una buena bancada cruceña independiente que fuera imprescindible para configurar el tercio de bloqueo o los dos tercios. Lo logró, aunque luego la mitad de los parlamentarios le hayan “salido rana”.
Después se hizo gobernador enterrando a los Demócratas de Rubén Costas, que ni siquiera quisieron dar la pelea y que ahora asoman la cabeza para decir aquello de “les advertimos”.
Había motivos para creer: La política se ha vuelto loca, la ultraderecha ha adelantado muchas líneas y lo que antes no se podía decir, ahora se ha normalizado; hay muchos países revisando sus fronteras, muchos territorios avanzando en sus libres asociaciones, está Rusia dividiendo Ucrania y, sobre todo, Bolivia, corazón de Sudamérica, sigue siendo un punto estratégico para el control de un continente que ha girado de nuevo hacia una izquierda más socialista que la de hace dos décadas.
Sin embargo, todo parece apuntar a que en el punto de bifurcación, el establishment cruceño ha apostado por la economía y no por la independencia. Ha influido la quiebra del banco Fassil, las limitaciones de exportación, el tambaleo del dólar o lo que sea, pero las ansias de independencia parecen haberse diluido por el momento.
¿Usted cree que la vía secesionista sigue teniendo fuerza en Santa Cruz?