Los tres escenarios que baraja Arce
El tiempo se le acaba al presidente Luis Arce Catacora. Y es que, al contrario de lo que la lógica parecería indicar, el presidente hoy por hoy solo es un aspirante a la nominación presidencial y no el candidato oficial del Movimiento Al Socialismo (MAS). En otros partidos, sobre todo en Europa, el presidente en ejercicio está automáticamente habilitado por su partido para buscar la reelección, algo que de forma habitual aunque no oficial pasa en Estados Unidos aunque pueda cambiar esta legislatura precisamente por la edad del presidente Joe Biden.
En el MAS la nominación depende del partido e incluso Evo Morales y Álvaro García Linera se sometieron en el pasado a la decisión orgánica en un Congreso aún cuando no había ninguna posibilidad de que no fueran ratificados.
Por la Ley de Partidos, la decisión orgánica ahora debe tomarse en unas Primarias formales, celebradas en 2018 aún cuando ningún partido presentó dos aspirantes, en lo que supuso un ejercicio cínico para tratar de legitimar la participación de Morales en la elección de 2019 por encima de la Constitución y del referéndum de 2016.
Tanto los evistas como los arcistas han asegurado que las diferencias se dirimirán precisamente en esas elecciones primarias, pero nadie duda de que el verdadero pulso se llevará en el Congreso Orgánico donde el sector “renovador”, que es más amplio que el arcismo y que el grupo de David Choquehuanca, debería mover ficha.
Hasta el momento, con la batalla enfangada que se desató a partir de septiembre, cuando Morales habló por primera vez de las sospechas sobre el hijo de Luis Arce y su vinculación a las licitaciones del litio, solo hay un escenario descartado: Que Arce se postule con otro partido.
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No se trata de que “lo del PS1 no haya funcionado” como aseguran desde la órbita de Morales, sino que partir el Movimiento Al Socialismo sería un suicidio político. No hacía falta que volviera Álvaro García Linera a señalarlo. Todos los procesos de escisión se han saldado con el ostracismo de los escindidos – está por ver qué sucede con Eva Copa – por la fuerza contundente del aparato y su implantación territorial.
Tumbar a Morales
Así, la principal alternativa y sobre la que se están volcando todos los esfuerzos es la de tumbar al expresidente Evo Morales. Forzar su retirada o su claudicación para que se dedique a lo que dijo que se dedicaría aun a riesgo de convertirse en un incómodo jarrón chino, muy valioso, muy grande para esconderlo y con mucho riesgo de romperse en mil pedazos.
Arce cuenta con el poder del aparato del Estado, cuyo asalto era el principal reclamo y el principal elemento de cohesión de los movimientos sociales tan diversos como los que conforman el MAS. Desde ahí ha logrado doblegar voluntades y juntar aliados. Los estrategas, sin embargo, le recuerdan que el golpe de mano se debe dar ahora, pues es cuando el poder aún está en sus bolsillos, y no al final, pues entonces el poder estará en el aire y se apoyará a la mejor opción en ese instante.
El proceso de desgaste ha dado fruto en muchas departamentales, pero Morales es duro de roer y se mantiene fuerte en Chimoré, donde tampoco escucha a los aliados internacionales que le recomiendan pasar a segundo plano porque las encuestas no dan.
Arce ha dado también pasos al frente con su irrupción en el Congreso Orgánico de Santa Cruz la semana pasada y la confirmación de que participará en el aniversario este domingo en Ivirgazama le ha permitido sacudirse ese estigma de defensivo que se le ha endilgado. Se deja ver como quien no tiene miedo, cargando la presión en Morales, que a menudo lo minusvalora en su ausencia.
Ninguna encuesta de las entidades amigas como la Celag, ni tampoco el Delphi de la FES le da buenas perspectivas a Morales, mientras que Arce es el líder con mejores resultados en las encuestas. En cualquier caso, los datos no tienen efecto en Morales, cuya acción no está motivada por lo racional sino por lo pasional.
Una retirada a tiempo
Es la opción que con más insistencia se pone sobre la mesa tanto para Luis Arce como para Evo Morales y por similares razones: ambos representan el MAS del pasado por mucho que el presidente intente acercarse a nuevos sectores.
Para Morales hay infinidad de fórmulas que se le proponen para salir del cuadro y reivindicar su legado de 16 años, puesto en cuestión por su caída de última hora y su huida a México.
A Arce se le plantea cumplir su ciclo y apartarse en tanto quedaría en la historia como el hombre que recuperó la democracia y el poder para el Instrumento Popular sin intereses personales ni de grupo, pero por el momento Arce tampoco la contempla.
Coaligar la fórmula
El tercer escenario implica coaligarse, algo que aparentemente se había hecho al elegir a Arce como presidente, fiel a Evo, y a Choquehuanca como vicepresidente, más contestatario, pero efectivamente no ha funcionado por las aspiraciones de uno y de otro.
De unir corrientes hay dos opciones. Una que sea uniendo a los dos cabezas de cartel, esto es a Luis Arce y a Evo Morales, rifándose quién seria el número 1, o bien buscar a sendos representantes de ambos bandos que pudieran funcionar en el ticket electoral: Andrónico Rodríguez y Eva Copa, por ejemplo.
En este caso, la dificultad radica no tanto en promocionarlos aceleradamente y en asegurar su pasado impoluto, sino en saber si tendrán la capacidad de soportar las arremetidas de los dos expresidentes que, con seguridad, volverían a sucederse.