Lalo Cortez es el tapado
El MAS Tarija necesita un presidente, pero de repente, desde la puerta ha empezado a hacer señas un candidato. Y a muchos les ha parecido bien.
Lalo Cortez lleva militando en el proceso de cambio desde que quedó claro que era la opción ganadora, allá por 2008, cuando buena parte de la rancia Academia consideró que era mejor tratar de aportar algo que pasarla en conspiraciones donde sólo habría cosas que perder.
Cortez fue rector de la Universidad Juan Misael Saracho entre 2003 y 2007, cuando cambió todo, y lo volvió a ser en 2015 pero solo durante unos meses, pues el Tribunal Constitucional acabó desalojándolo del cargo. Entre esos tiempos siguió muy pegado a la Universidad, en particular como ejecutivo de la Comité Ejecutivo de la Universidad Boliviana (CEUB). A Morales le hacían falta aliados en Tarija y la Universidad, junto al Chaco, fue su principal vergel.
Cortez, junto a Marcelo Hoyos y Carlos Cabrera, conforman la tríada ancestral del poder de la Saracho, con todos sus recovecos. Han sido a veces socios y otras veces archienemigos. Cómo olvidar cuando Hoyos le tumbó la candidatura a Cabrera por renunciar un día tarde a su sueldo de Decano.
De los tres Cortez era el más técnico y probablemente, el menos carismático. Cabrera formaba parte de la aristocracia tarijeña de los 90, de la descentralización y aquellos pactos “de caballeros” en los que se repartían los destinos de la Codetar. Hoyos era un galán avasallador capaz de robarse el show donde estuviera que hablaba versos. Cortez no, pero ahí estaba. Y sigue.
La tercera vía
En el MAS Tarija no hay Congreso a la vista, ni se le espera. Nadie puede asegurar los números con certeza, pero la reproducción de la pugna entre evistas y arcistas se reproduce milimétricamente. Entre los evistas está la vieja guardia, con Pilar Lizárraga como comandante en jefe; con los arcistas está la actual dirección departamental que encabeza Carlos Acosta y patrocina desde su elección el viceministro Álvaro Ruíz. Lizárraga tiene un nombre para dirigir el partido, que es ella misma; Acosta no, salvo que finalmente acepte Marcelo Poma, aparentemente vocero presidencial en Tarija aunque se esté tomando unas vacaciones larguísimas.
De esta situación crítica el más beneficiado es el gobernador Óscar Montes, que gobierna sin oposición desde hace dos años, y no parece que la cosa vaya a cambiar en el corto plazo. A pesar de que el MAS ganó la primera vuelta y peleó hasta el final la segunda, su representación en la Asamblea es menor.
Cortez, hermano de la expresidente del Tribunal Departamental de Justicia y exviceministro de Educación es de los que en privado dicen que tienen lealtad al proceso por encima de las personas, y sus actos lo avalan. En 2019 dejó el cargo de viceministro casi en diciembre, ya con Áñez muy asentada en el poder, y en 2022 no ha dudado en asistir y auspiciar los actos de Arce en el coliseo.
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En el entorno de Cortez anticipan su habilidad para moverse en los espacios cortos. Su plan parece estar trazado: es la autoridad afín al MAS con un cargo más alto y legítimo en el departamento; es el que entró con Morales y se ha mantenido con Arce sin mojarse ni con uno ni con otro, siempre detrás del perfil academicista; es el que en este momento de incertidumbre tiene voz para opinar y es, gracias a su cargo, el que puede mostrar resultados y gestión, es decir, el que puede demostrar que en cooperación con el gobierno se pueden hacer cosas para con Tarija, misma estrategia que han utilizado todos los candidatos pero sin respaldos pertinentes.
Veremos la suerte de Lalo…