El escenario político post 1386
Quién es y dónde va realmente Luis Arce
Luis Arce fue el elegido de Evo Morales a pesar del clamor de las bases. En su conformación de gabinete ha respetado el reparto de poder y además, asume el discurso más duro marcado por Evo para reivindicar su papel en 2019. Tanto Andrónico como Choquehuanca esperan su oportunidad.



Luis Arce fue elegido candidato (y casi presidente) en enero de 2020 en un escritorio del sindicato de trabajadores de la educación en Buenos Aires. Lo eligió el dedo de Evo Morales que no tenía mucho más donde elegir.
La alternativa número uno era David Choquehuenca, canciller histórico de Evo Morales hasta que el choque con el ala linerista lo dejó definitivamente fuera - con Quintana, para compensar - y se tuvo que reinventar. Curiosamente, Choquehuanca tenía a su favor y en su contra la misma cosa: era el único de los ex ministros con cercanía real con los movimientos sociales, pero demasiado amaras lo que le sirvió para ser vicepresidente.
La alternativa dos era Andrónico Rodríguez, el vicepresidente de las Seis Federaciones del Trópico cochabambino y niño mimado de Evo, aunque más formado a la izquierda,que no se sentó en la mesa porque de haber intentado salir, Murillo lo hubiera mandado a San Pedro. Andrónico fue la revelación de aquellos días de noviembre, pero era demasiado joven y demasiado cocalero para saltar directo a la Presidencia.
La alternativa tres era Diego Pary, que en realidad era otro recién llegado con apariencia quechua de los ayllus potosinos y que había reinado en la OEA - donde a Evo Morales le fue bastante mal -, por lo que su candidatura hubiera tenido simbolismo pero poco más.
Por eso desde el momento que se convocó la reunión, y tal vez desde mucho antes, se sabía que el candidato sería Luis Arce porque reunía las características mínimas para ser el candidato de toda esa hamalgama de intereses en el que se había convertido el MAS, pero además, como ex ministro de Economía, encarnaba el anhelo del tiempo mejor, y eso que aun no había arrancado la pandemia.
Arce y el marketing político
Lo cierto es que a Arce no le bastó solo con ser nombrado, sino que tuvo que emplearse a fondo en la campaña para convencer a los más descarriados.
Es verdad que más de la mitad del trabajo se lo hizo Jeanine Áñez y Arturo Murillo con sus amenazas, insultos, "salvajes" y, finalmente, la corrupción desatada en forma de gases lacrimogenos y respiradores.
Es verdad que otra parte importante se la dio la pandemia, una pesadilla que trató de domesticar al boliviano, meternos en casa, alejarnos de nuestras familias e infundirnos un miedo al que otras sociedades con otra idiosincrasia u otro proceso de conformación pudieron acomodarse, pero que era demasiado para una Bolivia rebelde por naturaleza. Arce representó el pasado feliz, el tiempo de la estabilidad económica, de los dobles aguinaldos, del Dakar y de esos pequeños hitos que nos hicieron felices aunque sólo fuera un día.
Pero como eso no bastaba, sus asesores más profesionales armaron un perfil de candidato infalible, sonriente y feliz, que bailaba y comía en la calle y, sobre todo, tocaba la guitarra. Eran tiempos de pandemia y videos editados y Arce se convirtió en una especie de tipazo con quien cualquiera querría irse de churrasco.
La campaña tuvo sus hitos. Arce se olvidó de Áñez, que estuvo al principio más atenta de sacudirle a Mesa que al MAS, abriendo una vía de agua irreversible en la candidatura de CC en la que luego ahondó Creemos. Frente a eso, Arce se presentó como el erudito y además, de izquierda: la única propuesta concreta fue el impuesto a las grandes fortunas que le cayó muy bien, porque todo el mundo quiere que le caiga palo a los ricos.
Centrado en su campaña de buena onda, asistió al debate de Santa Cruz organizado por la FAM liberándose de las críticas por no debatir. Además, como jugaba en casa, le fue bien. Sin estridencias respondió a las preguntas de índole económica sin atacar a nadie, lidió bien con los que le cayeron a él y dejó una frase: aquí es trabajando, que desnudó a la oposición. El resto de la campaña fue prácticamente un coser y cantar.
La "transformación" de Arce
Arce no tardó en volver a ser el mismo. En su posesión ya había asumido la tesis del Golpe de Estado para calificar al gobierno de Áñez de "gobierno de facto" y sus discursos posteriores - en las posesiones, el 6 de agosto en la FexpoCruz - han ido endureciendo el tono, como se evidenció en el grotesco acto de informe de gestión a principios de noviembre.
Arce dejó de ser el hombre jovial de la guitarra para pasar a ser el ministro rispido que no atendía llamados y que aleccionaba con datos a sus interlocutores, hasta que alguien lo contradecía.
Sí algo ha caracterizado a Arce en este primer año de Gobierno es su desapego por la negociación o el consenso. En general no mantiene reuniones con sectores críticos y ni siquiera ha cerrado una agenda institucional para reunirse con los gobernadores o con los alcaldes. Mucho menos con algún sector de la oposición.
Ante los problemas, Arce ha optado por no dialogar él, pero apenas nadie de su gobierno. Antes de hacer esfuerzos de conciliación ha optado por tumbar las leyes de las Ganancias Ilícitas sin forzar ningún consenso.
¿Hacia dónde va Arce?
La cuestión que ya es runrun intenso dentro del MAS y que también señalan los analistas consultados para esta edición es que nadie conoce la verdadera intención de Luis Arce de cara a 2025. Nadie, ni su círculo más íntimo, sabe si en 2025 intentará la reelección o, sin embargo, dará un paso al costado.
Es la indefinición de Luis Arce. La mitad de la oposición lo considera una “marioneta” de Evo Morales, la otra mitad alimenta un supuesto pulso a muerte entre ambos por el control del poder real. Sí, muchas veces los que opinan una cosa opinan la contraria a la vez.
Arce ha compartido el poder tal como se le ha pedido, algo que era precisamente uno de sus puntos fuertes en la selección. Mientras él se ha quedado al mando de la gestión económica, los sectores relacionados al poder, la seguridad y la política han quedado en manos de la vieja guardia García Linera – Morales: Iván Lima en Justicia, Eduardo del Castillo del Carpio en Gobierno, Edmundo Novillo en Defensa, Patricia Hermosa en el Segip, Chávez en la Procuraduría, etc. Pero por esa misma distribución, los errores de cada uno son asumidos por sus tutores sin que los otros hagan demasiado por remediarlo.
En el círculo de Arce se señala que lo que está haciendo daño es la gestión política, es decir, el mantener la agenda del “golpismo”, denunciando los hechos ya juzgados políticamente en 2020 para “tratar de lavar la cara de Evo Morales”, por lo que deslindan cualquier responsabilidad y apuntan a que los datos económicos avalan su gestión. Esos mismos callan cuando se les recuerda que el que más está inflamando los ánimos es el propio Arce, acudiendo al discurso más duro en los momentos más institucionales.
Tampoco se entiende el rol del vicepresidente David Choquehuanca, quien en ocasiones habla de “equilibrios” y en otros de la “furia del Inca”, y finalmente fue quien desató la polémica en Santa Cruz colocando la wiphala sin haberlo pactado antes en el protocolo.
En general los analistas coinciden en que no será Arce sino Evo Morales el que defina primero su futuro. Nadie descarta que Morales vuelva a pensar que sí puede ganar una elección con mayoría parlamentaria. Una vez que eso se defina se verá si es necesario un “revocatorio” o Morales será capaz de esperar hasta 2025 para volver a postular.
Pero ojo, otras muchas voces señalan que Arce tendrá difícil acabar este mandato y que el propio Choquehuanca y Andrónico Rodríguez ya preparan la sucesión. Ambos están en la cadena de sucesión dispuesta en la Constitución. Ambos representan a los dos grandes sectores populares que aglutina el MAS. El misterio, mientras tanto, seguirá acompañando a un Arce cada vez más incómodo.
¿Y dónde va Luis Fernando Camacho?
El otro perfil político paradigmático a estas alturas es el de Luis Fernando Camacho. El actual gobernador de Santa Cruz saltó a la fama desde el Comité Cívico cruceño en 2019, impulsando los cabildos previos a las elecciones por el supuesto impacto ambiental de los incendios por la Chiquitanía y después se convirtió en el líder de la protesta contra Morales que lo acabó haciendo renunciar.
Camacho negó siempre querer ser candidato, pero finalmente dio el salto a finales de 2019 presentándose como candidato por un nuevo frente diferente al de Carlos Mesa. Camacho no se convirtió ni mucho menos en un líder ecologista pese a saltar a la fama protegiendo la Chiquitanía, sino que más bien se alineo con los intereses agroindustriales con los que él simboliza “el modelo cruceño” de desarrollo. Las encuestas como candidato nacional nunca le fueron favorables, pero insistió hasta el final restándole importantes votos a Mesa en Santa Cruz, con lo que la oposición perdió toda opción de frenar al Movimiento Al Socialismo.
Camacho logró hacer una poderosa bancada a nivel nacional dejando fuera de juego a los Demócratas, que habían ligado su suerte electoral a la de Áñez, que acabó declinando. Después se presentó como candidato a la Gobernación de Santa Cruz, donde siempre se le ubicó, y ganó holgadamente (54%), pero no tanto teniendo en cuenta que los Demócratas habían cedido su espacio electoral.
Con todo, el cruceño se convirtió en el poderoso gobernador y no tardó en mostrar su estilo, una especie de mezcla entre lo kamikaze y lo testosterónico con una pizca de populismo que le ha llevado a obtener algunas pequeñas victorias – habrá censo en 2022 – y mantenerse vigente acercando hacía sí a la oposición más radical de todo el país con bravuconadas como la de la wiphala o negándole la voz a David Choquehuanca en la efeméride. De momento Camacho ni siquiera ha declarado por el supuesto golpe, caso por el que Áñez lleva ya cinco meses aprehendida.
Evidentemente Camacho no ha querido ser Gobernador de Santa Cruz porque sí, pero los estrategas difieren sobre cuáles serán sus siguientes pasos. Volver a aspirar a la Presidencia es un hecho que no sucederá; priorizar la reforma constitucional hacia el modelo federal o imponer algún otro tipo de plan de choque para la secesión son otras dos claves que se valoran.
La cuestión es que de momento Camacho funciona más o menos solo. Lo normal es que pronto busque aliados. Dentro fuera del país.