El MAS y los jarrones chinos

Andaba el Movimiento Al Socialismo (MAS) buscando por todos los recovecos de Tarija, asomándose a todos los balcones, cada vez más pintudos. Cansados de que los zapatos se llenaran de tierra para no obtener resultados, fueron metiéndose de a poco en el asfalto, y de repente se vieron pisando adoquines de mármol italiano.Por esas cuestiones del voto cruzado, el MAS ganaba en casi todas las provincias, pero perdía los municipios. Una vez detrás de otra y especialmente señalada en roja, le quedaba la plaza Luis de Fuentes y Vargas. El corazón mismo de Tarija.Ganar la circunscripción 40 en las presidenciales, modificada anexando vastos territorios rurales como Iscayachi y San Lorenzo, poniendo un apellido de los de la plaza de toda la vida, obviando polleras y maquillando mensajes no parece suficiente. Andaban tan concentrados los estrategas en buscar un rostro ideal para, al menos, intentar pelear la alcaldía de Tarija y la provincia Cercado, que en el centro del iris se posó una mota negra, como un sombrero, y le empezaron a dar vueltas.Lo de poner a un “jailón” resta votos en el área rural, lo de poner a un “rural” aleja de la clase media, poner a un “asentado” se asemeja a un suicidio… y de repente Luis Alfaro.Campesino de siempre, incluso ahora que ha desarrollado los tics de terrateniente. Doctor y líder natural. Alfaro aparece arriba en las apuestas por aquello de que le ha hecho la guerra al gobernador interino Lino Condori, lo que gusta a muchísimos, y porque era masista antes incluso de saberlo. Alfaro tiene pie y medio en la jubilación anticipada involuntaria quizá por méritos propios, quizá por su controvertida aventura parlamentaria. Alfaro quiere contar. Alfaro es un jarrón, y las modas siempre vuelven, pero si se rompe… hay si se rompe.