Cae el arzobispo de Canterbury por su gestión en un caso de abusos sexuales a un menor
Justin Welby afirma asumir su responsabilidad e indica que su marcha se producirá en respeto a sus obligaciones institucionales y constitucionales
El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, líder religioso y principal gestor de la Iglesia anglicana (por encima de él solo está el rey Carlos III como “gobernador supremo”), se ha visto obligado a renunciar por un escándalo de abusos sexuales de menores cometidos en “campamentos cristianos” del Reino Unido, Zimbabue y Sudáfrica , y que se remonta a los años setenta y ochenta.
Unos 130 niños de diversas nacionalidades fueron torturados física, sexual y psicológicamente hasta el punto de la saña y el masoquismo por John Smyth, un abogado y cristiano evangélico ya fallecido que no era sacerdote, pero estaba estrechamente vinculada a la Iglesia de Inglaterra, y dirigía la institución que organizaba esas colonias religiosas. Justin Welby coincidió con él en varias de ellas, antes de su ascenso en el escalafón eclesiástico hasta llegar a arzobispo de Canterbury.
Un abogado evangélico llamado John Smyth torturó a unos 130 niños en las “colonias cristianas” que dirigía
Smyth falleció en el 2018 en Ciudad del Cabo sin haber tenido jamás que enfrentarse a la justicia, a pesar de que en el 2016 se hizo público un espeluznante informe sobre sus abusos, que explicaba cómo algunos niños recibieron hasta catorce mil latigazos con una caña en el jardín de su casa de Winchester. Otro menor murió en uno de sus campamentos en Zimbabue, a donde se había trasladado, pero abandonó el país antes de que se presentaran cargos contra él para establecerse en Sudáfrica.
En su carta de dimisión, Welby admite que en el 2013 tuvo conocimiento de la existencia del informe y de las acusaciones contra Smyth (con quien había seguido intercambiando felicitaciones por Navidad), pero no hizo nada al respecto, dando por hecho que la policía ya estaba al tanto e intervendría si lo consideraba necesario.
Un informe adicional de una comisión independiente publicado la semana pasada, con nuevos detalles de los abusos de todo tipo cometidos por Smyth, hizo insostenible la posición de Welby como voz moral de la Iglesia anglicana. Aunque inicialmente se aferró al puesto, al final ha tenido que rendirse bajo enormes presiones de obispos y arzobispos tanto de Inglaterra como de países de la Commonwealth.
Al margen de su relación especial con el abogado evangélico, el arzobispo de Canterbury ha sido acusado de liderar el encubrimiento de los hechos y una “conspiración de silencio”, aunque solo fuera para preservar el prestigio de la institución que preside, las mismas críticas que se han formulado contra la Iglesia católica en relación con conocidos de abusos por sacerdotes en Irlanda, Estados Unidos y otras latitudes.
Welby representa el ala progresista de una institución dividida sobre el aborto, el divorcio y el papel de las mujeres
El proceso para designar un sucesor a Welby va a durar por lo menos seis meses, y quien sea el elegido no tiene que ser necesariamente un arzobispo. Primero, figuras tanto del ámbito religioso como político (se trata de uno de los cargos institucionales más importantes del país) propondrán candidatos. Después, una comisión integrada por 17 personas (miembros de la comunidad anglicana y del sínodo, parlamentarios de Westminster y al menos un obispo) valorará sus méritos y hará una recomendación para que sea el primer ministro Keir Starmer quien tome la decisión y presente la propuesta al rey Carlos III.
Temas como la ordenación de mujeres sacerdotes, el aborto, el divorcio, la homosexualidad y el cambio de género tienen dividida a la Iglesia anglicana, cuyos sínodos suelen ser un choque entre las corrientes más conservadoras (dominantes en los países africanos) y las más progresistas, a la que pertenece Justin Welby. Otro asunto espinoso que habrá de afrontar su sucesor es el de las responsabilidades de la institución con respecto a la esclavitud, ya que se benefició económicamente de ese tráfico, aunque no al nivel de la Corona y empresarios textiles.
Welby, como arzobispo de Canterbury, se enfrentó con Tony Blair por la guerra de Irak, ha pedido un alto el fuego en Gaza y denunciado como “moralmente injustificable” la cantidad de muertos y heridos en la franja. Por ello, la prensa conservadora del Reino Unido, que simpatiza con Netanyahu, ha reaccionado con gran alegría a la caída del líder religioso anglicano.