Siguen las manifestaciones para rechazar la reforma constitucional
Radiografía de la protesta en Jujuy reprimida por Morales
El conflicto, lejos de aminorarse por las amenazas verbales de Gerardo Morales y los ataques policiales, parece seguir su rumbo creciente con nuevos llamados a movilizaciones en todos los rincones de la provincia



Después de casi dos semanas de protestas en Jujuy, el conflicto escaló a su punto de máxima tensión en el transcurso de un sábado trágico que arrojó decenas de heridos y detenidos después de la represión a cielo abierto desatada por la policía provincial en los cruces de las rutas 9 y 52, alrededor de la rotonda de acceso al pueblo turístico de Purmamarca en el corazón de la Quebrada de Humahuaca.
Las protestas se habían iniciado el lunes 5 de junio con una multitudinaria manifestación en San Salvador, la capital, inicialmente movilizada por los docentes de la provincia que exigían mejoras de salarios de pobreza. En ese entonces el reclamo era estrictamente sectorial, y si bien el mismo se replicó en otros sectores de Jujuy, el gobernador Gerardo Morales lo desestimó por considerarlo un “rifirrafe”, término que los españoles emplean para contiendas de poca monta.
Sin embargo, a los pocos días el barullo callejero se empalmó con una polémica convención constituyente que modificó de apuro la carta magna jujeña con la presurosa alianza entre la UCR y el PJ local. Y las desprolijidades de las asambleas celebradas para estos efectos fueron motivo suficiente para alentar a otros sectores de la sociedad jujeña a salir a las calles. Morales exigió a los docentes volver a sus puestos de trabajo y amenazó con criminalizar las protestas cada vez más abundantes, logrando —por el contrario— aumentar un fastidio para ese entonces masivo.
Pero lo peor llegó el sábado, cuando la contienda se trasladó a las rutas principales de Jujuy, especialmente la 9 que une a San Salvador con la Quebrada de Humahuaca y los pasos fronterizos hacia Bolivia (vía La Quiaca) y Chile (por medio de la ruta 52 hacia el Paso de Jama). Allí, el nervio central lo protagonizaron comunidades indígenas que se manifestaron perjudicadas por una reforma constitucional sobre la que, aseguran, no fueron consultadas, a pesar de que el gobierno provincial indique lo contrario. La discusión en este aspecto pasa por la explotación de los recursos naturales en detrimento del medioambiente alrededor de las tierras de esas comunidades, acelerada además por el deseo voraz de la extracción de litio, un asunto de particular interés económico, pero con escasa difusión al respecto de su extracción y monetización.
Los cortes comenzaron siendo parciales, permitiendo cada media hora el flujo de tránsito en ambos sentidos de cada ruta. Según distintas fuentes, las fuerzas represivas de Jujuy decidieron avanzar con mucha crudeza desde un primer momento y estoy generó la respuesta de distintas comunidades que decidieron plegarse a las zonas de conflicto en solidaridad con los manifestantes atacados.
A medida que avanzaron las horas y el hecho tomó un escandaloso alcance nacional, el gobierno jujeño no tuvo más opción que dar la cara y salir a ofrecer su versión. No lo hizo el gobernador radical Gerardo Morales, más preocupado por su alianza electoral con Horacio Rodríguez Larreta.
Los que tomaron la voz en nombre del gobierno de Morales fueron dos caras conocidas de su entorno: los exdiputados por la UCR-Juntos y recientes constituyentes Gabriela Burgos y Alejandro Nieva. En la conferencia de prensa en cuestión, Gabriela Burgos (presidenta de la convención constituyente) habló de “paz” y “calma”, aunque su gesto entre tenso y enojado ofrecía el semblante exactamente opuesto. También destacó que “no nos olvidemos de somos la Capital Nacional de la Pachamama”, algo que efectivamente determinó el Congreso de la Nación en 2013 para la provincia en cada 1º de agosto. Sin embargo, un fallido le traicionó en su discurso al decir: “Somos la única provincia del país que reconoce los derechos de los pueblos indígenas, no tanto los derechos sobre sus tierras comunitarias…”.
La conferencia duró veinte minutos. El conflicto, lejos de aminorarse por las amenazas verbales de Gerardo Morales y los ataques policiales, parece seguir su rumbo creciente con nuevos llamados a paros y movilizaciones en todos los rincones de una provincia que se manifiesta en repudio como hace tiempo no se observaba.