Bolivia, derecha o izquierda

Bolivia sigue pendiente de encontrar una fórmula que le permita a sus ciudadanos vivir con dignidad y no siempre pendiente de las cotizaciones internacionales

Por ubicación geográfica y afiliación cultural, Bolivia está incrustada en la esfera occidental desde siempre y eso no ha cambiado con 20 años del Movimiento Al Socialismo (MAS) en el poder ni seguramente lo hará nunca. Desde esa posición, Bolivia ha vivido dos de los grandes movimientos culturales de dominación que son al fin y al cabo los que han definido su posición. El uno tiene que ver con la evangelización católica que llegó a América con la colonización española, el otro tiene que ver con la alineación capitalista – individualista que siendo preexistente, se exacerbó con la televisión y el cine y todas las estrategias que acabaron por hacer colapsar el muro de Berlín y finalmente, el imperio soviético.

Al fin y al cabo, es lo que somos por historia y por aprendizaje. Por mucho que el vicepresidente David Choquehuanca insista en las raíces comunales de una Bolivia indígena y rescate algunas costumbres solidarias y de crianza compartida de los ancestros, por supuesto muy valiosas, están lejos del pensamiento dominante en la cultura nacional que representan muy bien los mineros cooperativistas, los transportistas y todo tipo de agricultor semi industrializado empezando por los cocaleros a la par que los grandes soyeros o arroceros: maximizar las ganancias es la principal ley y la solidaridad corresponde al ámbito privado. Uno puede ser más generoso, otro menos y otro simplemente confunde ayuda con pagos de servicios. Ni hablar de la solidaridad organizada a través de impuestos o de los esfuerzos equitativos proporcionales.

Es curioso que una parte de la oposición pinte a Bolivia como si fuera un Estado soviético con una presencia agotadora del Estado

¿Algo de esto va a cambiar en el corto o mediano plazo? Probablemente no. ¿Es necesario? Probablemente tampoco. En cualquier caso, es importante que cada cual raye su cancha y sea capaz de explicar sus proyectos sin mentir ni exagerar.

El Movimiento Al Socialismo (MAS), por contexto o porque venía en el nombre de la sigla que compró para que el Instrumento Político para la Soberanía Popular se presentara a las elecciones, se ha auto considerado de izquierdas, pero sus políticas han estado lejos de pretender siquiera una pequeña revolución socialdemócrata. Nunca pretendió una reforma fiscal de calado y no hay un elemento que permita cuantificar los esfuerzos impositivos de unos y de otros, así que como todos sus antecesores se han dedicado a exprimir lo que ya había de IVA, de IUE y poco más, mientras que lo de hacer reformas estructurales se ha quedado muy lejos incluso de la solidaridad eclesial más elemental – enseñar a pescar, no dar el pescado – que ya hace 70 años fue revolucionario.

Dicho esto, es curioso que una parte de la oposición pinte a Bolivia como si fuera un Estado soviético con una presencia agotadora del Estado, cuando solo la iniciativa privada permite poder atender todas las necesidades y los gremios apenas piden que se les deje en paz. Ni un cuerpo de funcionarios mal distribuido e ineficiente, ni ministerios miedosos o corruptos son cualidad exclusiva de uno u otro modelo ni autoidentificación ideológica.

Es posible que el modelo haya fracasado, si es que alguna vez hubo un modelo que aplicar. Como sea, Bolivia sigue pendiente de encontrar una fórmula que le permita a sus ciudadanos vivir con dignidad y no siempre pendiente de las cotizaciones internacionales.


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