Bolivia y el pachamamismo olvidado

El tiempo ha demostrado que no ha sido el MAS ni sus bases las que se han opuesto a la perforación en Tariquía, a la carretera por el Tipnis o a las mega represas del Bala y el Chepete

El día Mundial del Medio Ambiente encuentra a Bolivia, de nuevo, debatiéndose entre sus indefiniciones y riesgos. Entre esa cada vez más amplia brecha en lo que se dice que se quiere ser y lo que se es. Una brecha que se abre más cuando se pone en contraposición con muchas de las formulaciones del activismo verde, que apenas considera el indigenismo como fenómeno etnográfico y no como elemento pensante y central en la toma de decisiones.

La cuestión es que Naciones Unidas hace tiempo que ha advertido que Bolivia es uno de los países más vulnerables al cambio climático, sobre todo por lo que tiene que ver con el incremento de temperaturas, que conllevará el agotamiento de las nieves perpetuas que son fuente de agua y vida en el altiplano y regulan el resto de la cuestión hídrica nacional. A eso se suma, por vulneración económica, todo lo que tiene que ver con la soberanía alimentaria, los riesgos de sequía o de inundación.

Al Movimiento Al Socialismo y al propio Evo Morales, el activismo verde le conformó un perfil ecologista que le trascendió a sí mismo, si bien es cierto que él mismo no hizo nada por aplacarlo, pues por entonces le convenía crecer en proyección internacional como el primer indígena aparentemente comprometido con el conservacionismo radical de la Madre Tierra.

Quienes estaban un poco más cerca de la tierra advertían que aquello del ecologismo radical era una mala broma, que Bolivia seguía viviendo en el extractivismo de toda la vida y que no habría pueblo indígena que se opusiera a una carretera en condiciones, a un campo petrolero que trajera trabajo fácil y otras prebendas o a alguna represa con posibles. Que el mito desarrollista había desplazado ya cualquier relato instalado en los ancestros, utilizado esto apenas como reclamo político.

El tiempo ha demostrado que no ha sido el MAS ni sus bases indígenas las que se han opuesto a la perforación exploratoria en Tariquía, a la carretera por el Tipnis o a las mega represas del Bala y el Chepete. Ninguno de los proyectos ha sido olvidado ni abandonado, como mucho, se analiza una reformulación.

El otro gran asunto que pone en riesgo la sostenibilidad ambiental tiene que ver con la “ampliación de la frontera agrícola”, que se traduce en desmontes indiscriminados, incendios a discreción y una persistente campaña a favor de la introducción de nuevas semillas transgénicas que amenazan la biodiversidad por un lado y el suelo por otro.

Es verdad que existen reivindicaciones de fondo en el país y como bloque de países emergentes que no contaminan que necesitan ser puestas encima de la mesa. El norte no se plantea reducir su ultraconsumo, que es la principal causa del deterioro planetario, mientras promueve transformaciones íntegras – y caras – de matrices energéticas en el sur global para reducir una contaminación casi inexistente.

Ya sin Evo Morales en el escenario ejecutivo, al menos de momento, y con el mundo reconsiderando opciones por los efectos que ha adelantado la guerra de Ucrania y la pugna con Rusia, Bolivia se debe un debate amplio e intenso sobre sus planteamientos ecológicos y sus ambiciones desarrollistas. Atrasarlo puede hacernos perder muchas oportunidades.


Más del autor
Tema del día
Tema del día
El MAS y el cambio de época
El MAS y el cambio de época