Inmensa deuda global “huele” a crisis mayor que la de 2008
Hace casi un año, Anwar Shaikh, profesor de economía de la New School University de Nueva York, vaticinaba “un segundo ataque al corazón del capitalismo producto de la crisis de 2008”, aunque con cautela acerca de cuándo. Este mes, tanto Wall Street como el propio FMI comparten una...



Hace casi un año, Anwar Shaikh, profesor de economía de la New School University de Nueva York, vaticinaba “un segundo ataque al corazón del capitalismo producto de la crisis de 2008”, aunque con cautela acerca de cuándo.
Este mes, tanto Wall Street como el propio FMI comparten una “sensación” de preocupación. El diagnóstico de la institución multilateral en sus dos últimas reuniones (octubre y abril) alertan a gobiernos y directivos de empresas y bancos de que la próxima crisis podría estar “a la vuelta de la esquina” y que los Estados no han podido reunir los recursos financieros suficientes para afrontarla.
Pero sobre todo, tanto voceros de Wall Street como del FMI coinciden en que la creciente e inmanejable deuda –tanto soberana como financiera- estará en el núcleo del próximo ataque al corazón del sistema.
“Algo huele en el aire” que recuerda a 2007, afirmó recientemente a la revista especializada Business Insider el ejecutivo de Moelis & Co –una firma que vigila la solvencia y el pago del sector privado-, Bill Derrough, manifestando su preocupación.
El comentario de Derrough, afirman, recoge el sentir inversor de Wall Street: En aquel entonces (2007, poco antes de la crisis) “había una atmósfera similar a la actual, de pactos de fusiones temerarios y adquisiciones entre empresas, en los que se asumían cuotas de endeudamiento desorbitadas” para formalizar estas alianzas, y que llevaron a los Estados a poner en marcha los multimillonarios rescates bancarios y los programas de estímulo económico y monetarios.
Un problema nuevo es que actualmente, como dice el FMI, en los últimos 10 años los Estados no han logrado acopiar los recursos necesarios para volver a rescatar bancos y llevar a cabo programas de estímulo.
Y es el propio FMI quien alerta sobre el tamaño de la deuda que se está acumulando. Según sus cálculos el endeudamiento soberano, de países y empresas no financieras, se eleva hasta la astronómica cantidad de 164,4 billones (millones de millones) de dólares, más del doble que el PIB mundial, que alcanza los 79,8 billones.
Casi toda esta deuda, 119,2 billones de dólares, pertenece además a países industrializados. Y la cifra sigue subiendo, con repuntes del 3,9% este año y el siguiente, a nivel global.
A este monto además hay que aumentarle la deuda financiera, que a finales de 2016 ya alcanzaba, junto con la deuda soberana, el 225% del PIB mundial.
Fin de la fiesta
Según revela el periodista financiero español Diego Herranz, los bancos de inversión en sus notas a clientes admiten que los riesgos de suspensiones de pagos “crecen sin remedio”.
Asimismo, la “fiesta financiera y crediticia reciente”, que se propagó hasta el 2017, “parece tocar su fin”. Los volúmenes de préstamos para créditos en EEUU, rebasaron los 1,4 billones de dólares, un 25% más que en 2013, según datos de Thomson Reuters.
El fin de la fiesta llega, entre otras cosas, porque la Reserva Federal de EEUU (la Fed) está aumentando notablemente sus tasas de interés, y parece que hay planes de seguir subiendo este año.
Desde otras firmas de inversión, como Greenhill, expresan que “incluso si se logra eludir un episodio de recesión en EEUU” –algo que no está descartado a mediano plazo-, “las aseguradoras ya se frotan las manos, porque el repunte de contratos de seguros para cubrir bancarrotas es una realidad”.
Países emergentes
También preocupan a los expertos las señales que emiten los mercados emergentes. Herranz habla de Turquía, “asolada por la pérdida de valor de la lira”, de Indonesia, Filipinas e India, “con sus divisas en estados de shock por el músculo financiero exhibido en las últimas semanas por el billete verde americano”.
Uno de los más sonados casos es el de Argentina, que ya consensuó con el FMI las condiciones de su “rescate”, de 50 mil millones de dólares, el más grande de la historia de las deudas argentinas y que es un récord internacional, incluso mayor que los 30 mil millones recibidos por Grecia en 2010.
Eric Toussaint, profesor de la Universidad de Lieja (Bélgica) y portavoz del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM), advierte que en el horizonte argentino ve “una crisis económica y social aún más aguda que la actual”.
La deuda, la falta de dólares, la caída de reservas de divisas en 8 mil millones de dólares en los primeros meses del presente año, amenazan al gobierno.
“Macri necesita de ese crédito del FMI para seguir pagando la deuda. Los prestamistas privados internacionales exigen ese crédito como condición para continuar prestando a la Argentina. Parte importante de lo que el FMI presta no está destinado a ser usado en Argentina, sino que va a ir del FMI al Banco Central y de este organismo directamente a esos prestamistas”, explica el experto del CADTM.
“Leí el contenido del Acuerdo suscrito con el FMI”, afirma Toussaint, y alerta que la política económica dictada por el organismo “va a llevar al país a una crisis económica y social aún más aguda que la que se vivía antes de recibir este crédito”.
Por su parte, Herranz complementa que Argentina y los demás países mencionados están “sumidos en el círculo vicioso que antecede a las crisis, con subidas fulgurantes de tipos, mientras sus bolsas caen con virulencia tras sucesivas jornadas de volatilidad y movimientos especulativos”.
No por nada Shaikh, considerado por muchos como “el tótem más importante de los economistas heterodoxos”, aunque prefiere ser cauto sobre el cuándo y el cómo, piensa que lo peor de la crisis todavía está por llegar.
Este mes, tanto Wall Street como el propio FMI comparten una “sensación” de preocupación. El diagnóstico de la institución multilateral en sus dos últimas reuniones (octubre y abril) alertan a gobiernos y directivos de empresas y bancos de que la próxima crisis podría estar “a la vuelta de la esquina” y que los Estados no han podido reunir los recursos financieros suficientes para afrontarla.
Pero sobre todo, tanto voceros de Wall Street como del FMI coinciden en que la creciente e inmanejable deuda –tanto soberana como financiera- estará en el núcleo del próximo ataque al corazón del sistema.
“Algo huele en el aire” que recuerda a 2007, afirmó recientemente a la revista especializada Business Insider el ejecutivo de Moelis & Co –una firma que vigila la solvencia y el pago del sector privado-, Bill Derrough, manifestando su preocupación.
El comentario de Derrough, afirman, recoge el sentir inversor de Wall Street: En aquel entonces (2007, poco antes de la crisis) “había una atmósfera similar a la actual, de pactos de fusiones temerarios y adquisiciones entre empresas, en los que se asumían cuotas de endeudamiento desorbitadas” para formalizar estas alianzas, y que llevaron a los Estados a poner en marcha los multimillonarios rescates bancarios y los programas de estímulo económico y monetarios.
Un problema nuevo es que actualmente, como dice el FMI, en los últimos 10 años los Estados no han logrado acopiar los recursos necesarios para volver a rescatar bancos y llevar a cabo programas de estímulo.
Y es el propio FMI quien alerta sobre el tamaño de la deuda que se está acumulando. Según sus cálculos el endeudamiento soberano, de países y empresas no financieras, se eleva hasta la astronómica cantidad de 164,4 billones (millones de millones) de dólares, más del doble que el PIB mundial, que alcanza los 79,8 billones.
Casi toda esta deuda, 119,2 billones de dólares, pertenece además a países industrializados. Y la cifra sigue subiendo, con repuntes del 3,9% este año y el siguiente, a nivel global.
A este monto además hay que aumentarle la deuda financiera, que a finales de 2016 ya alcanzaba, junto con la deuda soberana, el 225% del PIB mundial.
Fin de la fiesta
Según revela el periodista financiero español Diego Herranz, los bancos de inversión en sus notas a clientes admiten que los riesgos de suspensiones de pagos “crecen sin remedio”.
Asimismo, la “fiesta financiera y crediticia reciente”, que se propagó hasta el 2017, “parece tocar su fin”. Los volúmenes de préstamos para créditos en EEUU, rebasaron los 1,4 billones de dólares, un 25% más que en 2013, según datos de Thomson Reuters.
El fin de la fiesta llega, entre otras cosas, porque la Reserva Federal de EEUU (la Fed) está aumentando notablemente sus tasas de interés, y parece que hay planes de seguir subiendo este año.
Desde otras firmas de inversión, como Greenhill, expresan que “incluso si se logra eludir un episodio de recesión en EEUU” –algo que no está descartado a mediano plazo-, “las aseguradoras ya se frotan las manos, porque el repunte de contratos de seguros para cubrir bancarrotas es una realidad”.
Países emergentes
También preocupan a los expertos las señales que emiten los mercados emergentes. Herranz habla de Turquía, “asolada por la pérdida de valor de la lira”, de Indonesia, Filipinas e India, “con sus divisas en estados de shock por el músculo financiero exhibido en las últimas semanas por el billete verde americano”.
Uno de los más sonados casos es el de Argentina, que ya consensuó con el FMI las condiciones de su “rescate”, de 50 mil millones de dólares, el más grande de la historia de las deudas argentinas y que es un récord internacional, incluso mayor que los 30 mil millones recibidos por Grecia en 2010.
Eric Toussaint, profesor de la Universidad de Lieja (Bélgica) y portavoz del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM), advierte que en el horizonte argentino ve “una crisis económica y social aún más aguda que la actual”.
La deuda, la falta de dólares, la caída de reservas de divisas en 8 mil millones de dólares en los primeros meses del presente año, amenazan al gobierno.
“Macri necesita de ese crédito del FMI para seguir pagando la deuda. Los prestamistas privados internacionales exigen ese crédito como condición para continuar prestando a la Argentina. Parte importante de lo que el FMI presta no está destinado a ser usado en Argentina, sino que va a ir del FMI al Banco Central y de este organismo directamente a esos prestamistas”, explica el experto del CADTM.
“Leí el contenido del Acuerdo suscrito con el FMI”, afirma Toussaint, y alerta que la política económica dictada por el organismo “va a llevar al país a una crisis económica y social aún más aguda que la que se vivía antes de recibir este crédito”.
Por su parte, Herranz complementa que Argentina y los demás países mencionados están “sumidos en el círculo vicioso que antecede a las crisis, con subidas fulgurantes de tipos, mientras sus bolsas caen con virulencia tras sucesivas jornadas de volatilidad y movimientos especulativos”.
No por nada Shaikh, considerado por muchos como “el tótem más importante de los economistas heterodoxos”, aunque prefiere ser cauto sobre el cuándo y el cómo, piensa que lo peor de la crisis todavía está por llegar.