Devaluar y subir aranceles ¿solución o trampa económica?
El peso argentino sigue cayendo en picada, incluso pese a los 50.000 millones de dólares que prometió el FMI, o quizá el acuerdo inquietó aún más los mercados. Mientras, autoridades del gobierno boliviano han estado afirmando que la economía está blindada, aunque por otro lado envían...



El peso argentino sigue cayendo en picada, incluso pese a los 50.000 millones de dólares que prometió el FMI, o quizá el acuerdo inquietó aún más los mercados.
Mientras, autoridades del gobierno boliviano han estado afirmando que la economía está blindada, aunque por otro lado envían señales confusas al anunciar un aumento de los aranceles a la importación de “productos terminados” para proteger la producción nacional.
Hay un grupo de analistas que ya han sugerido al gobierno devaluar el boliviano para hacer “más competitiva” la producción esa producción nacional, entre los que se encuentra el expresidente del Banco Central (BCB), Juan Antonio Morales.
Otros expertos consideran que esa medida no tendría ningún impacto y que podría ser más bien contraproducente. Entre estos últimos se encuentran economistas como Alberto Bonadona o Jaime Dunn.
Devaluar o no devaluar
Las últimas noticias que llegan desde Argentina muestran que el vecino país enfrenta serios problemas de inflación, caída precipitada de sus reservas, déficit fiscal elevado y el peso devaluándose fuertemente.
Según la mirada de Bonadona, la economía boliviano no requiere devaluar su moneda, no solo por razones políticas sino también “por una razón económica fundamental”: en primer lugar, porque “casi la totalidad de los precios de los productos que Bolivia coloca en el mercado internacional se determinan precisamente de manera internacional. Bolivia produce una fracción de cada uno de ellos, sin tener la capacidad de influir en el precio final que pagan”.
O sea que las exportaciones bolivianas no pueden hacerse más competitivas devaluando la moneda nacional, pues los precios de esas exportaciones se determinan por el mercado internacional, y no solo las materias primas (que predominan las exportaciones), sino también los productos “no tradicionales”.
En palabras del experto, “este país no afecta un centavo del precio que recibe por lo que vende al mundo”. Por ejemplo, en 2016 Bolivia vendió 1.345 toneladas métricas (tm) de plata a 17 dólares por tonelada promedio y en 2017, al mismo precio coloca 1.163 tm.
Lo propio ocurre con el oro: vende 19 toneladas a 1.240 dólares promedio el 2016 y luego un mayor volumen, 26 toneladas, a 1.257 el siguiente año. Y lo mismo con el gas, la torta de soya, la castaña, la quinua y hasta con los productos manufacturados de joyería.
“Los precios caminan independientemente de lo que este país coloque en el mercado internacional”. De no ser así, si Bolivia redujese su volumen exportado el precio aumentaría, como ocurre cuando la OPEP decide recortar la producción de petróleo para aumentar su precio, y viceversa.
Por su parte, Jaime Dunn observa que si devaluar fuera solución para disminuir los déficit gemelos (fiscal y comercial), Venezuela y la Argentina no estarían hundidas en crecientes e inmanejables déficit. Dunn afirma que si devaluar “te hace competitivo y es la solución a los problemas de una economía, el país más rico del mundo en este momento sería Venezuela”. Algo con lo que concuerda Bonadona.
¿Subir aranceles?
Hace casi 2 semanas, el viceministro de Micro y Pequeña Empresa, Saturnino Ramos, anunció que se subirán los aranceles a la importación de “productos terminados” para proteger la producción nacional frente a la manufactura que es internada de manera masiva supuestamente debido a la devaluación de la moneda argentina.
Según la autoridad, se subirán los aranceles a la importación de productos terminados hasta los “techos” máximos permitidos por la Organización Mundial de Comercio (OMC), que oscilan entre 40% y 45%.
El anuncio resulta contradictorio con la línea oficial del Ministerio de Economía, cuyo titular Mario Guillén considera que los bolivianos “podemos estar tranquilos” porque “la crisis argentina no afectará a Bolivia”.
Inflación argentina impide invasión de productos
En algo más coincide el ministro Guillén con los “anti-devaluación”, y está relacionado con la elevada inflación en el vecino país.
“No olvidemos que la devaluación en Argentina tiene una inflación muy alta que compensa el costo de sus productos y que aún no afecta a Bolivia”, afirmó recientemente Guillén.
Por su parte, Bonadona nota que Argentina está devaluando su moneda impulsada más por evitar una fuga de divisas que por defender su industria nacional.
Y por ello, “el efecto de transmisión del peso devaluado al nivel de los precios es tan elevado, que tan pronto como devalúa su moneda los precios suben, tanto de sus productos exportables como de los no exportables. Así los productos argentinos no invaden a ningún vecino”, explica el experto.
Además, agrega, “una devaluación no aumenta la producción y menos la productividad, que son las magnitudes económicas que deben preocupar a todos, gobernantes y no gobernantes, argentinos o no argentinos”.
Sigue la caída del peso
Como parte del acuerdo de Argentina con el FMI, dicho país eliminó el techo fijado en 25 pesos por dólar. Pero esto, además de los 50 mil millones prestados, no calmó los mercados. Entre el lunes y martes, el peso argentino fue la moneda emergente que más se depreció, con lo que el dólar ya supera los 28 pesos.
En lo que va de junio, la depreciación supera el 4,29%. En lo que va del año más del 40%. Y desde junio de 2017 se calcula más de 64% de depreciación.
Las medidas del gobierno de Mauricio Macri todavía no dan resultados. Y aumentar su deuda para pagar la propia deuda –como los cuestionables fondos buitre- tampoco parece ser la solución.
Mientras, autoridades del gobierno boliviano han estado afirmando que la economía está blindada, aunque por otro lado envían señales confusas al anunciar un aumento de los aranceles a la importación de “productos terminados” para proteger la producción nacional.
Hay un grupo de analistas que ya han sugerido al gobierno devaluar el boliviano para hacer “más competitiva” la producción esa producción nacional, entre los que se encuentra el expresidente del Banco Central (BCB), Juan Antonio Morales.
Otros expertos consideran que esa medida no tendría ningún impacto y que podría ser más bien contraproducente. Entre estos últimos se encuentran economistas como Alberto Bonadona o Jaime Dunn.
Devaluar o no devaluar
Las últimas noticias que llegan desde Argentina muestran que el vecino país enfrenta serios problemas de inflación, caída precipitada de sus reservas, déficit fiscal elevado y el peso devaluándose fuertemente.
Según la mirada de Bonadona, la economía boliviano no requiere devaluar su moneda, no solo por razones políticas sino también “por una razón económica fundamental”: en primer lugar, porque “casi la totalidad de los precios de los productos que Bolivia coloca en el mercado internacional se determinan precisamente de manera internacional. Bolivia produce una fracción de cada uno de ellos, sin tener la capacidad de influir en el precio final que pagan”.
O sea que las exportaciones bolivianas no pueden hacerse más competitivas devaluando la moneda nacional, pues los precios de esas exportaciones se determinan por el mercado internacional, y no solo las materias primas (que predominan las exportaciones), sino también los productos “no tradicionales”.
En palabras del experto, “este país no afecta un centavo del precio que recibe por lo que vende al mundo”. Por ejemplo, en 2016 Bolivia vendió 1.345 toneladas métricas (tm) de plata a 17 dólares por tonelada promedio y en 2017, al mismo precio coloca 1.163 tm.
Lo propio ocurre con el oro: vende 19 toneladas a 1.240 dólares promedio el 2016 y luego un mayor volumen, 26 toneladas, a 1.257 el siguiente año. Y lo mismo con el gas, la torta de soya, la castaña, la quinua y hasta con los productos manufacturados de joyería.
“Los precios caminan independientemente de lo que este país coloque en el mercado internacional”. De no ser así, si Bolivia redujese su volumen exportado el precio aumentaría, como ocurre cuando la OPEP decide recortar la producción de petróleo para aumentar su precio, y viceversa.
Por su parte, Jaime Dunn observa que si devaluar fuera solución para disminuir los déficit gemelos (fiscal y comercial), Venezuela y la Argentina no estarían hundidas en crecientes e inmanejables déficit. Dunn afirma que si devaluar “te hace competitivo y es la solución a los problemas de una economía, el país más rico del mundo en este momento sería Venezuela”. Algo con lo que concuerda Bonadona.
¿Subir aranceles?
Hace casi 2 semanas, el viceministro de Micro y Pequeña Empresa, Saturnino Ramos, anunció que se subirán los aranceles a la importación de “productos terminados” para proteger la producción nacional frente a la manufactura que es internada de manera masiva supuestamente debido a la devaluación de la moneda argentina.
Según la autoridad, se subirán los aranceles a la importación de productos terminados hasta los “techos” máximos permitidos por la Organización Mundial de Comercio (OMC), que oscilan entre 40% y 45%.
El anuncio resulta contradictorio con la línea oficial del Ministerio de Economía, cuyo titular Mario Guillén considera que los bolivianos “podemos estar tranquilos” porque “la crisis argentina no afectará a Bolivia”.
Inflación argentina impide invasión de productos
En algo más coincide el ministro Guillén con los “anti-devaluación”, y está relacionado con la elevada inflación en el vecino país.
“No olvidemos que la devaluación en Argentina tiene una inflación muy alta que compensa el costo de sus productos y que aún no afecta a Bolivia”, afirmó recientemente Guillén.
Por su parte, Bonadona nota que Argentina está devaluando su moneda impulsada más por evitar una fuga de divisas que por defender su industria nacional.
Y por ello, “el efecto de transmisión del peso devaluado al nivel de los precios es tan elevado, que tan pronto como devalúa su moneda los precios suben, tanto de sus productos exportables como de los no exportables. Así los productos argentinos no invaden a ningún vecino”, explica el experto.
Además, agrega, “una devaluación no aumenta la producción y menos la productividad, que son las magnitudes económicas que deben preocupar a todos, gobernantes y no gobernantes, argentinos o no argentinos”.
Sigue la caída del peso
Como parte del acuerdo de Argentina con el FMI, dicho país eliminó el techo fijado en 25 pesos por dólar. Pero esto, además de los 50 mil millones prestados, no calmó los mercados. Entre el lunes y martes, el peso argentino fue la moneda emergente que más se depreció, con lo que el dólar ya supera los 28 pesos.
En lo que va de junio, la depreciación supera el 4,29%. En lo que va del año más del 40%. Y desde junio de 2017 se calcula más de 64% de depreciación.
Las medidas del gobierno de Mauricio Macri todavía no dan resultados. Y aumentar su deuda para pagar la propia deuda –como los cuestionables fondos buitre- tampoco parece ser la solución.