¿Qué puede reemplazar el viejo debate de la izquierda-derecha?
El experto en nuevos medios y cultura digital, Douglas Rushkoff, dijo: “Me he rendido en mi intento de arreglar la economía. La economía no está rota. Simplemente es injusta”.



En otras palabras, la economía está funcionando más o menos como sus beneficiarios (los más ricos y sus organismos supervisores a nivel global) quieren que funcione. Coincide con esta visión David Bollier, director del Programa de los Comunes, del Centro de investigación Schumacher para una Nueva Economía (en Massachusetts, EEUU), y agrega que los ciudadanos están “desesperados porque las luchas por el cambio dentro de la política democrática convencional suele ser fútil, y no solo debido a que los procesos democráticos están corrompidos”. Lo que ocurre es que “las burocracias estatales e incluso los mercados competitivos son estructuralmente incapaces de abordar muchos problemas. Los límites de lo que el sistema puede ofrecer –respecto al cambio climático, la desigualdad, infraestructura, democracia- son visibles diariamente”, afirma Bollier. Básicamente, lo que el investigador dice es que la narrativa del progreso, que afirma que el crecimiento económico ayudado por la intervención del estado y la redistribución pueden hacer sociedades más estables y justas, ya no suena convincente hoy en día.¿Cómo y hacia dónde, entonces, se puede reimaginar la política, la gobernanza, las leyes y la economía? Bollier argumenta que el paradigma de “lo común” ofrece un nuevo lente “práctico y refrescante” para comenzar a responder esta pregunta.Lo común (también llamado el acervo común, o lo comunal, etc.), es un activo o conjunto de activos sobre los cuales una comunidad tiene derechos compartidos e iguales. Esto, en principio, puede incluir a recursos como el agua, la tierra, los minerales, el conocimiento, la investigación científica y el software.O en palabras de Bollier, se trata sobre “sistemas sociales auto-organizados para manejar o gestionar riquezas compartidas. Como sistema para mutualizar responsabilidades y beneficios, lo común es altamente generativo (capacidad de producción y reproducción)”.
Crisis de la democracia liberalLa crisis financiera de 2008 mostró a los habitantes del mundo desarrollado que muchos mitos de la narrativa neoliberal capitalista eran falsos. “El crecimiento económico no es compartido equitativamente por todos. Una marea creciente no eleva a todos los botes, porque los pobres, la clase trabajadora, e incluso la clase media, no se benefician con los incrementos de productividad, recortes impositivos y otros beneficios que disfrutan los ricos”, explica el experto. Y agrega que la creciente concentración de riqueza está creando una nueva “plutocracia global” (Forma de gobierno en que el poder está en manos de los más ricos o muy influido por ellos), cuyos miembros usan sus fortunas para “dominar y corromper” los procesos democráticos mientras se aíslan de los problemas que afectan a todos los demás.“Con razón que el sistema de mercado/estado y la idea de la democracia liberal están experimentando una crisis de legitimidad”.
Más allá de “derecha” e “izquierda”Dado este contexto general, el investigador propone desarrollar “un nuevo imaginario sociopolítico”, que supere aquellos actualmente ofrecidos por la derecha o la izquierda. “Necesitamos imaginar nuevas formas de gobernanza y de gestión que puedan transformar, amansar o reemplazar los mercados y el capitalismo depredador”, afirma.Y es que a lo largo de los últimos 50 años, el estado regulador ha fallado en disminuir la implacable inundación de “externalidades” generadas por el capitalismo que están degradando el medio ambiente, a los consumidores y a las propias sociedades, en gran medida porque el poder del capital ha eclipsado a los estados-nación y a la soberanía de los ciudadanos. Pese a esto, “la izquierda tradicional sigue creyendo, equivocadamente, que un keynesianismo recalentado, redistribución de la riqueza y los programas sociales son políticamente alcanzables y efectivos”.
Hay nuevas ideas, pero están aisladasSegún Bollier, existen ya numerosas “narrativas y proyectos insurgentes”. Cita como ejemplos a los movimientos por la justicia climática, cooperativas, sistemas de alimentación local, finanzas alternativas, monedas digitales, producción entre pares, diseño y manufacturación abiertos, entre otras.Este tipo de iniciativas son “pioneras de un nuevo modelo poscapitalista de gobernanza y provisón entre semejantes”, afirma.Y si bien son diversas y fragmentadas, estos movimientos enfatizan algunos aspectos comunes: producción y consumo para satisfacer las necesidades de los hogares, no la ganancia; toma de decisiones de abajo hacia arriba; administración compartida de la riqueza para el largo plazo. “Estos valores están al corazón de lo común”.Ahora bien, estos movimientos están generalmente aislados, trabajan en los márgenes de la cultura, y son más o menos ignorados por los medios masivos y los partidos políticos. Pero esto es precisamente lo que les ha permitido evolucionar manteniendo su integridad y sustancia. “Sólo aquí, en la periferia, estos movimientos han podido escapar a los pesados prejuicios y a las prioridades institucionales autocomplacientes de los partidos políticos, agencias gubernamentales, medios de comunicación comerciales, filantropía, academia y el complejo industrial”, precisa Bollier.Para el experto, éstas iniciativas y movimientos son las incubadoras del cambio, del nuevo paradigma de lo común.