Austeridad aumenta la proporción de deuda respecto al PIB
Mientras unos advierten del peligro de financiar gasto público y el déficit fiscal con más deuda externa, otros afirman que adoptar políticas de austeridad producirá una ralentización de la economía y la relación deuda/PIB aumentará hacia niveles menos sostenibles que los actuales. El...
Mientras unos advierten del peligro de financiar gasto público y el déficit fiscal con más deuda externa, otros afirman que adoptar políticas de austeridad producirá una ralentización de la economía y la relación deuda/PIB aumentará hacia niveles menos sostenibles que los actuales.
El contexto en que ocurre esta discusión, al menos en Bolivia, está caracterizado por lo que ya se ha vuelto una tendencia en los últimos años: déficits comercial y fiscal desde el año 2014, caída sostenida de las reservas internacionales (RIN) desde ese mismo año, y un aumento de la deuda externa que por momentos parece tener un ritmo exponencial.
Las RIN han caído desde más de 15 mil millones de dólares en 2014 a los casi 8.700 millones actuales. La deuda externa ha crecido de 4.195 millones de dólares en 2012, a más de 8 mil millones a principios de 2017, y actualmente supera los 9.900 millones de dólares.
Pese a ello, la proporción de RIN respecto al PIB, del 20%, todavía está en niveles considerados como “adecuados”, y la proporción deuda/PIB es del 24,8%, cuando su límite referencial es del 50%, según el criterio de la Comunidad Andina de Naciones (CAN).
Sin embargo, según los expertos, de continuar las tendencias actuales de precios bajos y déficit comercial –que parece que así será-, se estima que a partir del año 2020 las RIN estarán en niveles insuficientes para hacer frente a posibles shocks externos.
Respecto a la deuda, se prevé que seguirá aumentando para financiar el déficit y el gasto. El expresidente del Banco Central de Bolivia (BCB), Juan Antonio Morales, advierte que lograr altas tasas de crecimiento del PIB mediante endeudamiento y mayores déficits “es peligroso, se puede acumular mucha deuda. (…) Aplicar estas medidas sólo para mostrar que tenemos la tasa de crecimiento más alta me parece que, por lo menos, es imprudente”.
La interpretación de Morales es consecuente con las teorías ortodoxas. Pero los economistas españoles Jorge Uxó, de la Universidad de Castilla, e Ignacio Álvarez, de la Universidad Autónoma de Madrid, llaman a tener cuidado con las medidas de austeridad, ya que estas pueden ocasionar lo que se conoce como “la paradoja de la deuda”.
Paradoja de la deuda
Según Uxó y Álvarez, la paradoja de la deuda, “aplicada al caso de la política económica nos diría que los intentos de reducir la ratio deuda/PIB congelando o reduciendo el gasto público pueden acabar, de hecho, elevándola”.
Y es que la relación de la deuda con el PIB tiene, según estos economistas, dos posibles efectos. Uno es el que sustenta los argumentos de Juan Antonio Morales y similares: Si hay déficit, el cociente deuda/PIB tiende a aumentar, porque el gobierno tiene endeudarse para sostener el déficit. Si lo que se registra es un superávit, ocurre lo contrario: la ratio deuda/PIB tiende a reducirse.
Pero el segundo efecto, que suele llamarse “bola de nieve”, es el que preocupa cuando se quiere aplicar políticas de austeridad.
“Por un lado”, explican Uxó y Álvarez, “el gobierno tiene que pagar los intereses de la deuda actual, y esto eleva el gasto y la necesidad de emitir nueva deuda. En sentido contrario, si el PIB está creciendo, estos pagos supondrán un porcentaje cada vez menor de la renta. Por tanto, el efecto bola de nieve tiende a reducir el peso de la deuda pública en el PIB cuando la tasa de crecimiento de la economía es mayor que el tipo de interés, y viceversa”.
Bajo este razonamiento, si el objetivo es reducir la proporción deuda/PIB, la recomendación de limitar el gasto público para tener superávits primarios parecería razonable. Sin embargo, esto solo se cumple si ello no frena la tasa de crecimiento de la economía, o si lo hace muy poco.
Caso contrario, lo que gana el gobierno con el superávit (emitir menos deuda) lo perderá provocando una ralentización de la economía, y por tanto la proporción de la deuda respecto del PIB será más grande. “Es bastante probable que esto ocurra si intentamos reducir la deuda con políticas de austeridad”, agregan los expertos.
El delicado equilibrio
A la interpretación de Juan Antonio Morales se suman voces como la de Luis Carlos Jemio, investigador del Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo (INESAD).
Jemio reconoce que para resolver el problema del déficit fiscal, una posibilidad es que se produzca una recuperación de los ingresos externos, algo poco probable “ya que los precios de hidrocarburos se han mantenido bajos y las cantidades exportadas han tendido a reducirse por falta de reservas y menores cantidades demandadas”.
Por lo tanto, la solución que él plantea pasa por una “racionalización del gasto público, sobre todo de las instituciones pertenecientes al Gobierno Central y de las empresas públicas”. Especialmente si las inversiones del gobierno no generan retornos importantes en un plazo razonable.
“Una mala asignación de recursos en proyectos de inversión de bajos retornos, que no permitan recuperar la inversión realizada y repagar la deuda contraída para financiarlos, no solamente no contribuirá a que la economía crezca y se desarrolle, sino que además, traerá como consecuencia una crisis financieras y de endeudamiento”, advierte.
Así, la cuestión pasa por ver cuál es nivel adecuado de inversión pública, o hasta qué punto reducirla sin perjudicar a la economía. Lo fundamental, sin embargo, será analizar los sectores de la economía caso por caso y no quedarse en los fríos números del PIB, que vistos solamente de manera agregada dicen poco sobre esa realidad económica.
El contexto en que ocurre esta discusión, al menos en Bolivia, está caracterizado por lo que ya se ha vuelto una tendencia en los últimos años: déficits comercial y fiscal desde el año 2014, caída sostenida de las reservas internacionales (RIN) desde ese mismo año, y un aumento de la deuda externa que por momentos parece tener un ritmo exponencial.
Las RIN han caído desde más de 15 mil millones de dólares en 2014 a los casi 8.700 millones actuales. La deuda externa ha crecido de 4.195 millones de dólares en 2012, a más de 8 mil millones a principios de 2017, y actualmente supera los 9.900 millones de dólares.
Pese a ello, la proporción de RIN respecto al PIB, del 20%, todavía está en niveles considerados como “adecuados”, y la proporción deuda/PIB es del 24,8%, cuando su límite referencial es del 50%, según el criterio de la Comunidad Andina de Naciones (CAN).
Sin embargo, según los expertos, de continuar las tendencias actuales de precios bajos y déficit comercial –que parece que así será-, se estima que a partir del año 2020 las RIN estarán en niveles insuficientes para hacer frente a posibles shocks externos.
Respecto a la deuda, se prevé que seguirá aumentando para financiar el déficit y el gasto. El expresidente del Banco Central de Bolivia (BCB), Juan Antonio Morales, advierte que lograr altas tasas de crecimiento del PIB mediante endeudamiento y mayores déficits “es peligroso, se puede acumular mucha deuda. (…) Aplicar estas medidas sólo para mostrar que tenemos la tasa de crecimiento más alta me parece que, por lo menos, es imprudente”.
La interpretación de Morales es consecuente con las teorías ortodoxas. Pero los economistas españoles Jorge Uxó, de la Universidad de Castilla, e Ignacio Álvarez, de la Universidad Autónoma de Madrid, llaman a tener cuidado con las medidas de austeridad, ya que estas pueden ocasionar lo que se conoce como “la paradoja de la deuda”.
Paradoja de la deuda
Según Uxó y Álvarez, la paradoja de la deuda, “aplicada al caso de la política económica nos diría que los intentos de reducir la ratio deuda/PIB congelando o reduciendo el gasto público pueden acabar, de hecho, elevándola”.
Y es que la relación de la deuda con el PIB tiene, según estos economistas, dos posibles efectos. Uno es el que sustenta los argumentos de Juan Antonio Morales y similares: Si hay déficit, el cociente deuda/PIB tiende a aumentar, porque el gobierno tiene endeudarse para sostener el déficit. Si lo que se registra es un superávit, ocurre lo contrario: la ratio deuda/PIB tiende a reducirse.
Pero el segundo efecto, que suele llamarse “bola de nieve”, es el que preocupa cuando se quiere aplicar políticas de austeridad.
“Por un lado”, explican Uxó y Álvarez, “el gobierno tiene que pagar los intereses de la deuda actual, y esto eleva el gasto y la necesidad de emitir nueva deuda. En sentido contrario, si el PIB está creciendo, estos pagos supondrán un porcentaje cada vez menor de la renta. Por tanto, el efecto bola de nieve tiende a reducir el peso de la deuda pública en el PIB cuando la tasa de crecimiento de la economía es mayor que el tipo de interés, y viceversa”.
Bajo este razonamiento, si el objetivo es reducir la proporción deuda/PIB, la recomendación de limitar el gasto público para tener superávits primarios parecería razonable. Sin embargo, esto solo se cumple si ello no frena la tasa de crecimiento de la economía, o si lo hace muy poco.
Caso contrario, lo que gana el gobierno con el superávit (emitir menos deuda) lo perderá provocando una ralentización de la economía, y por tanto la proporción de la deuda respecto del PIB será más grande. “Es bastante probable que esto ocurra si intentamos reducir la deuda con políticas de austeridad”, agregan los expertos.
El delicado equilibrio
A la interpretación de Juan Antonio Morales se suman voces como la de Luis Carlos Jemio, investigador del Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo (INESAD).
Jemio reconoce que para resolver el problema del déficit fiscal, una posibilidad es que se produzca una recuperación de los ingresos externos, algo poco probable “ya que los precios de hidrocarburos se han mantenido bajos y las cantidades exportadas han tendido a reducirse por falta de reservas y menores cantidades demandadas”.
Por lo tanto, la solución que él plantea pasa por una “racionalización del gasto público, sobre todo de las instituciones pertenecientes al Gobierno Central y de las empresas públicas”. Especialmente si las inversiones del gobierno no generan retornos importantes en un plazo razonable.
“Una mala asignación de recursos en proyectos de inversión de bajos retornos, que no permitan recuperar la inversión realizada y repagar la deuda contraída para financiarlos, no solamente no contribuirá a que la economía crezca y se desarrolle, sino que además, traerá como consecuencia una crisis financieras y de endeudamiento”, advierte.
Así, la cuestión pasa por ver cuál es nivel adecuado de inversión pública, o hasta qué punto reducirla sin perjudicar a la economía. Lo fundamental, sin embargo, será analizar los sectores de la economía caso por caso y no quedarse en los fríos números del PIB, que vistos solamente de manera agregada dicen poco sobre esa realidad económica.