Los sueños de San Roque
El Lazareto y los chunchos leprosos
El hospital del Lazareto se levantaba a tres leguas de la ciudad de Tarija, a los pies de la cordillera de Sama, alimentado por una quebrada de aguas cristalinas que ahora son consideradas curativas



La historia del Lazareto y de los chunchos es una de las más lindas. Pero si me preguntan a mí, les diría que no tiene casi ninguna posibilidad de ser real. Ni los chunchos leprosos, ni el incendio del Lazareto. Lo que, es más, si les preguntas a los chunchos viejos de la época de don Aurelio Arce, ninguno te va a decir que los chunchos son leprosos. Para ellos son tomatas y chiriguanos, guerreros emplumados de arco y flecha. La historia de los chunchos leprosos no es la historia de los chunchos.
Pero la historia popular dice que los chunchos representan a los leprosos. Los dos elementos que harían referencia a esto son la cobertura total del cuerpo y el sonido de la flecha. El primer elemento es el tema de la vestimenta, incluyendo el velo y el manto de tal manera que solo se vean las manos y el reflejo de los ojos del chuncho chapaco. Según Calzavarini (1995) esto es una muestra clara de alguien que quiere esconder su realidad corporal, como un leproso, por ejemplo. El otro elemento es el sonido de la flecha, que representaría el sonido que habrían hecho los leprosos con piedras y palos para avisar de su presencia, de tal manera que la gente les deje comida en la puerta, pero tengan tiempo para ocultarse dentro de la casa. A esto se suma la historia del incendio del hospital del Lazareto con los leprosos adentro, como la manera estrambótica de un médico francés o alemán de terminar de una vez y de manera definitiva con el problema de los leprosos. Pero todo esto es inventado.
La verdadera historia del Lazareto comienza en 1842, con el Gral. Magariños. El primer caso de lepra en Tarija es de 1835. Se supone que ingresó desde el sur, de la Argentina, durante la Guerra de la Independencia, puesto que se trata de una enfermedad de larga incubación (por lo menos una década). En 1846 se dicta una Ley Nacional destinando 1.400 pesos anuales para el hospital del Lazareto en la finca municipal de Guerrahuayco. De 1853 a 1858 se reconstruye todo el Lazareto, a cargo de los franciscanos de Tarija. En 1885 se abandona la internación forzosa de los lazarinos por motivos humanitarios basados en datos científicos que señalarían que la lepra no es especialmente contagiosa. En 1892 se abandona el uso de los “salones ófricos” de Lazareto para alojar al único leproso que permanecía ahí. En 1893 se registra a los leprosos restantes (ahí se registran dos, y años después cuatro) dentro del hospicio para temas administrativos, para el dinero para su alimentación, pero ellos vivían en una cabaña en el cerro sobre el Lazareto. En 1901 se habla de la ruina del Lazareto, pero sin mención al incendio.
Es decir: no hay ningún dato histórico que haga suponer que el mito de la destrucción del Lazareto y de los chunchos leprosos sea verdad. Mas bien al revés. Pero yo no me voy a poner a pelear con la gente. Que cuenten la historia que quieran, más todavía si es la historia que les contó su mamá o su abuela. Nadie se va a morir por eso. Porque la existencia del mito es palpable, y aunque sea falso históricamente, es una historia muy popular en Tarija, al grado de convertirse en un hecho social. Yo no creo en la historia inventada del Lazareto, pero sí creo en su existencia como mito.
Lo que sí me resulta difícil es cuando la Alcaldía o algún investigador insiste en la historia del Lazareto. Eso significa que no han hecho bien su tarea o que están decidiendo ignorar los datos. Me parece peor todavía que se pretenda legislar una Ley en el Congreso Nacional basada en el mito del Lazareto como origen de los chunchos promesantes de San Roque, porque estarían legislando sobre una mentira. Reproducir una mentira como si fuera verdad no le ayuda a nadie a desenterrar su verdadera historia, sino que la entierra. Al contar una historia falsa lo único que se está haciendo es enturbiar las aguas históricas. La historia verdadera es mil veces mejor. Y además es verdadera.
Porque créanme: una de las cosas más humillantes como investigador es que llegue alguien y se encuentre conque lo que dices es mentira. Es especialmente fregado porque ya nadie te puede creer. Si yo sé que nunca tuviste problemas en mentir cuando te convenía, entonces sé que lo que dices siempre puede ser mentira. Una sola mentira pone en duda todas las verdades. Aplica a relaciones de pareja y a investigadores profesionales.
Nota del autor: Esta noche será la presentación del libro “El Lazareto de Tarija y los chunchos leprosos” de Daniel Vacaflores. Habrá todo un programa cultural, incluyendo la cata de vinos y el canto de las alabanzas de Chaguaya y de San Roque. Ven a visitarnos.
Será en el Hostel cultural Pata y Perro, c. Gral. Trigo #843 (entre Bolívar y Domingo Paz) desde las 7 pm hasta pasadas las 10.