La mujer necesita una cirugía vascular
Sin dinero y con una pierna en riesgo, Roxana llora por sus hijos
Dejó los tratamientos y los medicamentos para curarse y ahora necesita una cirugía. Mientras tanto, su pierna se hincha cada vez más y el dolor le es insoportable
Cojea un poco, pero pese a ello se acerca rápido y estira el puño para saludar. Agradece antes de nada e invita a pasar a su casa. A simple vista se nota que es humilde y en sus ojos renace un poco la esperanza, pues espera que al contar su historia reciba algo de ayuda y pueda superar el difícil momento que vive desde hace años y que se acentuó con la pandemia.
Su nombre es Roxana Quispe, tiene 48 años y es madre de cuatro hijos, la mayor que ya tiene su vida hecha y familia, un varón de 25 que logró sacar profesional, pero que al igual que más del 50% de los profesionales de Tarija, no tiene trabajo. Pero también tiene a otra hija que está actualmente en la universidad y la menor que está en el último año del colegio. Sufre y llora por ellos.
El mayor dolor y preocupación que tiene es no poder brindar a sus hijos todo lo que necesitan, pero esto se debe a que ella tiene un problema de salud. Hace 28 años aproximadamente, cuando ella estaba cocinando, sufrió un desmayo y la olla de la sopa con el agua hirviendo le cayó encima. Sus piernas fueron las más afectadas.
Ayuda Cualquier aporte, ayuda o consulta los interesados pueden hacerla con María al número de celular: 63776274
Debido a este accidente tuvo que estar hospitalizada por más de tres meses, pero después salió y todo parecía normal, sin embargo, hace tres años todo cambió. Una herida le salió como consecuencia de aquella quemazón y desde entonces su vida oscureció.
A raíz de esa herida, Roxana tuvo que movilizarse para hacerse curar, viajó hasta Argentina y se sometió a tratamientos que eran costosos, pero que los podía sobrellevar pues se vio en la obligación de vender un lote que tenía para invertirlo en su salud.
Sin embargo, con la llegada de la pandemia tuvo que abandonar las consultas y revisiones médicas y por ende dejó el tratamiento a un lado y como consecuencia de ello su herida empeoró. Sumado a esto, el dinero de su lote se acabó y se quedó sin trabajo, como muchos, por el Covid. Su esposo, de oficio albañil, tampoco podía conseguir trabajo y así, sin dinero, dejaron de pagar también los servicios básicos de su domicilio, por lo que ahora no tiene ni luz ni agua en su hogar.
“Me hicieron un injerto en la pierna y en esa parte se abrió mi herida del pie. No puedo caminar, no aguanto la herida, ni estar a pie todo el día”, dice entre llanto.
El dolor ya se ha vuelto insoportable y de momento no puede hacer ningún tratamiento, así que solo está con calmantes que le suponen un gasto de 30 bolivianos diarios, solo para bajar el dolor, y no curar el problema, pues día que pasa su pierna empeora. Recuerda que cuando iba a Argentina, le recetaron una pomada que tenía un costo de 250 bolivianos, pero volver a usar aquel medicamento es una ilusión, pues apenas y logra conseguir los calmantes.
Dice que para curarse necesita hacerse una operación que, según explica, no la hacen en Tarija, pues requiere de una cirugía vascular. El costo promedio de la operación es de 10 mil bolivianos. Roxana decidió contar su historia pues cree que, si la gente la conoce, tal vez puedan ayudarle a hacerse operar y así recobrar la normalidad de su vida.
“Tengo una hijita que está estudiando en la universidad y otra que está en la promo, pero su celular lo saqué a crédito y ya se va a vencer el plazo del pago y no tendrá para pasar clases. Y ella es buena alumna y a veces en la noche se pone a llorar”, dijo desesperada la mujer.
Referencias para ayudar a Roxana y a su familia
María Quispe es la hermana de Roxana y es quien se movilizó para contactar a la prensa y hacer conocer su delicado estado de salud. Cualquier aporte, ayuda o consulta los interesados pueden hacerla con María al número de celular: 63776274.
O también pueden acercarse al domicilio de Roxana ubicado sobre el barrio Aniceto Arce, por la avenida Julio Delio Echazú, ingresando por la calle Ismael Montes