Crónica política de una posesión
Lucho, David y el compromiso con otra forma de gobernar
Presidente y Vicepresidente verbalizaron dos discursos en el que combinaron el pasado y el presente, complementaron dureza con manos tendidas y se comprometieron a corregir errores y profundizar aciertos



Ni nada era tan nuevo, ni nada era tan viejo. Luis Arce Catacora y David Choquehuanca ya dirigen el Estado. Desde las primeras horas del domingo 8 de noviembre se percibió el cambio, en plaza Murillo y en Bolivia Tv. Nuevos viejos rostros retornaban a los micrófonos como si nada hubiera pasado en el ínterin. Los movimientos sociales rodeaban la plaza Murillo, entonaban música andina, gritaban jallallas y aguardaban respetuosos. El MAS había tomado el control de nuevo.
Por plaza Murillo empezaron a desfilar los invitados, las delegaciones internacionales, el Rey de España, el vicepresidente Pablo Iglesias, el presidente argentino Alberto Fernández, el colombiano Iván Duque, el paraguayo Mario Abdo, la delegación estadounidense. Técnicamente no había una transmisión de mando, porque Jeanine Áñez prefirió irse a Trinidad y ni estar presente en los actos, así que lo que se dio en La Paz fue una nueva posesión, como la de Evo Morales en 2010, pero esta vez protagonizada por uno de sus más fieles aliados: Luis Arce Catacora.
Al frente del Senado estaba Andrónico Rodríguez, que es quien señalan como el verdadero heredero de Morales y cuyos plazos se han acortado. Tiene 31 años. A Andrónico, como a Evo, se le denomina más por el nombre que por su apellido. Andrónico salió a recibir a David Choquehuanca, lo posesionó como Presidente nato de la Asamblea Plurinacional en su condición de Vicepresidente electo. Después Choquehuanca posesionó a Arce Catacora. Todos eran nuevos y todos, a la vez, viejos conocidos.
Así pareció también la protesta de Comunidad Ciudadana. Carlos Mesa apareció en plaza Murillo y dijo que habían decidido asistir por deferencia a las delegaciones internacionales, pero que harían su protesta. Mesa ocupó su palco de expresidente, Cecilia Requena, su senadora por La Paz, participó en la comitiva que recibió a Arce, pero un rato después mostraron carteles con los 2/3 y abandonaron el hemiciclo. Nadie sabe cuánto dará de sí esa pugna, pero la protesta pasó casi desapercibida, y no solo porque como en los viejos nuevos tiempos o viceversa, las cámaras de Canal 7 miraran para otro lado.
Los discursos
Arce juró el cargo con la mano en el pecho, se cruzó la banda presidencial esta vez con la flor del Patujú bordada, le colgaron la medalla que nunca más miraremos de la misma manera y entonó el himno con el puño levantado. Para gustos, colores.
Primero habló Choquehuanca, que dio cátedra de filosofía originaria, del Abya Yala, de la comunidad y de la lucha contra la colonia. Acabó comprometiéndose con la libertad de expresión; contra la judicialización de la política; contra el abuso de poder; con la Justicia independiente y con la Madre Tierra. Hubo aplausos a raudales hasta de los más “pititas”, que tal vez nunca se habían sentado a escuchar qué era eso de la descolonización.
Después fue el turno de Arce Catacora, que le tocó analizar la coyuntura, castigar al Gobierno saliente, comprometerse con las víctimas y fotografiar el momento económico en el que toman el poder con mucha más precisión de la que tuvo el ministro Branko Marinkovic hace unos días. Arce también habló específicamente de “corregir lo que se hizo mal y profundizar lo que se hizo bien”, pero algunos seguían analizando el tono de voz, como si Arce tuviera que pedir permiso después de lo vivido. Arce también renovó su compromiso con las promesas de campaña, que, sin citarlas, pasan por la renovación, la regeneración y la Justicia Social como horizonte. “Caminemos en paz, lado a lado, vamos a salir adelante”.
Entre tanto nuevo y tanto viejo, ni Choquehuanca ni Arce citaron a Evo Morales una sola vez aunque su fantasma recorriera el ambiente a cada rato. El expresidente llega hoy a Bolivia de la mano de Álvaro García Linera y, desde la distancia, unos y otros se han dicho qué lugar van a ocupar a partir de ahora. Otra cosa es, sin embargo, en vivo y en directo.
Los actos de posesión en sí acabaron con el Comandante del Estado Mayor, Sergio Orellana, entregando el bastón de mando a Luis Arce reconociéndolo como Capitán General. Se acabó la tensión y las especulaciones. Bolivia volvió a la senda constitucional de pleno derecho. Se abre un nuevo ciclo en el que solo sus actores definirán cuánto se parecerá al viejo.