Una pareja de más de 80 años recuerda cómo era la política, las promesas siempre existieron
Rufina, hace 18 años que va a su recinto en Tarija y no vota
A Rufina la vida le ha enseñado a ser incrédula con los políticos. Ella no sabe leer y recuerda que hace años le ataban una lanilla del color del partido por el que debía emitir su voto
MARIANA TORREZ V./EL PAÍS
Pasaron al menos 18 años desde que doña Rufina Gaite marcó por última vez una papeleta de sufragio. Aquel domingo su voto era rosado y como se acostumbraba en su casa, un pollo al horno acompañaba aquella fiesta electoral que terminaría otorgando la silla presidencial de la República de Bolivia a Gonzalo Sánchez de Lozada.
A partir de aquel 30 de junio de 2002, nunca más votó. Si bien después de aquella fecha, ella se presentó en su recinto electoral un par de veces más, cuenta que solo entraba a un aula, se paraba “un ratito” y dejaba como muchos otros la papeleta en blanco.
No se sentía representada, es más, ni sabía quiénes se encontraban compitiendo en la arena electoral, por eso, solo le importaba recibir el documento que certificara su asistencia y de esa forma no tener problemas para cobrar su bono de la tercera edad en los bancos. Además, a modo de darse un gusto, beber un vaso de aloja fría, después de la fila y el ajetreo.
Un voto hace 40 años
Sentada en un sillón blanco, ahora a sus 87 años, parece coincidencia que vista una pollera fucsia y una blusa rosa, sin embargo, ella no deja pasar ningún detalle, mirando su ropa afirma con seguridad que su único presidente fue el tarijeño Víctor Paz Estenssoro.
“Viva el movimiento, viva Víctor Paz”, recuerda a medias la estrofa de una canción que acompañaba a los campesinos en las noches fervientes de campaña. Su hija Elena, cuenta cómo sus progenitores enarbolaban sus banderas rosadas atadas a una caña y junto a sus compadres dejaban la casa entonando los versos a viva voz.
Rufina, una mujer dedicaba a cuidar viñas ajenas desde muy pequeña, no tuvo la oportunidad de asistir a una escuela, es analfabeta. Un día la reforma agraria llegó hasta su comunidad en Villabecia, pero, por azares de la vida, su padre trabajaba en Argentina y no hubo quién tramitase los títulos de sus tierras. Desde allí, su afinidad con el partido.
Alberto, su esposo, recuerda que como ellos no sabían leer, algunos citadinos los visitaban y les mostraban “un cartoncito con caras”. -Por este color tienen que votar y van a tener trabajo- les decían, incluso llegaban a atarles una lanilla a su muñeca para que no olvidaran el color distintivo, ellos nunca dudaron del procedimiento.
Sus testimonios permiten entrever que votar no era un derecho socializado en aquella época, al punto que parecía hasta innecesario. Ambos empezaron a sufragar cuando tenían más de 30 años, incluso ya con cinco hijos de por medio. Al contrario de los tiempos de hoy, donde la mayoría de jóvenes se inscriben al padrón electoral apenas cumplen la mayoría de edad.
En Tarija los recintos electorales de aquella época se podían contar con los dedos. Ellos empezaron votando en el barrio Rosedal, en una casa particular que, según describen, tenía muchos árboles en la acera. Allí se improvisaba un espacio para ejercer aquel derecho que figuraba en la Constitución Política del Estado como fundamental.
Los que podían, al salir firmaban una especie de acta, donde a mano estaba escrito su nombre, otros con menor habilidad en las letras, solo dejaban su huella dactilar plasmada de tinta azul en cuadernos que nada tenían de digital.
Lo que hizo memorable aquel día, fue una pelea entre dos hombres que habían consumido bebidas alcohólicas afuera de ese recinto electoral, “llegaron hasta las balas”, cuenta Rufina, quien afirma que aquella jornada se cerró a balazos.
Gobiernos de tierras, de hambre y riquezas
Otro personaje que cala en sus recuerdos, es el general Hugo Banzer Suárez, el militar cruceño que en 1971 a través de un golpe de Estado anuló la democracia, y años más tarde por la vía constitucional se convirtió en presidente de Bolivia.
“En el Mercado Central se hacían filas largas para recibir una bolsa de arroz de un kilo, él mataba de hambre a la gente, mientras el otro regalaba tierras”, dice Rufina. ´
Alberto cuenta que de todos los presidentes que gobernaron el país, solo conoció a uno. Este personaje ya retirado de la política, descansaba en el corredor de su casa en el barrio San Luis, mientras Alberto semanalmente le llevaba cartas de su patrón, “Don Víctor Paz era educado, siempre estaba sentado en su silloncito”.
Esta pareja coincide en que, si algo no cambió con los años, es la forma de hacer campaña, donde siempre hay “puestos de trabajo” de por medio en una política que aún le pertenece a la clase alta, a los “ricachos”, a esto acompañan las promesas que nunca se cumplen y las personas pobres que siempre han vivido de su trabajo.
Rufina hace 18 años ya no vota, ni lo hará el domingo, la vida le ha enseñado a ser incrédula, mucho más cuando se trata de políticos. Sin embargo, Alberto parece un hombre más obstinado, ya que ni la pandemia, a sus 86 años, le impedirá llegar a las urnas el 18 de octubre.
Otros DATOS
Hugo Banzer, del golpe a la presidencia
Hugo Banzer Suárez fue presidente del país en dos ocasiones: entre 1971 y 1978, por un golpe de Estado, y entre 1997 y 2001, tras de vencer en comicios presidenciales. Fue el primer dictador militar del continente que tras abandonar el poder recuperó la presidencia del país por la vía democrática.
El tarijeño revolucionario Víctor Paz
Fue cuatro veces presidente de Bolivia, líder histórico de la Revolución Nacional de 1952, y considerado como uno de los políticos más destacados de la historia republicana. Víctor Paz Estenssoro ganó, con su dilatada vida política, un sitial de privilegio desde antes de la Guerra del Chaco.