Gonzales: El cine artesanal rescata la interacción social
El cineasta Gilmar Gonzales promueve talleres de cine de producción artesanal y colectiva a través de los cuales busca rescatar la interacción de los protagonistas de las historias y de los productores de cine. En ese marco Gilmar se inició realizando guiones, hizo montajes, dirigió y...
El cineasta Gilmar Gonzales promueve talleres de cine de producción artesanal y colectiva a través de los cuales busca rescatar la interacción de los protagonistas de las historias y de los productores de cine. En ese marco Gilmar se inició realizando guiones, hizo montajes, dirigió y produjo cortometrajes, entre ellos Enterprisse y Juku, luego avanzó a largometrajes como Viejo Calavera, entre otros.
Afirma que el cine artesanal es entender el sonido, los guiones, las puestas en escena, la actuación y el rol de los actores para mostrar la realidad misma del contexto en el que se desarrolla la producción del filme. Es así que este año realizó la película “Sonidos Despacios” y “Huellas Imborrables en la Arena”.
El País (EP): Dejó la literatura para dedicarse al cine ¿Qué le llevó a elegir por el cine?
Gilmar Gonzales (GG): Creo que hay una línea que pasa de la literatura al cine, como la tradición de la ficción, la tradición de la narración. El cine al nacer desde hace poco más de 100 años, jala de muchas artes, aunque es en sí mismo un lenguaje que continúa ciertas líneas que se abren desde la literatura.
Una de las razones por la que he pasado de la literatura al cine ha sido porque el medio audiovisual es el que se consume actualmente, el medio a través del cual nos colonizan imaginariamente las grandes industrias.
Por ejemplo mi tercer padre ha sido la televisión y el cine también, esto es una cosa que la gente está consumiendo todo el tiempo, en cambio el consumo de la literatura es casi a ocultitas, la palabra escrita, los libros son algo que ya no se consume. Nosotros estamos siendo casi recolonizados a través de la imagen.
EP: En su trayectoria realizó varios trabajos cinematográficos ¿Qué aspectos destaca en las producciones que hizo?
GG: Empecé por el guion, todavía no conocía nada de la técnica del cine, o lo que tenía que pasar en una pantalla. Empecé trabajando con Kiro Russo, quien al mismo tiempo ha sido mi compadre, amigo, mi maestro en muchas cosas. Primero nos dedicamos unos cinco años solo a imaginar las películas que filmábamos, así hicimos guiones y más guiones que nunca terminábamos de realizar, pero un día Kiro dijo de tanto guiones que hemos hecho, tenemos que filmar y no podemos quedarnos en la imaginación y puso en marcha toda “la maquinaria” de la producción.
Empezamos con un corto bastante sencillo, que resumía nuestras preocupaciones, se llamaba Enterprisse, aunque a este corto en principio no le fue bien en Bolivia, por suerte se movió en el exterior y a partir de Argentina donde se empezó a ver, se fue a varios festivales, mientras aquí no se valoraba este estilo que parecía muy artesanal, muy antiguo, en el mundo tuvo su público, gente que es fanática, le gusta este corto y fue a partir de ahí que decidimos continuar.
Al principio teníamos el temor, pero como nos fue bien, dijimos tenemos que empezar y así hicimos el corto que se llama Juku, este corto se filmó en la mina en 2009; luego empezamos con la idea de hacer un largometraje en la mina, que termina siendo “Viejo Calavera”, donde desarrollamos más nuestra idea que teníamos en principio.
Dentro de ese camino tanto Kiro como mí persona hemos ido desarrollando la misma idea que, es el encontrar el lenguaje humano, la expresión humana, el cómo la cámara puede exprimir eso de mejor manera y de una manera más humana y horizontal.
El corto metraje Juku se estrenó en Sundance Film Festival 2012 y fue ganador del Grand Prize for Short Film en 2012 Indie Lisboa, también fue premiado como el mejor cortometraje en Ficunam 2012 y mejor cortometraje green en Kaohsiung film festival 2012. Eso nos dio un poco de recursos económicos.
Paralelamente empecé a dar talleres y con el primer grupo que trabajé terminó siendo mi equipo de trabajo y con ellos empezamos a desarrollar varios proyectos. Así un grupo terminó siendo parte del equipo “Viejo Calavera” y también desarrollamos otros cortos.
EP: Entre sus aportes está el desarrollo del cine artesanal ¿Cómo se entiende esta forma de producir cine?
GG: Soy cineasta y hago de todo un poco en cine; en ese marco, el cine artesanal es un poco el entender las partes y tener un equipo pequeño de producción, entender el sonido, entender guiones, puestas en escena, la actuación y el rol de los actores, aunque particularmente no me gusta tanto aparecer en las cámaras.
Si pensamos en la tradición del cine boliviano, todas las grandes películas bolivianas en realidad han sido artesanales, el momento en que se industrializa pierde el carácter propio que había tenido nuestro cine. Si uno piensa en las películas bolivianas casi todas han sido hechas con bajo presupuesto, con actores naturales, con lo mínimo que se podía. Egüino ha firmado “Chuquiago” con una especie de jaula, de focos normales.
En cine también se puede compartir una idea de vida, entonces en la medida en que se empiezan a usar grandes escenografías, vestuarios, actores profesionales la vida va desapareciendo del cine. El cuerpo, las palabras, cómo se habla naturalmente, la libertad que tiene un actor frente a un diálogo, el que cada actor pueda improvisar, y el mismo hecho que el equipo de filmación tenga la libertad de quedarse en una escena todo un día y que se pueda experimentar cosas es algo que el cine industrial corta.
Por esto creo que el cine artesanal todavía puede dar cuenta de algo que está desapareciendo.
Con los talleristas y ahora mis colegas hemos empezado a desarrollar esta idea de sin recursos poder hacer cine. Así hemos hecho varias películas que se han estrenado en el Festival de Berlín, se proyectaron en Italia y ganaron premios en varios lugares. En Bolivia somos un poco incomprendidos, pero afuera nos fue mejor.
También hice un taller de montaje y a partir de las ideas que se desarrollaron empecé a montar varios largometrajes y documentales con los que me fue muy bien. Además ya se ha sentado la idea de hacer cine de forma más colectiva, con los recursos que hay y el recurso principal siempre son las personas, tanto las que están frente a la pantalla como las que están detrás de la pantalla trabajando.
No trabajamos de forma industrial, la gente que trabaja de esa forma más estandarizada cuando nos ve trabajando debe decir que “nos estamos chocando entre nosotros con roles muy difusos”, ya que un sonidista puede hacer sugerencias de cámara, el camarógrafo puede hacer cosas de sonido, de repente todos están haciendo de todo.
EP: Si bien en los últimos años se generaron iniciativas para fomentar el cine en el país ¿Qué rescata del cine boliviano?
GG: Creo que es importante valorar nuestros espacios, nuestra gente, nuestros lugares, a veces estos fondos presuponen la realidad de nuestra gente, el trabajo con las personas normales es un trabajo amateur y el filmar en locaciones reales y tener el tipo de caos que caracteriza nuestro país es una riqueza, por ejemplo el óxido que está empezando a cubrir cada espacio, hoy se lo maquilla. Entonces las producciones bolivianas con muchos fondos creen que esos fondos son para maquillar nuestra realidad y convertirla en ese lugar cinematográfico que todos conocemos de las películas gringas.
En un mundo en que todos son limpios, todos hablan un lenguaje de las traducciones, un espacio sin espacio, entonces me parece que esos fondos fomentan ese cine.
En Bolivia nos gusta ver una producción maquillada, pero al mismo tiempo pierde toda la identidad, creo que lo que le falta al cine y lo que el cine en general está perdiendo es el valorar las cosas como son, la gente como es, las personas tal cual son, sin actores disfrazados, ser mini buseros, taxistas.
Esos actores hablan un lenguaje de una realidad que no es la suya y eso es como si el mundo que están construyendo las películas fuera un mundo que no tiene diferencia de clases, ni diferencias sociales, ni económicas, y se vuelve un mundo fantasioso que no representa nada de lo que está pasando en Bolivia actualmente.
Todo eso creo que es perjudicial para nuestro cine, porque ya no tiene un carácter histórico, ya no da cuenta de un momento en la historia. Y esto creo que es algo que tiene consecuencias muy grandes, por ejemplo vemos en EEUU que están tan acostumbrados a maquillar su realidad y mostrar una especie de mundo limpio, que hubo un levantamiento de todos los no representados que al final terminó siendo un movimiento bastante racista.
Es muy fácil que haya una colectividad no representada por lo audiovisual, ya sea por la publicidad que no va a representar a la gente común. Y creo que el cine más bien es acercarse a ellos, en el momento en que el pueblo y la gente no está representada se genera un malestar social que es capitalizado por cualquier discurso que apele al pueblo. Sea positivo o negativo. Creo que ahí hay un problema grave los cineastas tenemos que saber resolver porque ahora en el mundo la comunicación se da por medio de los audiovisual.
EP: Por otro lado, en Tarija se desarrolla un taller de formación en cine ¿Qué temática se aborda?
GG: Hemos empezado el taller, bajo la idea de una cita del director franco-suizo Jean-Luc Godard que dice: Toda película es un documental de sus actores; esto significa que cuando vemos una película, vemos a personas actuando, eso puede ser utilizado de una forma creativa o de forma negativa, de olvidar que lo que se ve es una ficción y una realidad al mismo tiempo.
Es la idea que se desarrolla en el taller y es lo que hemos dado en otros talleres, ver esa imagen que se desdobla, por ejemplo cuando vemos Avengers vemos la historia de Thor, pero al mismo tiempo vemos un acto y una pantalla verde.
Al ver esto podemos jugar con el aspecto documental de nuestros proyectos que si tenemos poco presupuesto, se lo puede explotar, por ejemplo que una persona camine chistoso frente a la cámara o que esté incómoda, eso le puede dar una nuevo plano al personaje.
Esto también nos permite ver un sistema, cómo funciona la sociedad, cómo funciona el ritmo de una ciudad, cómo está funcionando la arquitectura y es enriquecedor poder representar y reproducir eso a través de una cámara.
Entonces es cómo agarramos un hecho documental para crear un mundo cinematográfico, la idea es ver eso y cómo desde el plano y contra plano, ya sea de cualquier película, sea Hollywood o documental, con personas vemos toda una especie de principios estéticos. Además, la interacción de los humanos, nos ayuda a encontrar métodos.
En Bolivia el cine y los personajes son muy teatrales, los personajes tienen que actuar su papel, y están haciendo muchos gestos, moviendo el cuerpo, la cabeza, mostrando sus actitudes, pero si vemos una película muy gringa nos damos cuenta que en cada imagen el actor es casi como una estatua que tiene un gesto diferente. Un acto de cine es casi como un hombre que sabe estatizar una serie de gestos que se quedan estáticos. Después se logra organizar el arco dramático de lo que pasa al personaje.
Todo esto que digo a veces el difícil verlo por cuenta propia sino lo estudias pero si te lo cuentan inmediatamente se te abren los ojos a las nuevas posibilidades. Esta ideas pueden hacer que la gente perciba el mundo de forma nueva.
Creo que si hice bien mi trabajo he podido empujar a que se mejore esto, no solo yo sino también todos los facilitadores que estamos compartiendo para mostrar una especie de simplicidad de las cosas. Han estado muy interesados los alumnos con todo lo que estuvimos compartiendo, hay que ver que hacen luego.
EP: ¿Qué producciones desarrolló este año y cuáles son las proyecciones en cine?
GG: En mi carrera como realizador y productor ya tengo muchas películas, como director también hice algunos cortos y largometrajes documentales, pero siempre bajo la idea de los colectivo.
Este año he producido largometrajes musicales que dan cuenta de eventos humanos, lo que he tratado de desarrollar es la posibilidad de grabar bien en vivo, estamos tratando de desarrollar el grabar las cosas con sonido directo, eso ahorra mucho en presupuesto.
Este año hice dos películas, una que he producido y otra que he dirigido que se llama “Sonidos Despacios” que es casi una especie de documental y disco, son sesiones de música de un conjunto que se llama Árbol Difunto y dos cortometrajes que hice este año: El Cariñosito y el otro es Huellas Imborrables en la Arena. Esto recién lo estamos mostrando.
Por ejemplo El Cariñosito, es tipo Rápido y furioso, lo hicimos con taxistas de verdad haciendo carreras de autos, pero todo de manera artesanal; mientras Huellas Imborrables es una película que juega sobre todo con documentos, ya sea bajados de YouTube, de las marchas que ha habido en esta época para dar cuenta de muchas perspectivas de lo que hubo alrededor de todo lo que estaba pasando en Bolivia como el conflicto de la Chiquitanía, las marchas contra Evo.
Todo esto, pero sin tomar posición sino más bien tomando todas las posturas dando cuenta de un sistema más complejo que es el país. Bajo las idea de las Huellas, la idea es grabar las huellas históricas que están quedando y tratar de hacer que no se pierdan, que le den un valor histórico, ya que nunca se va a poder interpretar la historia como la estamos viviendo.
Ahora estamos viviendo un contexto en que todos los hechos son de interpretación, por eso unos dicen que en Bolivia hubo golpe de Estado, otros dicen que no hubo golpe y cada uno para poder decir eso se vale de algunas huellas históricas que van con su versión.
Esta producción ya se publicó por mi canal de YouTube y luego se va a presentar en el Salón Simon Patiño con una colección de producciones con mi equipo, como ser la película que se llama “Fuera de Campo”, un documental experimental, del cual fui el productor y montajista, fue dirigido por Marcelo Guzmán y Mauricio Durán. Se trata de una fuga que hubo de la Isla de la Luna en los años 70 cuando había una cárcel ahí durante la dictadura de Banzer.
Resulta que un grupo de más de 60 personas huye y para huir raptan a seis balseros, al huir llegan hasta Perú, consiguen su viaje a Cuba donde se forman, mientras tanto estos seis balseros terminan apresados y torturados en la cárcel. Luego los izquierdistas se vuelven los héroes que manejan un discurso de izquierda y cuando llegan siempre se las dan de revolucionarios y van a regalarle cositas a la gente a la isla, pero no les importa para nada el sufrimiento que han causado a las personas que han raptado.
Es puro discurso y los campesinos están desilusionados y enojados con éstos y quieren que nunca más vuelvan y los quieren chicotear, pero solo se quedan callados escuchando sus discursos. Al mismo tiempo, los cineastas que van a filmar eso también reflejan casi lo mismo que esos izquierdistas que quieren sacar información, pero en realidad no les importa la vida de las personas. Esta película juega con ese idea, de una izquierda vacía de sentido, y que es ahora un conflicto que también nos está pasando a los cineastas como si fueran del mismo grupo y una realidad de las personas que son siempre utilizadas como parte de un discurso y que no importa la vida de éstas.
Nombre
Gilmar Gonzales
Nacimiento
La Paz 10 de diciembre de 1985
Profesión
Cineasta
Estudió literatura y se salió para dedicarse a las películas. Coescribió junto a Kiro Russo los cortos “Enterprisse” y “Juku”, e hizo edición en la película “El Corral” y “El Viento” de Miguel Hilari.
Imparte talleres de cine de producción artesanal y colectiva, inició la producción del largometraje “Tejada Sorzano, la película”. En este marco, produjo los cortometrajes “Satélites” en 2014 de su autoría y “Primavera” de Joaquín Tapia el mismo año. Está escribiendo, junto a Kiro Russo, el largometraje “Viejo Calavera”, y espera producir algunos largometrajes.