Haydee Ramírez, la chapaca que cultiva las tradiciones
Oriunda de Tomatitas, ataviada con la ropa típica de un chapaca, la profesora y costumbrista Haydee Ramírez Arraya recibió a El País en el marco de un paisaje natural lleno de plantas y árboles que se encuentran en el patio de su casa. Entre grandes cantaros, vasijas y bandejas de barro...
Oriunda de Tomatitas, ataviada con la ropa típica de un chapaca, la profesora y costumbrista Haydee Ramírez Arraya recibió a El País en el marco de un paisaje natural lleno de plantas y árboles que se encuentran en el patio de su casa. Entre grandes cantaros, vasijas y bandejas de barro junto a batanes y “morok’os” de molienda está sentada junto a un fogón, donde prepara los alimentos de manera tradicional.
Su padre, don Julio Ramírez Fernández también nació en Tomatitas y su madre, Alcira Arraya, era de San Mateo. Completaban la familia sus ocho hermanos, “en esos tiempos las familias eran numerosas” agregó. Con una mirada evocadora y sonriente contó que en octubre cumplirá 60 años.
Estudió en el colegio nocturno Eustaquio Méndez porque de día era dependiente de una tienda de vidrios que se llamaba Dimaco. Ya bachiller se fue a Sucre para estudiar en la Normal de esa ciudad, allí conoció a un chuquisaqueño, don Jorge Molina, con el cual unió su vida, tuvo dos hijas –que actualmente son profesionales, una arquitecta y la otra abogada-, la última falleció.
Cuenta que desde niña le gustaba ser dirigente, participaba de la junta escolar, fue presidenta de la Organización Territorial de Base (OTB) de Tomatitas, fue concejal por la provincia Cercado entre 2000 a 2005 y, luego de un largo suspiro, contó con orgullo que fue la única presidenta mujer de un equipo: el Club Bolívar de su región. Bajo su administración, allá por los años 90, salieron campeones de la primera B de fútbol semiprofesional. “El único equipo que logró ese título”, se jacta.
Desde joven le interesaron las actividades propias de las costumbres chapacas, preparaba ruedas, carrozas alegóricas para las entradas, instruyó a postulantes a reinas del área rural, a niños para que participen en los corsos infantiles de la festividad de la Cruz, además que era parte de los comités que organizaban la Pascua Florida.
Gastronomía
Una de las actividades que le gusta realizar y promover es la cocina tradicional, empleando utensilios con los cuales se prepara la comida criolla como lo hacían sus abuelos. Usa ollas de barro, un fogón a leña, muele el maíz y el ají en batanes, “si cocinas cantando la comida sale más rica”, dice.
Le gusta elaborar la chicha de uva mediante un proceso natural sin alcohol con un sabor y gusto propios, elabora tamales, humintas hervidas o al horno, pastel de choclo, queso criollo y muchas otras delicias.
Su plato fuerte es el picante de gallina criolla, se emociona cuando detalla que lo prepara acompañado con arroz graneado, papa cocida y “arveja tierna de la primera pallada”, además de ají colorado molido en batán y con el toque personal que cada cocinera tiene y que es un secreto celosamente guardado.
Otro plato típico son los cangrejitos, explica que se los lava bien, se los frita en aceite no muy caliente, al natural son de un color verde oscuro pero conforme se los va tostando adquieren una tonalidad rojiza y cuando están a punto se tornan un tanto anaranjados. Agrega que llevan sal y limón acompañados de mote. Explica que lo misquinchos se los prepara de la misma manera y agrega que también hay los doraditos mojarritas y churumas.
Le brillan los ojos cuando habla de preparar los tamales, que los elabora durante todo el año de maíz morocho molido en batán, con manteca criolla, pasa de uva y con la carne de la cabeza de chancho y algo de cebolla, eso sí, envueltos en chala especial, se los hace hervir y se les da color con el ají rojo.
Atuendos
Por otra parte, también promueve el uso de la vestimenta particular del chapaco, pantalón de caito, bayeta, negro o azul con ojotas negras o cafés, charoladas, pero nunca de color. Según explica la camisa debe ser de bayeta blanca, puede ser bordada, “pero no mucho y ni tan coloreada”.
Agrega que la vestimenta se debe acompañar con un sombrero grande de ala semidoblada negro o “camel” y una faja que sustituye al cinturón, el poncho debe ir doblado al hombro o puesto. Recomienda no usar camisa negra “porque en el campo son respetuosos con el luto”.
Explica que la vestimenta de la mujer chapaca es más elaborada, sus ojotas deben ser negras, no de colores ni costuradas con hilos de diferentes tonos, no debe llevar dibujos, flores u otros adornos.
La pollera para las señoras debe llegar por debajo de las rodillas, para las mocitas solteras cuatro dedos sobre la rodilla, debe ser costurada con atraque, atorzalada y con forro, lleva dos alforcios o dobleces en la parte inferior, pero nunca encaje blanco cocido en la punta de la pollera. Las enaguas deben ser de tela blanca, con pretina ancha y pliegues a la altura de la cadera, con cordones para amarrarse a la cintura. En el borde llevan encaje blanco de tela, el largo de las casadas es al ras de la pollera, las mocitas solteras deben usarlas pasando medio centímetro más abajo de la pollera.
La blusa deben estar confeccionadas de bramante o telas de colores fuertes, con manga corta o tres cuartos, bordadas con flores de diferentes colores puros, no matizados, con canesú o pliegues desde el hombro hasta bajo el busto. Deben poseer corte a la cintura con tablitas que cubran el atraque de la pollera.
La manta debe ser rectangular, grande y ancha, con un enmallado y fleco con hilo de seda, además debe cubrir el ras de la pollera, bordada con flores grandes y de colores vivos y no matizados. Subraya que nunca se usó manta en triangulo o en punta.
El sombrero debe ser de ala ancha, la hebilla del sombrero debe ir a la altura de la oreja izquierda, los sombreros no se deben poner ni muy adelante ni muy atrás de la frente. El color amarillo lo usaban las solteras y para las casadas el plomo.
Las trenzas se llevan con el cabello recogido hacia atrás, la partidura del cabello al centro en las casadas y al costado en las mocitas solteras. En la punta de la trenzas se realiza un nudo con el mismo cabello, no se deben usar cintas de colores. Nunca se usó el jopo o cabello levantado en la frente.
La flor en la oreja siempre debe ser natural como rosas pascuas, nardos, albahaca, etc. Debe ponerse al lado derecho en las casadas y al lado izquierdo en las solteras. Los zarcillos o aretes deben ser abultados y largos, mejor si son parecidos a los “realitos” de la chuspa.
Carnaval
Lo más típico de esta celebración es el caballo, afirma contundente, porque el chapaco lo adorna y sale con este animal a pasear a su moza subida en las ancas, por esta razón las coplas siempre lo mencionan, el ingreso del carnaval se caracteriza por eso.
Explica que esta celebración tiene una particularidad y es la danza de la rueda al son del erque que solo se la toca en esta época. La copla es la esencia del carnaval chapaco, “en ninguna parte del país se la canta como en Tarija”, dice.
Las actividades que apasionan a la maestra
Copleando
Para Haydee Ramírez la copla es la esencia del carnaval chapaco, se le canta al amor, al río, a la conquista del varón a la mujer “en ninguna parte del país se la canta como en Tarija”, afirma.
Ambiente
Su domicilio se caracteriza por el ambiente natural y típico del área rural tarijeña, con una vegetación que llena todos los espacios adornados de vasijas, cántaros y piedras propias de la zona donde vive.
Cocina
Una de las actividades que le gusta realizar y promover es la cocina de la manera tradicional, con el uso de utensilios con los cuales se prepara la comida criolla como lo hacían sus abuelos, en olla de barro y en un fogón a leña.
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Su padre, don Julio Ramírez Fernández también nació en Tomatitas y su madre, Alcira Arraya, era de San Mateo. Completaban la familia sus ocho hermanos, “en esos tiempos las familias eran numerosas” agregó. Con una mirada evocadora y sonriente contó que en octubre cumplirá 60 años.
Estudió en el colegio nocturno Eustaquio Méndez porque de día era dependiente de una tienda de vidrios que se llamaba Dimaco. Ya bachiller se fue a Sucre para estudiar en la Normal de esa ciudad, allí conoció a un chuquisaqueño, don Jorge Molina, con el cual unió su vida, tuvo dos hijas –que actualmente son profesionales, una arquitecta y la otra abogada-, la última falleció.
Cuenta que desde niña le gustaba ser dirigente, participaba de la junta escolar, fue presidenta de la Organización Territorial de Base (OTB) de Tomatitas, fue concejal por la provincia Cercado entre 2000 a 2005 y, luego de un largo suspiro, contó con orgullo que fue la única presidenta mujer de un equipo: el Club Bolívar de su región. Bajo su administración, allá por los años 90, salieron campeones de la primera B de fútbol semiprofesional. “El único equipo que logró ese título”, se jacta.
Desde joven le interesaron las actividades propias de las costumbres chapacas, preparaba ruedas, carrozas alegóricas para las entradas, instruyó a postulantes a reinas del área rural, a niños para que participen en los corsos infantiles de la festividad de la Cruz, además que era parte de los comités que organizaban la Pascua Florida.
Gastronomía
Una de las actividades que le gusta realizar y promover es la cocina tradicional, empleando utensilios con los cuales se prepara la comida criolla como lo hacían sus abuelos. Usa ollas de barro, un fogón a leña, muele el maíz y el ají en batanes, “si cocinas cantando la comida sale más rica”, dice.
Le gusta elaborar la chicha de uva mediante un proceso natural sin alcohol con un sabor y gusto propios, elabora tamales, humintas hervidas o al horno, pastel de choclo, queso criollo y muchas otras delicias.
Su plato fuerte es el picante de gallina criolla, se emociona cuando detalla que lo prepara acompañado con arroz graneado, papa cocida y “arveja tierna de la primera pallada”, además de ají colorado molido en batán y con el toque personal que cada cocinera tiene y que es un secreto celosamente guardado.
Otro plato típico son los cangrejitos, explica que se los lava bien, se los frita en aceite no muy caliente, al natural son de un color verde oscuro pero conforme se los va tostando adquieren una tonalidad rojiza y cuando están a punto se tornan un tanto anaranjados. Agrega que llevan sal y limón acompañados de mote. Explica que lo misquinchos se los prepara de la misma manera y agrega que también hay los doraditos mojarritas y churumas.
Le brillan los ojos cuando habla de preparar los tamales, que los elabora durante todo el año de maíz morocho molido en batán, con manteca criolla, pasa de uva y con la carne de la cabeza de chancho y algo de cebolla, eso sí, envueltos en chala especial, se los hace hervir y se les da color con el ají rojo.
Atuendos
Por otra parte, también promueve el uso de la vestimenta particular del chapaco, pantalón de caito, bayeta, negro o azul con ojotas negras o cafés, charoladas, pero nunca de color. Según explica la camisa debe ser de bayeta blanca, puede ser bordada, “pero no mucho y ni tan coloreada”.
Agrega que la vestimenta se debe acompañar con un sombrero grande de ala semidoblada negro o “camel” y una faja que sustituye al cinturón, el poncho debe ir doblado al hombro o puesto. Recomienda no usar camisa negra “porque en el campo son respetuosos con el luto”.
Explica que la vestimenta de la mujer chapaca es más elaborada, sus ojotas deben ser negras, no de colores ni costuradas con hilos de diferentes tonos, no debe llevar dibujos, flores u otros adornos.
La pollera para las señoras debe llegar por debajo de las rodillas, para las mocitas solteras cuatro dedos sobre la rodilla, debe ser costurada con atraque, atorzalada y con forro, lleva dos alforcios o dobleces en la parte inferior, pero nunca encaje blanco cocido en la punta de la pollera. Las enaguas deben ser de tela blanca, con pretina ancha y pliegues a la altura de la cadera, con cordones para amarrarse a la cintura. En el borde llevan encaje blanco de tela, el largo de las casadas es al ras de la pollera, las mocitas solteras deben usarlas pasando medio centímetro más abajo de la pollera.
La blusa deben estar confeccionadas de bramante o telas de colores fuertes, con manga corta o tres cuartos, bordadas con flores de diferentes colores puros, no matizados, con canesú o pliegues desde el hombro hasta bajo el busto. Deben poseer corte a la cintura con tablitas que cubran el atraque de la pollera.
La manta debe ser rectangular, grande y ancha, con un enmallado y fleco con hilo de seda, además debe cubrir el ras de la pollera, bordada con flores grandes y de colores vivos y no matizados. Subraya que nunca se usó manta en triangulo o en punta.
El sombrero debe ser de ala ancha, la hebilla del sombrero debe ir a la altura de la oreja izquierda, los sombreros no se deben poner ni muy adelante ni muy atrás de la frente. El color amarillo lo usaban las solteras y para las casadas el plomo.
Las trenzas se llevan con el cabello recogido hacia atrás, la partidura del cabello al centro en las casadas y al costado en las mocitas solteras. En la punta de la trenzas se realiza un nudo con el mismo cabello, no se deben usar cintas de colores. Nunca se usó el jopo o cabello levantado en la frente.
La flor en la oreja siempre debe ser natural como rosas pascuas, nardos, albahaca, etc. Debe ponerse al lado derecho en las casadas y al lado izquierdo en las solteras. Los zarcillos o aretes deben ser abultados y largos, mejor si son parecidos a los “realitos” de la chuspa.
Carnaval
Lo más típico de esta celebración es el caballo, afirma contundente, porque el chapaco lo adorna y sale con este animal a pasear a su moza subida en las ancas, por esta razón las coplas siempre lo mencionan, el ingreso del carnaval se caracteriza por eso.
Explica que esta celebración tiene una particularidad y es la danza de la rueda al son del erque que solo se la toca en esta época. La copla es la esencia del carnaval chapaco, “en ninguna parte del país se la canta como en Tarija”, dice.
Las actividades que apasionan a la maestra
Copleando
Para Haydee Ramírez la copla es la esencia del carnaval chapaco, se le canta al amor, al río, a la conquista del varón a la mujer “en ninguna parte del país se la canta como en Tarija”, afirma.
Ambiente
Su domicilio se caracteriza por el ambiente natural y típico del área rural tarijeña, con una vegetación que llena todos los espacios adornados de vasijas, cántaros y piedras propias de la zona donde vive.
Cocina
Una de las actividades que le gusta realizar y promover es la cocina de la manera tradicional, con el uso de utensilios con los cuales se prepara la comida criolla como lo hacían sus abuelos, en olla de barro y en un fogón a leña.
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