Recuerdos de cuatro edificaciones en Tarija
Los edificios centrales de Tarija guardan una gran historia en sus viejas paredes, se trata de la vivencia de todo un pueblo que según los escritores de antaño era más tranquilo y más hermano que ahora. “La vida en Tarija era otra cosa, nadie le hacía daño a nadie, caminabas por donde...



Los edificios centrales de Tarija guardan una gran historia en sus viejas paredes, se trata de la vivencia de todo un pueblo que según los escritores de antaño era más tranquilo y más hermano que ahora. “La vida en Tarija era otra cosa, nadie le hacía daño a nadie, caminabas por donde querías y a la hora que sea”, cuenta Paulino Vega de 85 años.
Recordar los viejos edificios es retraer a la mente la nobleza, la sencillez y las tradiciones de la gente que vivía en esta tierra. En ese entonces nisiquiera se desconfiaba de los reos y la recova era un punto de encuentro de muchos. A continuación les presentamos un resumen de las anécdotas y vivencias que se dieron en algunos de estos lugares.
Se cuenta que una de las edificaciones de máxima concurrencia en la antigua Tarija fue la vieja recova, el mercado, que era el único lugar de aprovisionamiento y de obligada visita diaria del pueblo.
De acuerdo al escritor Agustín Morales, allí iba la gente en busca de lo indispensable para la vida cotidiana. Se trataba de una edificación antigua de un solo piso, construida en el siglo pasado, con viejas tiendas sobre las calles y en su interior había semiderruidos corredores, sostenidos por gruesos pilares de adobes.
En la ancha puerta principal de la calle Bolívar existía un umbral de madera labrado con el nombre del Coronel Magariños y una fecha del año 1800 y tantos, seguramente como recuerdo de quien lo construyó.
De acuerdo al escritor, al centro estaban las carnicerías, que más parecían cárceles por sus anchas rejas. Ahí estaban los carniceros, gente muy “mentada”, como los hermanos Severiche, Castillo, Delgado, Alvarado y otras familias, que ejercían la venta de este principal alimento.
No faltaba la buena “yapa” y la “Kiucha” o el “bofe p’al gato” como regalo consabido para no perder la clientela.
El escritor Bernardo Trigo en su libro “Las tejas de mi techo” dice que el sitio llamado “Recova” estaba ubicado en la manzana poniente de la plaza Luis de Fuentes, donde actualmente se levanta el edificio de la Gobernación.
Otro edificio emblemático y que se encontraba en pleno centro de la ciudad era la cárcel del pueblo, ubicada donde hoy funciona el Concejo Municipal. Morales cuenta que en los años 30 “los presos entraban y salían” con frecuencia del penal, rumbo a la zona alta de la capital, que en ese entonces era la “Calle Ancha” (Calle Cochabamba).
Paseaban acompañados de un escolta y volvían al atardecer. “Interesantes cuadros dignos de admiración, se apreciaban desde la Plaza Luis de Fuentes, cuando posiblemente, debido a una excesiva confianza e ingenuidad, los presos volvían de las partes altas de la ciudad cargando en sus espaldas al escolta y al fusil, porque aquel se había `pasado´ en copitas de chicha”, relata el escritor en su obra “Estampas de Tarija”.
Aquellas escenas se constituían en todo un espectáculo, sobre todo porque -según Antonio de 70 años- los presos debían necesariamente atravesar por la plaza. Claro está que no todos ellos fueron tan honrados y uno que otro no volvía aprovechando la oportunidad. En cambio, muchos otros se afanaban por retornar a la cárcel cargando a su escolta, atribuyen esto a que “tenían buen negocio dentro del penal”.
Entre otra de las particularidades de aquel penal, cuentan que resultaba interesante visitar la cárcel en los horarios establecidos, tanto en la mañana como en la tarde, pues ingresaban infinidad de vendedoras de comida, bebidas y muchas golosinas, formando un verdadero mercado.
[caption id="attachment_209160" align="alignnone" width="1920"] Antigua fachada de la Alcaldía de Tarija[/caption]
Otro de los edificios históricos y de gran importancia fue sin duda el Cementerio General. Según Hanne Amado Romero, fue Isaac S. Attie, el “Turco Rubio”, quien comandó el trabajo en el campo santo, arborizando personalmente el Cementerio General, para embellecer el triste Panteón “que jamás fue motivo de preocupación de la Comuna.
Añade Amado que “La obra se completó con varias calles y cuadras de pinos sin pedir subvención alguna al Municipio, pero una vez que fue elegido munícipe continuó con este trabajo (...) En el año 1935 se adquiere el Carro fúnebre y por ordenanza municipal quedó absolutamente prohibido el traslado de los cadáveres a pulso, siendo obligatorio el uso del carro fúnebre para este objeto”.
En el año 1940 se concluye la cripta de majestuoso significado, una obra simbólica en homenaje a los caídos en la Guerra del Chaco, bajo cuya plataforma se sepultaron los restos de más de setecientos soldados.
Otra edificación destacada es la iglesia Catedral se cuenta que ésta no fue la Iglesia Matriz Original, sino era la que estaba ubicada en la plaza Luis de Fuentes, dedicada a la Inmaculada Concepción. Esta iglesia inició su construcción luego de la Fundación de Tarija en 1574 y estuvo a cargo de la orden de los Dominicos. Pero transcurrido el tiempo, este templo, ubicado donde hoy está el Comité Cívico de Tarija, se deterioró y fue derrumbado a mediados de 1800.
Dado este penoso hecho para la historia patrimonial de Tarija, la hoy llamada Catedral pasó a ser la Iglesia Matriz de la ciudad, que hasta entonces era simplemente una parroquia dedicada a San Bernardo.
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Recordar los viejos edificios es retraer a la mente la nobleza, la sencillez y las tradiciones de la gente que vivía en esta tierra. En ese entonces nisiquiera se desconfiaba de los reos y la recova era un punto de encuentro de muchos. A continuación les presentamos un resumen de las anécdotas y vivencias que se dieron en algunos de estos lugares.
Se cuenta que una de las edificaciones de máxima concurrencia en la antigua Tarija fue la vieja recova, el mercado, que era el único lugar de aprovisionamiento y de obligada visita diaria del pueblo.
De acuerdo al escritor Agustín Morales, allí iba la gente en busca de lo indispensable para la vida cotidiana. Se trataba de una edificación antigua de un solo piso, construida en el siglo pasado, con viejas tiendas sobre las calles y en su interior había semiderruidos corredores, sostenidos por gruesos pilares de adobes.
En la ancha puerta principal de la calle Bolívar existía un umbral de madera labrado con el nombre del Coronel Magariños y una fecha del año 1800 y tantos, seguramente como recuerdo de quien lo construyó.
De acuerdo al escritor, al centro estaban las carnicerías, que más parecían cárceles por sus anchas rejas. Ahí estaban los carniceros, gente muy “mentada”, como los hermanos Severiche, Castillo, Delgado, Alvarado y otras familias, que ejercían la venta de este principal alimento.
No faltaba la buena “yapa” y la “Kiucha” o el “bofe p’al gato” como regalo consabido para no perder la clientela.
El escritor Bernardo Trigo en su libro “Las tejas de mi techo” dice que el sitio llamado “Recova” estaba ubicado en la manzana poniente de la plaza Luis de Fuentes, donde actualmente se levanta el edificio de la Gobernación.
Otro edificio emblemático y que se encontraba en pleno centro de la ciudad era la cárcel del pueblo, ubicada donde hoy funciona el Concejo Municipal. Morales cuenta que en los años 30 “los presos entraban y salían” con frecuencia del penal, rumbo a la zona alta de la capital, que en ese entonces era la “Calle Ancha” (Calle Cochabamba).
Paseaban acompañados de un escolta y volvían al atardecer. “Interesantes cuadros dignos de admiración, se apreciaban desde la Plaza Luis de Fuentes, cuando posiblemente, debido a una excesiva confianza e ingenuidad, los presos volvían de las partes altas de la ciudad cargando en sus espaldas al escolta y al fusil, porque aquel se había `pasado´ en copitas de chicha”, relata el escritor en su obra “Estampas de Tarija”.
Aquellas escenas se constituían en todo un espectáculo, sobre todo porque -según Antonio de 70 años- los presos debían necesariamente atravesar por la plaza. Claro está que no todos ellos fueron tan honrados y uno que otro no volvía aprovechando la oportunidad. En cambio, muchos otros se afanaban por retornar a la cárcel cargando a su escolta, atribuyen esto a que “tenían buen negocio dentro del penal”.
Entre otra de las particularidades de aquel penal, cuentan que resultaba interesante visitar la cárcel en los horarios establecidos, tanto en la mañana como en la tarde, pues ingresaban infinidad de vendedoras de comida, bebidas y muchas golosinas, formando un verdadero mercado.
[caption id="attachment_209160" align="alignnone" width="1920"] Antigua fachada de la Alcaldía de Tarija[/caption]
Otro de los edificios históricos y de gran importancia fue sin duda el Cementerio General. Según Hanne Amado Romero, fue Isaac S. Attie, el “Turco Rubio”, quien comandó el trabajo en el campo santo, arborizando personalmente el Cementerio General, para embellecer el triste Panteón “que jamás fue motivo de preocupación de la Comuna.
Añade Amado que “La obra se completó con varias calles y cuadras de pinos sin pedir subvención alguna al Municipio, pero una vez que fue elegido munícipe continuó con este trabajo (...) En el año 1935 se adquiere el Carro fúnebre y por ordenanza municipal quedó absolutamente prohibido el traslado de los cadáveres a pulso, siendo obligatorio el uso del carro fúnebre para este objeto”.
En el año 1940 se concluye la cripta de majestuoso significado, una obra simbólica en homenaje a los caídos en la Guerra del Chaco, bajo cuya plataforma se sepultaron los restos de más de setecientos soldados.
Otra edificación destacada es la iglesia Catedral se cuenta que ésta no fue la Iglesia Matriz Original, sino era la que estaba ubicada en la plaza Luis de Fuentes, dedicada a la Inmaculada Concepción. Esta iglesia inició su construcción luego de la Fundación de Tarija en 1574 y estuvo a cargo de la orden de los Dominicos. Pero transcurrido el tiempo, este templo, ubicado donde hoy está el Comité Cívico de Tarija, se deterioró y fue derrumbado a mediados de 1800.
Dado este penoso hecho para la historia patrimonial de Tarija, la hoy llamada Catedral pasó a ser la Iglesia Matriz de la ciudad, que hasta entonces era simplemente una parroquia dedicada a San Bernardo.
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