Pese a los esfuerzos, Bolivia no logra frenar muerte de sus madres
El ciclo del embarazo para muchas mujeres debiera ser una etapa feliz y no peligrosa. Pero en Bolivia traer a un niño al mundo supone una amenaza, sobre todo en las áreas rurales donde las madres siguen falleciendo durante o después del alumbramiento por distintas complicaciones. Los datos...
El ciclo del embarazo para muchas mujeres debiera ser una etapa feliz y no peligrosa. Pero en Bolivia traer a un niño al mundo supone una amenaza, sobre todo en las áreas rurales donde las madres siguen falleciendo durante o después del alumbramiento por distintas complicaciones.
Los datos de mortalidad materna van a contramano de las cifras de la economía. Bolivia mejoró en los últimos años de 2,7% (2003) a 4,6% (2016) su crecimiento económico, pero los esfuerzos del Gobierno por tratar de reducir la mortalidad materna no han logrado los resultados esperados, ya que el país sigue presentando los índices más altos de América Latina y el Caribe, con una tasa de 160 mujeres muertas por cada 100 mil nacidos vivos, lo que significa que 538 mujeres murieron a consecuencia de complicaciones del embarazo, parto y post-parto, según los datos del Estudio Nacional de Mortalidad Materna de 2011.
De acuerdo al informe de Mortalidad Materna en Bolivia, las complicaciones más comunes que se presentan son la hemorragia con 33%, infecciones 17%, aborto 9%, hipertensión 5%, y parto prolongado 2%.
Sin embargo, entre las causas externas relacionadas a los fallecimientos de las madres también está la violencia (patadas en el vientre, golpes y otros), homicidios y suicidios. Este último motivo se registra más en embarazos de adolescentes que al verse en gestación temen la reacción de sus familias y deciden quitarse la vida.
Morir para dar a luz
Cuando supo que estaba embarazada por tercera vez, Juana (30 años) se sintió feliz y se lo comunicó a su partera de confianza, doña Yola Chambi (72 años), que ya le había ayudado a dar a luz a sus dos primeros retoños. La partera, al palpar el vientre de su paciente supo que la mujer tenía cinco meses de embarazo. A pesar de no haberse realizado controles prenatales, la etapa gestacional fue normal. Entrando al noveno mes comenzó a sentir dolores fuertes en el vientre.
Pidió la ayuda de doña Yola que llegó para revisarla. Por fortuna, la madre estaba en buenas condiciones y las molestias se debían al esfuerzo que hizo cuando ayudó a su pareja en las labores agrícolas en Batallas (La Paz), donde vive con su familia. Pero los dolores continuaron, ante eso el esposo decidió llevar a Juana a un centro de salud y allí los médicos le dijeron que los malestares eran normales y que su hijo nacería en un mes.
Le dieron un analgésico y la enviaron de regreso a su hogar. “Ves, esa mujer no sabe. Falta todavía un mes. Hay que escuchar al médico”, le dijo el marido en el camino, en referencia a Yola.
Cuando llegó la fecha pronosticada por la partera, Juana comenzó a sudar y a sentir calambres y pidió al padre de sus hijos que contacte a su partera, pero éste le dijo que era mejor esperar porque, según los profesionales, no era la fecha para el nacimiento del bebé. Pasaban las horas y el dolor incrementaba. Comenzaron las contracciones y aún no había ayuda.
Sólo cuando la vio gritar y llorar del dolor intentó comunicarse con la partera. Primero avisó a sus familiares que atendieron a Juana que ya estaba en labor de parto y el pequeño comenzaba a nacer. Su salud se debilitaba por el abundante sangrado y después de un par de horas, doña Yola llegó hasta el domicilio junto a su esposo.
Cuando la miró supo que lo más trágico iba a pasar. El bebé aún no nacía completamente y la mamá estaba desfalleciendo, intentó reanimarla. Le dieron agua, un caldo de gallina, pero los esfuerzos fueron en vano. La mujer perdió mucha sangre y no pudo aguantar más.
“Ya estaba muerta la mamá. La wawa no estaba naciendo todavía y tuve que sacarle con mis manos porque la mujer ya estaba tiesa”, recuerda doña Yola, que tiene 52 años de experiencia en traer bebés al mundo.
Las cifras que no ceden
El investigador del Observatorio de Mortalidad Materna y Neonatal de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), Marco Paz, dijo que en los últimos años, La Paz y Cochabamba no mejoran en cuanto a las muertes maternas, mientras que otros departamentos han evolucionado positivamente.
“Algunos departamentos han tenido evolución diferente, otros han mejorado bastante, La Paz es uno de los que no mejora, Cochabamba ha incrementado, Potosí es uno de los más elevados aunque ha disminuido su mortalidad materna, Tarija lo ha hecho bastante bien en los últimos 10 años”, dice.
Los datos comparativos sobre Razones de Muerte Materna (RMM) entre 2000 y 2011, dan cuenta de que La Paz tenía 282 casos de muerte materna por cada cien mil nacidos vivos y 11 años después, registra 289; mientras que Potosí reflejaba 333 fallecimientos, luego 255; Cochabamba 130, después 188; Oruro descendió de 184 a 126 en 2011; Beni de 222 muertes bajó a 96 casos, Chuquisaca de 85 a 83, Pando subió de cero a 68, Tarija 179 a 63 y Santa Cruz de 101 a 60 casos de decesos por cada cien mil nacidos vivos.
Es decir que los departamentos como La Paz y Cochabamba presentan las cifras más altas de Bolivia, mientras que la Villa Imperial, Chuquisaca y Oruro reflejan una disminución en muertes maternas. Uno de los casos más destacados es el de Santa Cruz que redujo la mortalidad en 40%.
El bono Juan Azurduy no impacta
Para el especialista del Comité de Mortalidad Materna, Perinatal y Neonatal de El Alto, Marco Colque, la idiosincrasia es un factor determinante en el occidente o altiplano para que se registren números altos de mortalidad materna, mientras que en el oriente, donde los casos son mínimos, las mujeres embarazadas son más conscientes sobre su salud y acuden a los controles prenatales a diferencia de otros lugares.
“Vemos que en el oriente acceden mucho más a los servicios y no porque tenga a mano (los servicios de salud), sino porque se preocupan por su bienestar y eso hace que acudan. Antes, en el oriente se tenía una cobertura del 100% mientras nosotros (La Paz) llegábamos apenas al 50%. Esto influye la idiosincrasia, la formación, en las provincias de occidente”, declaró.
Según la apreciación de Colque, en los últimos años, el bono Juana Azurduy impulsó a que las madres acudan más a los centros de salud para realizarse los controles prenatales, empero no disminuyeron los fallecimientos. En 2018 se prevé un análisis del impacto del bono Juana Azurduy, que es otorgado a las mujeres embarazadas.
Este beneficio se otorga desde 2009 a las mujeres desde la gestación hasta que el niño cumple dos años. El Gobierno les da cada mes 50 bolivianos y en total una madre percibe 1.850 bolivianos, siempre que se haga sus controles médicos.
Para el Ministerio de Salud, el bono cumplió con su objetivo porque en 2010 sólo había una cobertura de 30%, mientras que hasta agosto de esta gestión se llegó al 60% y se espera que a fin de año alcance el 85% de acceso a controles prenatales.
El jefe de Salud Sexual y Reproductiva del Servicio Departamental de Salud (Sedes) de La Paz, Germany Hurtado, indicó que el bono solo sirve para que las mujeres inicien los controles prenatales.
“El bono ha aumentado el control prenatal en el primer nivel. La mayoría de las mujeres se han hecho cuatro revisiones, pero no incidió en la disminución de muertes maternas. El índice sigue siendo el mismo, el bono es beneficioso para iniciar los controles”, dijo.
La ambulancia que no llega
María creyó en el sistema de salud y se hizo seis controles prenatales para asegurarse de que su hijo se desarrollara sin complicaciones. Cuando llegó el día del alumbramiento acudió a un centro de salud y dio a luz a un hermoso bebé, pero tuvo problemas al expulsar la placenta y comenzó a sangrar. Los médicos le realizaron una transfusión sanguínea para reponer el líquido que perdía, pero seguía sin mejorar.
Los galenos decidieron transferirla a un hospital de segundo nivel, pero no había una ambulancia disponible para trasladarla, tres horas después llegó el vehículo, pero el tráfico vehicular en la ciudad de El Alto era caótico a esas horas (21.30). La ambulancia no pudo rebasar a los motorizados.
Después de varios minutos de espera, la paciente había perdido mucha sangre y cuando llegó al hospital, ningún médico pudo salvarle la vida.
Tarija avanza pero le falta
Hace muchos años el departamento tenía una de las más altas tasas de muerte materna, empero este problema tuvo una notable reducción, ahora Tarija se encuentra con una de las más bajas tasas después de Santa Cruz.
Los últimos datos del Gobierno muestran que Tarija redujo la tasa de mortalidad materna, de 79 por cada 100.000 nacidos vivos a 67. Cifra que está dentro de las meta de desarrollo sostenible.
Pero comparado con Tucumán Argentina, que tiene una tasa de 40 por cada 100.000 nacidos vivos, a Tarija le falta redoblar esfuerzos y asumir más políticas para llegar a ese nivel.
En el ámbito nacional la reducción fue de 187 por cada 100.000 nacidos vivos a 160, acorde al Censo 2011 del Instituto Nacional de Estadística (INE). Pero según la Fundación Jubileo hasta el año 2015 estaba entre las más altas de América del Sur. Según la Organización Mundial de la Salud, la razón de mortalidad materna en esa gestión estaba entre 140 y 351 muertes por cada 100.000 nacidos vivos.
Los datos del Comité Departamental de Muerte Materna de Tarija, en base a la tendencia de decesos registrados, muestran que en el departamento, el número mayor de muertes maternas se tuvo en el año 2007, registrándose 12 fallecimientos.
Sin embargo, en años posteriores no pasaron de las cuatro, incluso hasta el 2016. Respecto a lo que va de la gestión 2017 se registraron tres, pero dos fueron pacientes derivadas de otros departamentos.
Pero más allá de esto los problemas de atención médica continúan siendo un riesgo para las mujeres, sobre todo cuando se ha comprobado que en Tarija los centros médicos o están muy lejos o no tienen el personal ni los medicamentos necesarios.
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Los datos de mortalidad materna van a contramano de las cifras de la economía. Bolivia mejoró en los últimos años de 2,7% (2003) a 4,6% (2016) su crecimiento económico, pero los esfuerzos del Gobierno por tratar de reducir la mortalidad materna no han logrado los resultados esperados, ya que el país sigue presentando los índices más altos de América Latina y el Caribe, con una tasa de 160 mujeres muertas por cada 100 mil nacidos vivos, lo que significa que 538 mujeres murieron a consecuencia de complicaciones del embarazo, parto y post-parto, según los datos del Estudio Nacional de Mortalidad Materna de 2011.
De acuerdo al informe de Mortalidad Materna en Bolivia, las complicaciones más comunes que se presentan son la hemorragia con 33%, infecciones 17%, aborto 9%, hipertensión 5%, y parto prolongado 2%.
Sin embargo, entre las causas externas relacionadas a los fallecimientos de las madres también está la violencia (patadas en el vientre, golpes y otros), homicidios y suicidios. Este último motivo se registra más en embarazos de adolescentes que al verse en gestación temen la reacción de sus familias y deciden quitarse la vida.
Morir para dar a luz
Cuando supo que estaba embarazada por tercera vez, Juana (30 años) se sintió feliz y se lo comunicó a su partera de confianza, doña Yola Chambi (72 años), que ya le había ayudado a dar a luz a sus dos primeros retoños. La partera, al palpar el vientre de su paciente supo que la mujer tenía cinco meses de embarazo. A pesar de no haberse realizado controles prenatales, la etapa gestacional fue normal. Entrando al noveno mes comenzó a sentir dolores fuertes en el vientre.
Pidió la ayuda de doña Yola que llegó para revisarla. Por fortuna, la madre estaba en buenas condiciones y las molestias se debían al esfuerzo que hizo cuando ayudó a su pareja en las labores agrícolas en Batallas (La Paz), donde vive con su familia. Pero los dolores continuaron, ante eso el esposo decidió llevar a Juana a un centro de salud y allí los médicos le dijeron que los malestares eran normales y que su hijo nacería en un mes.
Le dieron un analgésico y la enviaron de regreso a su hogar. “Ves, esa mujer no sabe. Falta todavía un mes. Hay que escuchar al médico”, le dijo el marido en el camino, en referencia a Yola.
Cuando llegó la fecha pronosticada por la partera, Juana comenzó a sudar y a sentir calambres y pidió al padre de sus hijos que contacte a su partera, pero éste le dijo que era mejor esperar porque, según los profesionales, no era la fecha para el nacimiento del bebé. Pasaban las horas y el dolor incrementaba. Comenzaron las contracciones y aún no había ayuda.
Sólo cuando la vio gritar y llorar del dolor intentó comunicarse con la partera. Primero avisó a sus familiares que atendieron a Juana que ya estaba en labor de parto y el pequeño comenzaba a nacer. Su salud se debilitaba por el abundante sangrado y después de un par de horas, doña Yola llegó hasta el domicilio junto a su esposo.
Cuando la miró supo que lo más trágico iba a pasar. El bebé aún no nacía completamente y la mamá estaba desfalleciendo, intentó reanimarla. Le dieron agua, un caldo de gallina, pero los esfuerzos fueron en vano. La mujer perdió mucha sangre y no pudo aguantar más.
“Ya estaba muerta la mamá. La wawa no estaba naciendo todavía y tuve que sacarle con mis manos porque la mujer ya estaba tiesa”, recuerda doña Yola, que tiene 52 años de experiencia en traer bebés al mundo.
Las cifras que no ceden
El investigador del Observatorio de Mortalidad Materna y Neonatal de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), Marco Paz, dijo que en los últimos años, La Paz y Cochabamba no mejoran en cuanto a las muertes maternas, mientras que otros departamentos han evolucionado positivamente.
“Algunos departamentos han tenido evolución diferente, otros han mejorado bastante, La Paz es uno de los que no mejora, Cochabamba ha incrementado, Potosí es uno de los más elevados aunque ha disminuido su mortalidad materna, Tarija lo ha hecho bastante bien en los últimos 10 años”, dice.
Los datos comparativos sobre Razones de Muerte Materna (RMM) entre 2000 y 2011, dan cuenta de que La Paz tenía 282 casos de muerte materna por cada cien mil nacidos vivos y 11 años después, registra 289; mientras que Potosí reflejaba 333 fallecimientos, luego 255; Cochabamba 130, después 188; Oruro descendió de 184 a 126 en 2011; Beni de 222 muertes bajó a 96 casos, Chuquisaca de 85 a 83, Pando subió de cero a 68, Tarija 179 a 63 y Santa Cruz de 101 a 60 casos de decesos por cada cien mil nacidos vivos.
Es decir que los departamentos como La Paz y Cochabamba presentan las cifras más altas de Bolivia, mientras que la Villa Imperial, Chuquisaca y Oruro reflejan una disminución en muertes maternas. Uno de los casos más destacados es el de Santa Cruz que redujo la mortalidad en 40%.
El bono Juan Azurduy no impacta
Para el especialista del Comité de Mortalidad Materna, Perinatal y Neonatal de El Alto, Marco Colque, la idiosincrasia es un factor determinante en el occidente o altiplano para que se registren números altos de mortalidad materna, mientras que en el oriente, donde los casos son mínimos, las mujeres embarazadas son más conscientes sobre su salud y acuden a los controles prenatales a diferencia de otros lugares.
“Vemos que en el oriente acceden mucho más a los servicios y no porque tenga a mano (los servicios de salud), sino porque se preocupan por su bienestar y eso hace que acudan. Antes, en el oriente se tenía una cobertura del 100% mientras nosotros (La Paz) llegábamos apenas al 50%. Esto influye la idiosincrasia, la formación, en las provincias de occidente”, declaró.
Según la apreciación de Colque, en los últimos años, el bono Juana Azurduy impulsó a que las madres acudan más a los centros de salud para realizarse los controles prenatales, empero no disminuyeron los fallecimientos. En 2018 se prevé un análisis del impacto del bono Juana Azurduy, que es otorgado a las mujeres embarazadas.
Este beneficio se otorga desde 2009 a las mujeres desde la gestación hasta que el niño cumple dos años. El Gobierno les da cada mes 50 bolivianos y en total una madre percibe 1.850 bolivianos, siempre que se haga sus controles médicos.
Para el Ministerio de Salud, el bono cumplió con su objetivo porque en 2010 sólo había una cobertura de 30%, mientras que hasta agosto de esta gestión se llegó al 60% y se espera que a fin de año alcance el 85% de acceso a controles prenatales.
El jefe de Salud Sexual y Reproductiva del Servicio Departamental de Salud (Sedes) de La Paz, Germany Hurtado, indicó que el bono solo sirve para que las mujeres inicien los controles prenatales.
“El bono ha aumentado el control prenatal en el primer nivel. La mayoría de las mujeres se han hecho cuatro revisiones, pero no incidió en la disminución de muertes maternas. El índice sigue siendo el mismo, el bono es beneficioso para iniciar los controles”, dijo.
La ambulancia que no llega
María creyó en el sistema de salud y se hizo seis controles prenatales para asegurarse de que su hijo se desarrollara sin complicaciones. Cuando llegó el día del alumbramiento acudió a un centro de salud y dio a luz a un hermoso bebé, pero tuvo problemas al expulsar la placenta y comenzó a sangrar. Los médicos le realizaron una transfusión sanguínea para reponer el líquido que perdía, pero seguía sin mejorar.
Los galenos decidieron transferirla a un hospital de segundo nivel, pero no había una ambulancia disponible para trasladarla, tres horas después llegó el vehículo, pero el tráfico vehicular en la ciudad de El Alto era caótico a esas horas (21.30). La ambulancia no pudo rebasar a los motorizados.
Después de varios minutos de espera, la paciente había perdido mucha sangre y cuando llegó al hospital, ningún médico pudo salvarle la vida.
Tarija avanza pero le falta
Hace muchos años el departamento tenía una de las más altas tasas de muerte materna, empero este problema tuvo una notable reducción, ahora Tarija se encuentra con una de las más bajas tasas después de Santa Cruz.
Los últimos datos del Gobierno muestran que Tarija redujo la tasa de mortalidad materna, de 79 por cada 100.000 nacidos vivos a 67. Cifra que está dentro de las meta de desarrollo sostenible.
Pero comparado con Tucumán Argentina, que tiene una tasa de 40 por cada 100.000 nacidos vivos, a Tarija le falta redoblar esfuerzos y asumir más políticas para llegar a ese nivel.
En el ámbito nacional la reducción fue de 187 por cada 100.000 nacidos vivos a 160, acorde al Censo 2011 del Instituto Nacional de Estadística (INE). Pero según la Fundación Jubileo hasta el año 2015 estaba entre las más altas de América del Sur. Según la Organización Mundial de la Salud, la razón de mortalidad materna en esa gestión estaba entre 140 y 351 muertes por cada 100.000 nacidos vivos.
Los datos del Comité Departamental de Muerte Materna de Tarija, en base a la tendencia de decesos registrados, muestran que en el departamento, el número mayor de muertes maternas se tuvo en el año 2007, registrándose 12 fallecimientos.
Sin embargo, en años posteriores no pasaron de las cuatro, incluso hasta el 2016. Respecto a lo que va de la gestión 2017 se registraron tres, pero dos fueron pacientes derivadas de otros departamentos.
Pero más allá de esto los problemas de atención médica continúan siendo un riesgo para las mujeres, sobre todo cuando se ha comprobado que en Tarija los centros médicos o están muy lejos o no tienen el personal ni los medicamentos necesarios.
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