Los niños invisibles de Tarija: un llamado a la acción en el Día de la Niñez
La celebración nacional de la infancia coincide con el Día Internacional de los Niños en Situación de Calle, un recordatorio de que, mientras algunos celebramos, otros luchan por sobrevivir en el olvido.



Queríamos publicar una nota alegre, con fotos de niñas y niños tarijeños a los que sus padres dedican lindas palabras. Pero hay una coincidencia que no se puede negar. En este día también se conmemora a nivel internacional a los niños en situación de calle, quienes parecen vivir en una realidad paralela y dolorosa, y que en nuestro entorno es también una imagen cotidiana.
En el departamento de Tarija, al menos 57 niñas, niños y adolescentes sobreviven sin hogar, de los cuales 15 se concentran en la ciudad, según el primer levantamiento de datos de niñas, niños y adolescentes en situación de calle realizado por el Servicio Departamental de Gestión Social (Sedeges) en diciembre de 2022, en coordinación con los municipios e instituciones a nivel departamental, que aportaron información valiosa.
De las 57 personas identificadas en ese momento, se logró encuestar a 35, y 22 no pudieron ser encontradas en el espacio público en el momento del levantamiento de datos. Hay que tomar en cuenta que este primer levantamiento se realizó hace al menos tres años atrás. Desde entonces, no han habido nuevos estudios para estudiar el tema y proponer soluciones. Aquí, se presentarán nuevamente los datos, y mostraremos fotos que aluden a las personas que viven la complejidad de esta situación.
Raíces de una crisis social
El problema de los niños en situación de calle comienza en el hogar, donde la violencia intrafamiliar, la comunicación agresiva o inexistente, el abandono y la desintegración familiar son factores determinantes que empujan a estos niños a buscar afuera la protección que no encuentran adentro.
Se considera niñas, niños, adolescentes en alto riesgo a personas entre 6 y 18 años, quienes pasan frecuentemente un tiempo determinado en el espacio público sin supervisión de un adulto responsable y sin realizar una actividad económica o de supervivencia específica.
En muchos casos, estos niños se ven obligados a trabajar desde temprana edad para contribuir al sustento familiar, renunciando forzosamente a su derecho al juego, al descanso y a la educación para asumir condiciones laborales de precariedad y explotación. Se considera niña y niño trabajador a toda persona menor de 12 años y adolescente trabajador y trabajadora a las personas entre 12 a 18 años que realicen actividades productivas o presten servicios de orden material, intelectual u otros, como dependientes o por cuenta propia, percibiendo a cambio un salario o generando un ingreso económico.
Otros factores adicionales, que reflejan una crisis humanitaria a nivel continental, son el consumo de alcohol en el entorno familiar y la influencia del entorno social.
Las niñas, niños y adolescentes en situación de calle tienen el objetivo de la sobrevivencia. Han buscado y (temporalmente) encontrado en la calle un lugar donde satisfacer todas sus necesidades, pero no únicamente los básicos materiales, sino también la respuesta a su deseo existencial.
Niñez sin derechos
Tomando en cuenta la distancia temporal del primer levantamiento de datos, encontramos que 26% de los menores en situación de calle tienen menos de 10 años, 23% tiene entre 10 y 14 años, y 51% van de los 14 a los 18 años de edad.
En cuanto al lugar de nacimiento, 39% son de Tarija, 15% de Yunchará, 12% de Villa Montes, 12% de Bermejo, 9% de Entre Ríos, 3% de El Puente y 3% de Yacuiba.
Son varones un 74%, y mujeres un 26%. Hay un 77% que pasa la noche en casa, 17% en la calle, y 6% de ellos dice que en otro lugar. Luego, el tiempo al día que pasan en el espacio público corresponde a 5 a 10 horas para el 37%, más de 10 horas para un 31%, menos de 5 horas un 29%, y varios días un 3%.
¿Qué hacen en el espacio público? El 40% dice que pasa el tiempo, 31% trabaja, 26% está con amigos, y 3% responde otras actividades.
¿Cómo se conforman sus familias? 54% de ellos tienen padre, 86% tienen madre, 83% tienen hermanos, 74% tienen hermanas, 69% tienen abuelos, 34% padrastros, y un 11% también tiene pareja.
El 46% de estos menores no asiste a ningún establecimiento educativo, lo que constituye una falta directa a su derecho humano fundamental a la educación, consagrado en la Convención sobre los Derechos del Niño y en la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia. Sin embargo, del 54% que sí estudia, el 32% asiste a la primaria y el 68% restante a la secundaria.
Además, el 43% no está registrado en el sistema de salud y no acude a los servicios médicos esenciales, lo que vulnera su derecho a la salud y al desarrollo integral.
“Prefiero la calle porque aquí no me pegan”
Un testimonio como ese pone en evidencia la interminable postergación de nuestra sociedad por garantizar entornos de protección para nuestras infancias. Y más aún, los trabajadores sociales, psicólogos, pedagogos y otros profesionales dedicados a la cuestión, también se enfrentan con la desconfianza que los niños en situación de calle desarrollan hacia las instituciones.
Mal que bien, la calle da a las personas una autonomía que es difícil conseguir o recuperar en el seno de una institución en la que, además, se viven experiencias negativas.
Construir en silencio
A la par del excepcional levantamiento de datos, algunas organizaciones se dedican a luchar por un futuro más digno para las infancias. El Sedeges coordina esfuerzos con organizaciones como la Fundación Alalay, que a través de su programa de calle busca recuperar los valores y la identidad de los niños, brindando atención en salud, asistencia legal y orientación familiar.
Educación y Futuro ofrece albergue transitorio y oportunidades educativas para romper el ciclo de exclusión, Aldeas Infantiles SOS implementa proyectos de fortalecimiento familiar para prevenir el abandono infantil, y World Vision Bolivia trabaja en áreas de protección infantil, salud y educación.
A nivel legislativo, la Ley Departamental N° 333, promulgada en 2018 gracias al trabajo de María Lourdes Vaca, entonces presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Asamblea Legislativa Departamental de Tarija, establece un marco para implementar políticas de prevención, atención, rehabilitación y reintegración social integral a Niñas, Niños, Adolescentes y Jóvenes en situación de calle.
Como Secretaria de Desarrollo Humano, Vaca inició la coordinación interinstitucional para la atención de los menores en situación de calle. “Se firmó un convenio de cooperación con la organización Asociación de Ayuda y Apoyo a Niñas, Niños y Adolescentes en y de la calle para la capacitación especializada del personal en el trabajo con esta población, y se realizó el primer levantamiento de información departamental, dado que no se contaba con un diagnóstico oficial sobre esta problemática”, señaló Vaca.
La acción es destacable, pues como se ha mencionado, es el primer y único levantamiento de información relacionada con esta población en los últimos años. Luego, como sucede con las leyes y los hábitos para recoger datos e información, su ejecución efectiva requiere voluntad política y recursos adecuados. Desafío imposible para cualquier político.
“Los niños son el futuro”
Es un buen momento para pensar en esta frase tan usada pero poco asumida: ¿qué tipo de sociedad queremos si dejamos que la estructura de la inequidad, la desigualdad y el abandono prolifere? Hay más de 50 personas menores de 18 años viviendo en las calles del departamento. ¿Es posible hablar de desarrollo mientras hay quienes no pueden recibir educación, salud y protección?
Aunque la frase es simple, es cierto que una sociedad que invierte en el bienestar y desarrollo de su infancia, invierte en su propio futuro colectivo. La investigación en desarrollo infantil, economía y política social confirma que la atención a la primera infancia tiene algunos de los mayores retornos sociales y económicos de cualquier inversión pública.
Llamado a la acción colectiva
Lo dicho refleja la fractura de un modelo social, político y económico que prioriza el consumo sobre el cuidado, el individualismo sobre la solidaridad, y la indiferencia sobre la empatía. La situación exige una respuesta inmediata, coordinada y sostenible de:
- Los funcionarios, quienes deben ocuparse de la implementación efectiva de la legislación existente con recursos necesarios y suficientes, y de la continuidad de levantamiento de datos y otras iniciativas que permitan conocer la situación real y actual de esta población.
- Las familias, quienes pueden encontrar modelos de crianza basados en el respeto, la no violencia y la comunicación efectiva, para prevenir que más niños busquen en la calle el refugio que no encuentran en sus hogares.
- La sociedad civil, quienes debemos organizarnos para exigir políticas públicas efectivas y contribuir con acciones concretas que transformen esta realidad.
- Cada ciudadano, a quien interesa interpelar la normalización de la infancia en las calles, comprometiéndonos con acciones que hagan la diferencia en la vida de estas personas, por más pequeñas que parezcan.
La infancia no dura para siempre, y cuando se acaba, no hay marcha atrás. Las omisiones que tengamos determinarán la forma de nuestro futuro, que es la misma forma en la que tratamos a la niñez de hoy. Y muchas de esas omisiones tienen que ver con la manera en que nos dejamos aplastar, cotidiana y sistemáticamente, por la estructura social, política, económica y cultural. ¿Cuánto tiempo más podemos vivir en la indiferencia?