Pisando uvas para despertar memorias: Vendimia Chapaca en el Hostel Pata y Perro
En el corazón de Tarija, un pequeño rincón cultural abre sus puertas para agradecer, celebrar y compartir el vino artesanal como se hacía antes.



El Hostel Cultural Pata y Perro, dirigido por Edward Farfán, ha encontrado la fórmula perfecta para rendir homenaje a las raíces chapacas y, de paso, dar un empujón auténtico al turismo local. ¿Cómo? Con la Vendimia Chapaca, una experiencia que mezcla vino, tradición y comunidad.

“Cada primer viernes de mes en Hostel Cultural Pata y Perro tenemos los viernes de Pachi. Pachi en quechua es gracias. Entonces son noches de gratitud, de agradecimiento”, cuenta Edward con desbordante emoción. “Un viernes que abrimos las puertas de la casa para que el arte se exprese con todo, al vivo. Hay música, canto, baile, pintura, y ahora arte en hacer vino, porque hacer vino, y tomarlo, es todo un arte”.
Marzo trae un momento especial, cuando la tierra ofrece racimos jugosos en abundancia, y para Farfán no hay duda: “Nosotros como Hostel Cultural Pata y Perro lo que queremos es seguir manteniendo nuestras tradiciones, nuestras costumbres, nuestra cultura como es y de acuerdo a la fecha. Ahora es el mes de la vendimia en Tarija”.

En Pata y Perro, los eventos culturales son llamados a los viajeros. “Lo que queremos es hacer conocer a todos los bolivianos y a los extranjeros que en Tarija hacemos vino y sabemos hacer muy buen vino. Y queremos hacer vino artesanal, patero, antiguo, ancestral, todo como era antes”, dice Farfán.
El recuerdo lo transporta a la infancia: “Cuando era niño, yo jugaba a pisar uva, y nuestros papás hacían vinos en sus casas. En todas las casas de la ciudad de Tarija hacían vino, más o menos deliciosos, más avinagrados, pero la energía era hacer vino porque la uva aquí es abundancia, y la naturaleza nos da y cada quien hace su propio vino”.

Ese espíritu de comunidad lo inspira a recuperar el ritual familiar. “Eso era una manera de juntar a la familia un fin de semana. Todos en comunidad despalillaban y pisaban en toneles. Estar haciendo y probar, y llegar a casa y decir, ‘oye, te invito el vinito de la casa’. Entonces queremos mantener la energía y la tradición de una Tarija ancestral”.
Su propuesta no es nueva, pero sí poderosa por sencilla: “Qué mejor que mostrar lo que hacemos a los turistas, e impulsar el turismo, y tener esta casita que abre las puertas para todos, para quien quiera venir a disfrutar. La entrada es gratuita, no nos financia nadie. Esto se mantiene solo. Es mi forma de aportar a lo que era y lo que tiene que seguir manteniéndose”.

Y la promesa se extiende en el tiempo como el inicio de una nueva tradición, pues “al año, vamos a sacar este vinito patero para invitar y vender. Pero quienes nos vengan a visitar siempre los vamos a recibir con esta copita de vino artesanal patero, tarijeño, boliviano, para disfrutarlo”.
El proceso es tan vivencial como simbólico. “¿Por qué hacemos pisar la uva? La idea es esta energía de sentir, conectar con la naturaleza, con la tierra, con la uva, y por eso todos despalillamos, entre todos estamos aplastando, sintiendo la uva. Quien se anima a pisar, pues hágalo. Yo lo hago porque de niño pisaba y jugaba con la uva. Ahora que soy grande y somos grandes todos y no hemos tenido esta oportunidad, ¿por qué no volver a ser niños y disfrutar?”.

Nada queda al azar para Farfán, pues todo tiene su lugar en el ciclo vital. “Lo que hacemos lo vamos a ofrendar a la Pachamama, que es la tierra y es quien nos da todo esto para comer. Es Dios, es el universo”.

Para Edward Farfán, es importante pisar firme y abrazar la identidad: “Somos un país súper ancestral, súper andino, un país de muchas costumbres, totalmente místico. Bolivia tiene una magia única y hay que continuar esta información de nuestros abuelos, y seguir manteniéndola en estos tiempos. Porque esto nos hace ser quienes somos, y nos da la posibilidad de ofrecer un turismo sano, de verdad”.
Y tú, ¿te animas a pisar la uva?
