Paja y sangre para no morir gil
El grupo Bohemia de Barrio, de Jujuy, Argentina, presentó en Tarija la obra “Solo los giles mueren de amor”, del teatrista César Brie. Esto es una reseña de la tercera función, la cual se ofreció en el Auditorio de la Casa de la Cultura.



El nacimiento del Niño Dios al centro, y una horca improvisada, disimulada, al extremo izquierdo. Es todo lo que vemos en la puesta en escena que Bohemia de Barrio hace de la obra “Solo los giles mueren de amor”. De inmediato entra el actor Juan José Silos a prestarle cuerpo al único que asiste a tal evento, el único que llega para ver el entierro/nacimiento del flaco, y darle vida a una escena que necesita poco para volar.
Silos aporta naturalmente la energía pajera del personaje retratado por César Brie en su texto hace casi 20 años, y se acerca tiernamente a las memorias y reflexiones sobre los tantos temas que ahí se tratan: amistad, familia, sexualidad. Súbitamente la trastoca en fuerza cuando transita por los pasajes más políticos y de protesta social.
Las decisiones estéticas sobre el sonido, sobre lo desorejado que es el flaco, sobre el récord mundial de pajas que tiene y lo infinitos disparos de la represión a la que se enfrentan los pueblos latinoamericanos le dan a esta obra un nivel de poesía escénica que se agradece. El Chiquis lo habría disfrutado mucho.
Es muy bueno y muy grato ver cómo alguien se atreve, después de dar muchas vueltas, a desmitificar la sexualidad masculina, aunque tenga que recurrir a algunas pajas para hablar al público de hoy, como invocar a Mia Khalifa, sacándola de su paz, o ponerse una máscara para mostrarnos lo ridículos que somos cuando perdemos el camino y nos ponemos una máscara para tratar de divertir a una mujer.
Sobre todo, es grato ver una obra que busca ser honesta y redonda, y que es capaz de hablarnos sin señalar eso que para la gran mayoría de las personas en el planeta es el peor error de cálculo estructural: que la libertad para acumular, y la competencia constante por sobrevivir, cuando hay condiciones de sobra para apaciguar todas las hambres del mundo, nos está llevando a vivir vidas sin verdadero amor ni abrazos.
“Solo los giles mueren sin amor”, dirán esos libres. Entonces, giles somos todos.