La agroecología en los Andes: un camino hacia la sostenibilidad (con Descarga)
En los próximos años, los sistemas agrícolas de los Andes enfrentarán desafíos mayores debido al cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la presión sobre los recursos naturales. La agroecología surge como respuesta para garantizar la seguridad alimentaria y la sostenibilidad.



Los sistemas agrícolas de los Andes, caracterizados por su gran altitud y diversidad de microclimas, han dependido históricamente de técnicas ancestrales como el uso de terrazas, la rotación de cultivos y la conservación de semillas nativas. Sin embargo, en las últimas décadas, estos sistemas han sido vulnerables a los efectos del cambio climático, la erosión del suelo y la pérdida de agrobiodiversidad.
El libro “Agroecología en los sistemas andinos”, editado por CLACSO y la Fundación McKnight, coordinado por Karina Bidaseca y Pablo Vommaro, explora cómo la agroecología puede ofrecer soluciones sostenibles a los desafíos que enfrentan los sistemas agrícolas de los Andes. Con un enfoque en el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la vulnerabilidad de los suelos, el texto destaca la importancia de combinar prácticas tradicionales con nuevas tecnologías para preservar los ecosistemas y lograr la seguridad alimentaria.
La agroecología, como se define en el texto, se presenta no sólo como una práctica agrícola, sino como un enfoque integral que abarca los aspectos ecológicos, sociales y culturales de la producción de alimentos. Es un enfoque que recupera y revitaliza el conocimiento ancestral, integrándolo con avances científicos modernos para hacer frente a los retos de la agricultura en zonas de alta montaña.
Uno de los principales temas que aborda el documento es la conexión entre agroecología y el concepto de Sumak Kawsay (Buen Vivir o Vivir Bien), abordado por Larissa da Silva Araujo en su estudio de las comunidades Kayambi en Ecuador. Araujo muestra cómo este enfoque filosófico se integra con las prácticas agrícolas locales para promover una vida en armonía con la naturaleza, destacando el papel de las mujeres campesinas en la conservación de la biodiversidad y la agricultura sostenible.
También sobresale el análisis de Dani Vargas Huanca y Jaime Huanca Quispe, quienes observaron cómo las comunidades aimaras han desarrollado técnicas para enfrentar fenómenos climáticos extremos, como las heladas, mediante la conservación de semillas nativas y la gestión de ecosistemas de montaña. En la próxima década, la agroecología será fundamental para adaptarse al cambio climático en estas regiones.
Por otra parte, Patricia Natividad Álvarez subraya que la agroecología ofrece una alternativa sostenible al desarrollo rural, promoviendo la participación de las comunidades y el respeto por las culturas locales. Según Álvarez, los proyectos de cooperación internacional que han implementado agroecología han mejorado la seguridad alimentaria y la sostenibilidad en Ecuador.
Voces de alerta son las de Nancy Pierina Benítez Alfaro, y Claudia Velarde Ponce de León junto a Georgina M. Catacora-Vargas, quienes advierten sobre los peligros de la estandarización de cultivos nativos, como la quinua y el maíz, debido a la demanda del mercado global. Ambos estudios, uno realizado en el Altiplano peruano y otro en el Valle Alto de Cochabamba, Bolivia, destacan la importancia de preservar la diversidad genética y cultural de estos cultivos para mantener la soberanía alimentaria en los Andes.
Perspectivas para la próxima década
No cabe duda alguna: la agroecología es esencial para enfrentar los desafíos del cambio climático y la presión sobre los recursos naturales en los Andes, y la próxima década es un periodo de prueba para consolidar un cambio en los modelos agrícolas de los Andes.
La agroecología, al promover la resiliencia, la sostenibilidad y la equidad, tiene el potencial de convertirse en el pilar de un nuevo sistema alimentario basado en la cooperación entre las comunidades locales, los gobiernos y las organizaciones internacionales.
Sin embargo, este enfoque requerirá de políticas públicas sólidas y un compromiso activo por parte de los actores locales e internacionales para que los conocimientos agroecológicos se mantengan y prosperen en los territorios andinos.
